La odisea del emprendedor performativo

La odisea del emprendedor performativo

¿Haces las cosas por hacerlas o para progresar?

Esa es la cuestión.

Hace unos años comencé un empleo como Analista de Procesos.

Me daba los fines de semana libres, lo que resultaba maravilloso para mí.

Durante ese tiempo me llamó un viejo amigo.

Quería reunirse conmigo para hablarme sobre un proyecto y la idea resultaba interesante.

Nos reunimos en un Starbucks, después del trabajo, y me platicó acerca de su proyecto.

Se trataba de unos productos nutritivos que operaban por recomendaciones. Me invitaron a ser parte y me gustó ser tomado en cuenta.

Tardé en tomar una decisión porque no me gustaban las redes de mercadeo, pero después de unos días me uní al equipo.

¿Quieres saber qué hice?

Absolutamente nada.

Me llamaban para saber si había ofrecido los productos a otras personas, pero yo seguí con mi vida y el trabajo.

Sin embargo, el empleo comenzó a ser estresante y consideré meterme de lleno en el proyecto. Tal vez construir algo por mi cuenta podría ser el cambio que buscaba en mi vida.

Pero nunca hice el intento por recomendar los productos y ni siquiera estaba motivado.

Me sentía terrible porque aquellas personas habían confiado en mi.

Terminé convirtiéndome en un emprendedor performativo, aquel que solo da la cara y no hace el trabajo necesario hacer para ver progresos.

Vivía en el auto-engaño.

Es como cuando asistes a cientos de cursos y no aplicas nada en absoluto. Te gusta asistir porque conoces a otras personas, con intereses afines a los tuyos, y la energía que se siente en estos eventos es increíble, pero cuando vuelves a la realidad no haces nada.

¿Por qué sucede esto?

Porque el progreso toma tiempo y puede ser aburrido muchas veces.

Aquí es cuando la paciencia entra en el juego.

Debes lograr que la paciencia se vuelva parte de tu proceso, para que no caigas en la trampa de terminar tu viaje como emprendedor.

Hay cosas que llevan tiempo.

Por ejemplo, escribir un libro lleva tiempo. Puede ser un mes, dos meses o la cantidad de tiempo que creas necesario.

El progreso se refleja en la cantidad de palabras completadas y la satisfacción de ver tu sueño casi realizado.

Ser claro en tu objetivo y dominar la paciencia son claves para tener resultados.

Recuerda que todos los días tienes la ligera ventaja de hacer las cosas que realmente importan y que van a sumar para lograr tus objetivos.

La pregunta aquí es: ¿prefieres progresar o seguir en el auto-engaño?

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