La maldita innovación
Sí, es verdad, a veces pende como una espada sobre nosotros, otras veces es una palabra vacía que ponemos en nuestros objetivos y planificaciones.
Ahora todos somos esclavos de la innovación. Todo debe llevar “el sello” de la innovación. Cada área debe rotularse como innovadora. Se lo pedimos a todas las áreas: que Compras sea “innovador”, que los vendedores “innoven”, que los bancos “evolucionen” porque las Fintech van a quitarles sus negocios, que los retailers “innoven” en su forma de comercializan sus productos y se relacionen con sus clientes porque pronto ellos van a comprar sus productos a otros. En fin, todo manager tiene en sus objetivos algo relacionado con la innovación.
En un mundo dinámico, con negocios en expansión y cambiantes, la innovación constante es necesaria. Pero se trata de más que de un simple sello o proclama, de un factor de marketing.
La innovación es una actitud, un proceso y no fruto de la “iluminación”.
La innovación no surge de la nada. Como en un volcán en erupción que no veamos los procesos que se están dando internamente nos puede llevar a la falsa idea de que de repente, y sin motivo alguno, algo explota. Sin embargo es ese proceso lo que hace que ocurra.
En los negocios la innovación es una posibilidad presente en cada momento, también en la cotidianidad. Si solo entendemos como innovación un iPhone, Netflix o la vacuna contra el cáncer el resultado más probable será la frustración. No toda innovación cambia el mundo, la enormísima mayoría cambia algo, mejora algo, facilita algo y ahí hay que apuntar. Si después cambiamos el mundo bienvenido sea.
La innovación implica la creatividad para proponer algo, para resolver problemas, para combinar lo que tenemos y producir algo nuevo. ¿Siempre hay que innovar? ¿Todo el tiempo? No, pero es bueno saber que podemos preguntarnos ¿por qué lo hacemos así? ¿hay otras posibilidades? ¿hay otros caminos para llegar a ese lugar?
Tal vez el nuevo camino sea más largo, inútil o no llegue a destino, podemos equivocarnos muchas veces pero, tal vez, algún camino nos lleve más lejos o más rápido a donde queríamos ir o —y esto es lo mejor— adonde no pensábamos llegar o a lo que no imaginábamos que existía. Infinidad de cosas se han encontrado o inventado mientras se buscaba otra.
La actitud de buscar e innovar nos puede dar la ventaja de encontrar un nuevo camino. El que sigue a los innovadores siempre llegará después que ellos.