La paradoja de la Libertad
Libertad = Desamparo = Soledad = Inadaptación = adaptabilidad = decisión = oportunidad = responsabilidad = Cesión de la propia Libertad
La humanidad desde el principio de los tiempos, ha venerado la Libertad como el bien supremo y exclusivo de los Humanos.
Este bien sagrado casi siempre fue vulnerado y en la mayor parte del tiempo y de las sociedades, en las que jamás fue siquiera obtenido.
Marchando en paralelo con las religiones y los dogmas de todo tipo, la Libertad siempre tuvo personeria y ontología propia.
Nunca como en el siglo XX y lo que va del XXI, hubo tanta libertad en tantos estados, regiones y culturas; mas esta no es gratuita y su ejercicio requiere de una gran responsabilidad, para no volverse un bien que la humanidad no es capaz de manejar.
FE ===> Mecanismo de Fijación y aseguramiento relativo = sensación de seguridad
Necesaria porque el Hombre es esencialmente temeroso pues Se sabe solo
El paradigma de la búsqueda de la Libertad como bien supremo conduce a una Paradoja, donde se produce la búsqueda de Confort a través de la Libertad, pero el confort y seguridad quiescentes y cuasiestáticos son factores de sustracción en la ecuación de la libertad responsable. Asimismo, la búsqueda de seguridad es equivalente a la adaptabilidad y esta existe en base a la cesión de fracciones de Libertad.
En la actualidad, existe el concepto de libertad como equivalente a libre acción para hacer lo que se desee sin limitaciones, por el simple hecho de ser persona. Este concepto surgido ontológicamente de la revolución francesa, resulta en los hechos, falaz y disruptivo, así como globalmente difundido, ya sea que se goce o no de su usufructo.
Mucho se ha hablado y escrito sobre la Libertad como paradigma de la existencia humana, pero poco se ha reflexionado en la intimidad de cada persona durante su proceso formativo. Particularmente, este fenómeno se ha visto incrementado en el último siglo y medio.
La libertad absoluta como bien sagrado de la humanidad o mejor dicho como entidad ontológica sine qua non es posible la ontología humana, es tan esencial, que devino en la cualidad más difícil de definir entre las que determinan a la ontología humana.
Existe otro dímero conceptual que es menester considerar: Libertad ⇐⇒ Conciencia reflexiva.
La existencia de conciencia reflexiva es la llave evolutiva con la cual la especie pudo hacerse cargo de los cambios únicos que por su naturaleza le dieron la oportunidad de sobrevivir como especie y paradójicamente estos fueron tan discretos y tan sui generis que se convirtieron en catalizadores para la conquista del planeta.
Comenzamos este ensayo con dos diagramas de flujo, sin más, para tener una visión en perspectiva desde el primer instante de la situación tan particular de nuestra especie. Condiciones que por ser nosotros mismos quienes las observamos y analizamos conllevan la dificultad de la subjetividad inevitable y el sesgo de los instrumentos intelectuales de análisis que responden a la misma estructura evolucionada naturalmente, que debe hacer un esfuerzo adicional para realizar una auto observación, auto diagnóstico o insight.
La propia complejidad de esta situación, requiere limar asperezas, incongruencias y observaciones con un nivel de “ruido” de línea de base generado por el propio observador. A esto se debe agregar que el abordaje de la complejidad también requiere de una desagregación conceptual para hacer más discretos los campos de estudio para luego re ensamblarlos en “un todo cognitivo holístico” que nos de un panorama panóptico de nosotros mismos.
Increíblemente, gracias a este artilugio de desagregación y reconstrucción, el ser humano ha logrado lo que parecería lógicamente imposible.
Esta extraordinaria aptitud, no la pudo ni puede hacer ningún humano solo. Para ello requirió de la evolución intraespecífica que permitiera la agregación sinérgica de individuos en números mayores a los de las bandas de homínidos y primates que previamente lo hacían pero que no lograban organizarse en un número mayor a 150 individuos. Quizás fue necesario un cambio cualitativo en la misma especie Homo sapiens sapiens, que hizo posible hace menos de 40.000 años que se organizaron en grupos de mayor número y que generan la capacidad de proyección temporal espacial con la consiguiente capacidad de planeación y creación de estrategias y tácticas. Este cambio cualitativo, hizo posible la expansión de la especie a nivel planetario e inició lo que algunos autores citan como Revolución cognitiva
El efecto de la conciencia reflexiva:
Una vez que el humano aprendió a observar el espacio y el tiempo como entidades complementarias y mutuamente vinculadas, aún instintivamente desde las primeras fases de su aparición, se produjo un punto de inflexión que abre múltiples caminos de acción por parte de la especie.
La acción inductiva / proactiva y sinérgica entre clanes organizados primero y sociedades después, hizo posible el dominio del ambiente. Pero al contar con la capacidad reflexiva, surge como aptitud corolaria casi que obligatoria, la emoción y con ella, la conciencia del miedo, la vida y la muerte.
Con la capacidad de mirar hacia adelante en el tiempo, podía ver cosas por adelantado, pero también era consciente de la incertidumbre y lo desconocido como un factor importante en la ecuación comportamental. Hasta ahora los demás animales y el propio humano, compartían los mismos comportamientos con mayor o menor complejidad, y se adaptan en el caso del humano como podía, para sobrellevar la vida y vivir el presente compartiendo aprendizajes y experiencias del pasado más o menos profundo (si incluimos a los demás animales), pero en todos los casos, con un futuro inexistente.
