«La lectura hace que nuestros niños sean más inteligentes.»

«La lectura hace que nuestros niños sean más inteligentes.»

Hace 52 semanas que inicié mi proyecto Conversaciones con mi mentor: José Antonio Marina ...

... del que han surgido dos manuscritos (1ª Parte: Época gris marengo y 2ª Parte; Escuela de vida), de manera que mañana, verbena de Sant Joan (una fecha muy señalada por motivos familiares para quien suscribe estas líneas), me embarco en la escritura de mi próximo ensayo: Aprendices de demiurgos: breve tratado sobre Dios, es decir sobre la inteligencia creadora ...

... , tarea que voy a tener que compaginar con la redacción final de dos ponencias para un congreso (Q3) que debo entregar en tan solo tres semanas.

Es en el contexto citado que esta semana he leído una gran obra, Faites-les lire -Hazlos leer-, (que en español se ha publicado en el pasado mes de marzo con el título de: Más libros y menos pantallas -Península, 2024-), del prestigioso neurocientífico francés Michel Desmurget.

Se trata de un extenso ensayo, que «entrevistaré» en dos post.

«El gusto por la lectura para los padres es un legado y para los hijos, una herencia.»


Título: Más libros y menos pantallas

Autores: MIchel Desmurget

Nº de páginas: 496

Editorial: Península

Año de la 1ª edición: 2024

Plaza de edición: Barcelona


¿Qué es para usted la lectura?

Desde la aparición del lenguaje, la humanidad no ha inventado nada mejor que la lectura para estructurar el pensamiento, organizar el desarrollo del cerebro y civilizar nuestra relación con el mundo. El libro constituye literalmente al niño en su triple componente intelectual, emocional y social.

¿Qué supone para nuestra sociedad que las nuevas generaciones lean menos en favor de las pantallas?

El descenso repentino de esta actividad entre las nuevas generaciones, es un auténtico desastre para la fertilidad colectiva de nuestra sociedad, especialmente por el hecho que la desaparición de la lectura se efectúa en beneficio de una cultura digital recreativa, que es muy lucrativa para los diferentes agentes industriales, pero con un carácter idiotizaste que hoy en día está demostrado irrevocablemente por un conjunto amplísimo de estudios científicos.

¿Qué se deduce de estos estudios?

Se deducen las influencias negativas en, por ejemplo, el lenguaje, la concentración, la impulsividad, la obesidad, el sueño, la ansiedad o el rendimiento escolar.

¿Cómo podemos estimular en los niños el gusto por la lectura?

Lo primero que hay que advertir es que el gusto por la lectura no es innato. Se inculca y se transmite lentamente. Para los padres es un legado y para los hijos una herencia. Sin embargo, una encuesta reciente indica que: «sabemos que un gran número de padres no leen con sus hijos porque no son conscientes de la necesidad de hacerlo. Ignoran los enormes beneficios y el placer que esto proporciona».

De ahí su arenga dirigida a padres: «Faites-les lire -Hazlos leer-.»

Claro: hay que superar el pudor. Los especialistas de la lectura temen que el hecho de decirles eso a los padres les haga sentirse culpables. Este puedor, es incomprensible. Que un hecho real sea desagradable no significa que se deba silenciar, o difuminar. Con mi libro, Faites-les lire, no pretendo estigmatizar a los padres, y menos criticarlos, culpabilizarlos o decirles cómo deben educar a sus hijos. Tan solo trato de proporcionarles los elementos para elegir, y con esto fomentar la libertad educativa.

Cuando en 2019 publicó en Francia su anterior libro (premiado y reconocido), La fábrica de cretinos digitales (Península, 2020), hubo quien le censuró por los límites de «una constattación falta de soluciones.» ¿Ha escrito este libro con la intención de aportar soluciones?

