La nueva empresa

Este título tiene para mi al menos dos connotaciones muy importantes en este momento. La primera, entendiendo empresa (en su definición de acción que entraña dificultad y cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo) como la ardua tarea de rearmar mi vida, después de haber estado 8 años en la compañía qué fundé y dirigí y donde casi exclusivamente crecí en mi vida profesional. La segunda connotación tiene que ver con mi aprendizaje y mi convicción de la necesidad social de que exista una nueva forma de empresa en Argentina (y Latinoamérica en general) que entienda y atienda las necesidades de la sociedad moderna.

Ocho años hace desde que junto a 6 socios y amigos fundé Wolox. Ocho años de un maravilloso recorrido. No sin altibajos. No sin momentos sumamente duros. Ocho años de los que me llevo muchísimos aprendizajes, incontables momentos únicos, amigues entrañables, mentores y compañeres de vida. Hoy considero que mi responsabilidad más grande es compartir aquello que aprendí y aquello que creo y devolver así parte de todo lo que la sociedad, el ecosistema emprendedor argentino y cada persona que me crucé en este largo camino me regaló. ¿Cómo la haré? Aún no lo tengo claro, seguro escribiré este y otros tantos posts, asesoraré startups, o vaya a saber uno desde que otro lugar.

Si hay algo que me enorgullece de este recorrido es que siempre dijimos que queríamos hacer una empresa totalmente diferente. Y creo que hasta el día de hoy pudimos lograrlo. Con muchos errores, claro esta. Lo logramos desde muchos lugares: desde la cultura de trabajo, desde los productos que construimos para nuestros clientes, pero para mi lo más importante es que pudimos lograrlo desde el valor que aportamos a la sociedad. Valor que aportamos tratando de mostrar que existen formas muchísimo más centradas en resaltar la humanidad en los negocios.

Valor que aportamos tratando de atender la necesidad de poblaciones vulnerables, que no tienen las mismas oportunidades que podemos tener muchos de nosotros; brindándoles educación y muchísimas veces su primer trabajo formal. 

Recuerdo que cuando presenté por primera vez Wolox en un concurso dije que nosotros queríamos generar empleo y movilizar la economía de la región a través del acompañamiento a emprendimientos de tecnología. Evidentemente desde ese momento entendía algo que me costó muchos años poner en palabras y es que las empresas deben generar valor social. Las empresas son instituciones sociales, que deben comprender el contexto social en el que están inmersas y hacerse cargo de las problemáticas que nos rodean.

Lo que por ahí no entendía tan claramente es que en las empresas de la economía que se viene en Argentina y en Latinoamérica deben tener fuertemente entre sus objetivos la generación de valor social a la par (o por qué no por encima) de la generación de valor económico.

¿Y por qué digo esto? Porque estoy convencido que si desde el empresariado local empezamos a hacernos cargo de las infinitas problemáticas que tenemos los países de la región, entonces podremos poner a nuestros países de pie. 

Hay decenas de problemáticas: la distribución de la riqueza, la educación, la corrupción, la pobreza, la inseguridad, la discriminación en todos sus formatos y cuántas cosas más. Me pregunto, ¿Cuánto pensamos en como atendemos esas problemáticas desde nuestras empresas? Desde ya qué hay muchísimas que las podemos ir trabajando en nuestro día a día. Casi sin afectar el modelo de negocio que tenemos. La diversidad sexual, religiosa, política, generacional, socio-económica y otras pueden ser puntos en los que trabajemos sin demasiado esfuerzo extra. La concientización sobre las problemáticas sociales también. 

Pero voy más allá, acaso nuestros modelos de negocio ¿no admiten algún pequeño (o no tan pequeño) cambio que permita integrar alguna resolución parcial a alguna de todas las problemáticas que nos circundan? ¿No podemos ser más transparentes y así formar una ciudadanía responsable que exija también transparencia a las instituciones? ¿No podemos encontrar formas de integrar poblaciones que sean discriminadas en el mundo laboral? Y seguro qué hay alguna forma en cada uno de nuestros negocios. 

Nuestros clientes, nuestros colaboradores, nuestras sociedades nos están exigiendo que nos hagamos responsables de lo que sucede a nuestro alrededor. Entonces me parece que la pregunta más importante que nos tenemos que hacer no es ¿Cuánto creció nuestra facturación?, ¿Cuánto dinero ganamos el último año?, sino ¿Cómo hemos cambiado el mundo con nuestra empresa?. Por desgracia no alcanza con generar trabajo, arriesgar nuestro capital, pagar los impuestos y cuantas cosas más que hacemos a diario. Tenemos que ir más allá si queremos vivir en una sociedad mejor. Creo que debemos interesarnos e informarnos sobre nuevos modelos, como la economía circular, el comercio justo, la banca ética y muchos más. 

Estoy convencido que este tipo de comportamiento responsable del sector empresario es capaz de transformar la sociedad. No es fácil. La transformación no se va a dar de un día para el otro. Quizás no podamos medir los resultados en un período contable. Pero lo que estoy seguro es que al final del camino, nosotros, nuestros colaboradores, nuestros clientes y todos los actores cercanos a nuestras empresas van a sentirse orgullosos de participar en este cambio. Y de esta forma, seguramente también nos sintamos mucho más completos como personas. Se necesita fuerza, compromiso, coraje, pero por sobre todo un buen corazón y ganas de construir una mejor sociedad entre todos.