La necesidad de la metáfora en los motores de búsqueda

La necesidad de la metáfora en los motores de búsqueda

La tendencia actual arroja la creatividad del lenguaje al saco de los algoritmos. La metáfora, la hipérbole, la poética del conocimiento se esconde tras las necesidades del mercado. Pero, ¿acaso esas necesidades no tienen alma humana? Los motores de búsqueda que posicionan nuestros contenidos están basados en obsesivos parámetros que tratan de cuantificar textos como este. Escribir, por ejemplo, que el SEO somete la pluma humana a la más gris de las creatividades, no es más que una metáfora que, posiblemente, termine ignorando el crawl de Google. No obstante, el mensaje es claro; tanto que para reivindicarlo voy a construir esta frase al más puro estilo proustiano, lento y reflexivo; saboreando la retórica de cada palabra hasta el descanso que este punto y aparte, necesario y deseado entre tantas comas, encuentra inexorable su lugar justo aquí.

Dicho esto, estoy convencido de que la última frase del párrafo previo acaba de privar a este texto de las mieles del posicionamiento. Pero, si aún sigues leyendo, me da igual: no quiero posicionarme en esa estantería infinita, quiero llegar a ti. El posicionamiento en sí no debe desdeñar la relevancia del contenido. Es más, la relevancia del contenido es el eje fundamental de cualquier mensaje. Y, sí, inevitablemente hemos de amoldarnos a los requerimientos que los algoritmos nos proporcionan; pero no podemos ignorar que los cálculos realizados están creados por personas como nosotros. El SEO es algo vivo que se nutre de la realidad tangible del mundo que vivimos. Cualquier organización debería ser consciente de que el tono personal, ese sonido único que nos permite identificar una compañía, pesa más que la macdonalización del estilo. Perder la esencia que nos define, es extraviar la marca en la tormenta de la inmediatez, donde infinitas manos tratan de hacerse con la cima.

La metáfora es la mejor arma para cambiar el mundo, para emocionar, para hacer reflexionar. Es el orgasmo del lenguaje. Una metáfora son neuronas en ebullición recreándose en sus laberintos. Su uso debería ser obligatorio para mover conciencias, descubrir nuevas necesidades y llenar los abismos que el insulso y generalizado estilo arroja a nuestras pantallas. En fin, prefiero generar un mensaje desestructurante (o "disruptivo", como se dice ahora) que sea capaz de llegar un lector, que gritar sobre la multitud desconocida.

¿Será capaz de leer todo esto Google? 


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