La Opinión Pública y los Medios: Un Espejo Fragmentado

Por Chino Martínez Moreno

Aunque no siempre caigan bien, las críticas hacia los medios no reflejan necesariamente la opinión pública. Aquellos que apoyan a Milei y desean que acelere o profundice sus postulados, así como quienes están en contra —ya sea por la influencia del relato progresista o porque la libertad afecta sus bolsillos— no están luchando contra Milei, sino contra sus propios demonios.

Un lector o espectador puede estar de acuerdo con la opinión de un medio o de un periodista, independientemente de que el contenido sea tendencioso. Esto no se convierte automáticamente en más creíble al medio o al periodista. De la misma manera, si los medios estuvieran hablando bien del gobierno, la gente común no confiaría más en el gobierno solo por eso. Yo creo que el gobierno está comunicando bien, pero que un periodista diga lo que una persona ya piensa no significa que la prensa sea más creíble o esté más en lo correcto.

Los que están en desacuerdo van a seguir en desacuerdo, mientras que los que están de acuerdo pueden ser más moderados o menos moderados. Los moderados tienden a alinearse más con Milei y se acercan a sus propuestas, mientras que el núcleo duro, que exige resultados inmediatos, es capaz de tolerar los tiempos de cambio. Es importante recordar que los procesos de cambio cultural son más lentos que lo que la política, en nuestra coyuntura actual, podría necesitar. Sin embargo, los cambios que se avecinan, sumados a la falta de oposición seria, ayudarán a que la prosperidad esperada llegue.

Un sondeo realizado por Diego Dilenberger, la consultora Giacobbe y Asociados, en Argentina y el Instituto Elatrade.org, en la región, revela que la opinión pública en la región no otorga gran credibilidad a los medios de comunicación, y esto se observa a nivel mundial. Cada espectador o lector construye su pensamiento a partir de diversos factores, y algunos medios logran interpretarlo. Sin embargo, la relación entre crítica y aceptación pública no es un indicador confiable de la verdad, sino más bien un reflejo de las batallas internas de cada individuo.