En efecto, este nuevo libro es la respuesta. Me he sumergido en la literatura científica y no he encontrado ningún antídoto mejor contra la idiotez de la mente que la lectura. Es una auténtica máquina de modelar nuestra inteligencia en la dimensión cognitiva (la que permite pensar, reflexionar y razonar), pero también, en un sentido más amplio, la socioemocional (la que permite entenderse y entender a los demás, en beneficio de las relaciones sociales). El lector es un anticretino digital.

¿Por qué habla usted de «libros antes de saber leer»?

Porque la mayor parte de los críos tienen contacto con los libros mucho antes de que aprendan a leer. Me refiero a la lectura compartida con los padres, o al juego simbólico (el niño hace ver que sabe leer), e incluso a la manipulación de obras gráficas. Estos contactos tienen una repercusión duradera, y a la vez profunda, en el desarrollo del niño.

¿Cuáles son las ventajas?

En primer lugar, establece las bases de usos posteriores, ya que inscribe el libro y la lectura en el ámbito de los hábitos cotidianos. En segundo lugar, prepara el cerebro para los rigores del futuro aprendizaje reglado, familiariza la máquina neuronal con las exigencias y singularidades del mundo escrito.

Habla usted de un «elefante digital» omnipresente.

Y es que cuantos más miembros de la familia (hijos y/o padres) están expuestos a las pantallas recreativas, menos tiempo se dedica a la interacción con la familia, incluyendo la lectura compartida de la que hablábamos antes, y esto es un hecho significativo. Una investigación reciente permite extraer dos conclusiones.

¿Cuáles?

En primer lugar, cuantas más pantallas consumen los niños a los 24 meses, menos están expuestos a la lectura compartida a los 36. En segundo lugar, cuanto menos están expuestos ala lectura al os 36 meses, más pantallas consumen a los 60 meses.

Sin embargo, hay encuestas que afirman que el índice de lectura entre nuestros adolescentes y jóvenes no es tan bajo...

Para el común de los mortales, se considera lector a quien lee con asiduidad libros clásicos. Pero para los encuestadores, lector es aquel que lee algo, con la frecuencia que sea y en cualquier soporte. En este marco el adolescente que consulta una vez al año un diccionario en el móvil para buscar una palabra que no conoce, o una ficha de cocina en la Tablet para averiguar el tiempo de cocción del huevo pasado por agua, accede milagrosamente al estatus del «lector que ha leído al menos un libro a lo largo de los últimos doce meses».

Ya se sabe, hay dos maneras de engañar: la una es mentir; la otra hacer estadísticas. ¿Qué maestros y profesores nos va a deparar el futuro, si hoy son jóvenes que no leen?

En efecto, una generación de lectores deficientes va acceder al estatus de docentes. En el mundo universitario la regresión generalizada de la lectura se percibe como en ningún sitio, como indica una investigación reciente. El índice de cretinos titulados no para de aumentar. Por su parte, Los profesores que valoran menos la literatura también son los menos aptos para enseñarla y transmitir el gusto por la lectura a sus alumnos. Son muy preocupantes, en este sentido, los resultados obtenidos por los estudiantes en las oposiciones para la contratación de profesores.

Para no hablar de los inquietantes resultados del informe Pisa ...

Teniendo en cuenta el entorno de hiperdistracciones al que están sometidas las sociedades occidentales, el milagro sería que nuestros escolares pudiesen sacar nada mejor que estos resultados anuales tan desastroso.

Lo que contrasta con los que obtiene las sociedades orientales.

Sin ir más lejos, el modelo chino recompensa el sudor, más que el talento. Un ingrediente que parece faltarles a nuestros hijos, La China continua liderando insolentemente la clasificación Pisa. La mediocridad de los estudiantes de secundaria de la OCDE aparee de manera todavía más diáfana cuando se tiene en cuenta el factor socioeconómico. El 10% de los alumnos chinos menos favorecidos sacan mejores resultados en lectura que los niños de clase media de los países occidentales. Nuestros hijos leen cada vez menos y pasan más tiempo enganchados a las pantallas recreativas.

¿A qué es debido?

La China ha mantenido el rigor y el esfuerzo. Un especialista en educación de la OCDE indicaba recientemente que «en un gran número de países adiáticos, la educación de los hijos es la prioridad número uno, los docentes imparten unas formaciones de calidad, y se decide invertir en los centros con dificultades». Además, la China ha promulgado unas medidas fuetes para restringir el acceso a dispositivos digitales recreativos considerados perjudiciales para la salud y para el buen rendimiento escolar de los niños.

Afirmas que nuestro cerebro no está preparado para la lectura ...

Desde luego, no todas las producciones humanas (caminar, el dibujo, el violín, las matemáticas etc.) gozan de las mismas facilidades. Algunas competencias, inscritas en el centro del patrimonio genético por la evolución, pueden encontrar apoyo en una organización neuronal preexistente. Otras, más nuevas, no han sido previstas, y se han de abrir un surco en los meandros de una arborescencia cerebral arisca. Por ello el proceso de adquisición es más prolongado, más difícil y más aleatorio. Esto explica por qué a los niños les cuesta tan poco aprender a andar y les es tan difícil aprender a tocar el violín.

¿Es, en este sentido el lenguaje fácil de adquirir y la lectura no?

Por supuesto, el lenguaje forma parte de nuestras herencias milenarias. Los bebés humanos están dotados de una predisposición innata para adquirirlo. La lectura no goza de esta ventaja. Nació hace algo más de cinco mil años, con la aparición de la escritura. Cinco mil años es poco tiempo para provocar una adaptación genética. En definitiva, los humanos no hemos nacido para leer.

Para aprender a leer, en consecuencia, hay que dedicar mucho esfuerzo. ¿Vale la pena?

Cuanto más complejo es el aprendizaje, en efecto, más considerable es la energía necesaria para ciselar los entramados neuronales. Jugar a Súper Mario en una consola ciertamente también modela el cerebro de una manera puntual, pero no transforma una vida. ¡Aprender a leer sí! Ahora bien, esto no se consigue en unos cuantos meses. Miles de horas de instrucción y de práctica. Desde un punto de vista fisiológico, no hablamos de modificar de modo marginal algunos circuitos restringidos a las áreas cerebrales motrices, visuales o mnésicas, sino de modelar en profundidad una red neuronal extensa, que va desde las zonas visuales posteriores más primitivas hasta las estructuras cognitivas anteriores más sofisticadas, Peo aquí no acaba la cosa ...

¿No?

El problema principal no aprender a decodificar el texto escrito, sino comprender. Muchos padres consideran que su hijo sabe leer cunando sabe descodificar, pero una descodificación competente es condición necesaria pero no suficiente para acceder a una comprensión precisa. El filósofo alemán Hans-Georg Gadamer ...

Hans-Georg Gadamer (1900-2002)

... declaraba que: «Leer es entender, y el que no entiende no lee». No basta con saber descodificar, el límite de la comprensión se situa en el terreno de los conocimientos adquiridos. El problema es que de tanto concentrarse en la identificación de las palabras, la escuela ha acabado dejando de lado la comprensión del sentido.

¿A qué es debido?

Por un lado, la descodificación es un saber circunscrito, fácil de definir, cuyo aprendizaje respeta una progresión relativamente rápida y, a la vez, fácil de desplegar en un marco escolar. En el extremo contrario encontramos la comprensión: una aptitud difusa, carente de contornos claros, cuya adquisición sigue una dinámica tan temiblemente paciente y laboriosa que la aportación de la escuela solo puede ser accesoria. Sin embargo, la comprensión no es el objetivo prioritario, sino el único de la lectura.

La comprensión es sin duda un tema capital de la instrucción/aprendizaje, y de ella deberemos hablar largo y tendido en una nueva «conversación». Continuará ...





León Campusano Agüero

Master en Gestión de Educación física y Deporte

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Master en Gestión de Educación física y Deporte

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