La “falta de futuro” en la mente de los animales es una necesidad adaptativa pues solo se encargan de estar preparados para la supervivencia frente a las condiciones de depredación que aparecen en forma constante en cada segundo de su vida hasta que finalmente está acaba. No hay lugar para la ansiedad o el miedo excesivamente prolongado pues restaría aptitud para realizar maniobras de supervivencia en la instancia siguiente que puede llegar de inmediato y ser de naturaleza totalmente diferente a la anterior, pero igualmente mortal. No hay lugar para el pánico, sino para el medio reactivo y adecuado a la situación, que debe dejar paso a la actitud de vigilancia, preparación o ejecución de maniobras evasivas, de ataque o defensivas. Estos mecanismos están perfectamente armonizados y adaptados entre depredadores y depredadores, pues todos ellos han tenido evoluciones de millones de años para lograr una armonía universal en el ecosistema.
El humano por su parte, ha tenido un proceso de deriva genética exponencialmente acelerado en comparación con sus parientes más cercanos y definitivamente alejados de los tiempos biológicos y biofísicos que presionan a las especies a evolucionar en forma gradual y armónica con el contexto del ecosistema.
La presencia del humano es disruptiva per se y solo tenía por lo tanto posibilidades de sucumbir a excepción de la excepción de mutaciones que se dieron y permitieron tal mecanismo de respuesta adaptativa que por primera vez no insidia sobre la anatomo/fisiologia de la especie en cuestion, sino en la capacidad en la inadaptación, de incidir sobre el ambiente para adecuarlo a su propia naturaleza.
Es este el verdadero punto de inflexión evolutivo que protagoniza la especie humana y que la llevo a donde obviamente todos sabemos, porque somos …
No es posible modificar el ambiente en favor de la especie, si se carece de conciencia reflexiva, pero la conciencia reflexiva tiene un precio que se debe pagar:
Al concebir el futuro, se concibe con él la incertidumbre, la duda y algo mucho más arcaico que ahora ve una oportunidad para cobrar entidad mayor de la que tenía en las otras especies adaptadas: la pervivencia del miedo …
El Universo oculto tras su propia obviedad …
La humanidad intenta comprender el universo, a partir de las minorías pioneras al principio y directrices después; descendientes quizás de la desaparecida estirpe de humanos cazadores / recolectores.
En estos procesos de observación organizada del universo en su contexto holístico, se hace necesario desagregar conceptos, derivar acciones y funciones entre diferentes y diversos miembros de la comunidad, para crear un conocimiento colectivo que se procesa y almacena en sitios extemporáneos y extrapersonales que quedan disponibles para la comunidad y sobre los cuales esta se alimenta intelectualmente y basa lo ya conocido y compartido como plataforma de despegue para la generación de nuevo conocimiento. De esta forma, cada generación genera y aporta nuevos estamentos y estratos de la pirámide cognitiva colectiva basados en la anterior, sin reparar en cómo se construyó el basamento pretérito.
Mediante este mecanismo de cognición colectiva, el mismo género un comportamiento de entidad fractal y así se ha ido adaptando a las necesidades y condiciones generales de la evolución a medida de la inadaptación humana frente a la naturaleza.
En este punto, llegamos a la situación en que no existe un solo ser humano capaz de abarcar el conocimiento de la humanidad y este adquiere su ontología de la cual dependemos y en la que arribamos.
No obstante esta máxima del comportamiento caótico fractal del conocimiento, cada humano es capaz y debería entender y hurgar en la lineas de conduccion comunes que han llevado a las fuentes de conocimiento colectivo generadas, para saber cual es su naturaleza y en base a ella utilizar de la mejor manera los recursos cognitivos.
El desconocimiento del hilo conductor que hilvana todos los campos del conocimiento humano, implica ceguera selectiva y perniciosa que impide ver hacia adelante una vez que se toma un fractal del Gran Conocimiento Colectivo, con lo cual no se maneja con eficiencia ni eficacia sus impactos.
El Mito del avestruz con la cabeza en el agujero …
El desconocimiento del origen y naturaleza de los conocimientos colectivos anteriores, genera un efecto negativo en la visión global de los fenómenos a comprender y gestionar.
La fractalidad del conocimiento se desdibuja cuando no es percibida como tal por sus usuarios, con la consecuencia de devenir en conocimiento discreto aun cuando profundo y específico.
La tecnología y facilidades de gestión cognitiva de la posmodernidad, hace posible el desarrollo independiente de cada sector del conocimiento y estos se forman en cohortes. A medida que estas se complejizan, se desconectan de las vecinas paralelas y la consecuencia es la sumatoria aritmética de múltiples cohortes que quizás atienden el mismo problema pero incomunicadas entre sí, sin poder complementar esfuerzos, fortalezas y debilidades específicas y por ende ausencia de “vigor híbrido” cognitivo que produce un nuevo conjunto constituido por la integración inteligente de todas las cohortes en un gran ecosistema multimodal que aborda el mismo tema desde diferentes ángulos y logra una visión panorámica y panóptica del fenómeno a comprender.
La distribución en cohortes inconexas hiper especializadas es comparable funcionalmente al mito del avestruz que oculta su cabeza en un agujero ante el peligro.
Por supuesto que el avestruz jamás hace tal maniobra, empero en la humanidad ya lo dice en el clásico texto de literatura “Infantil” El Principito [Antoine de Saint-Exupery (1900-1944)] : “Lo esencial es invisible a los ojos”
La animalidad olvidada …
¿Por qué hablamos de animalidad, cuando estamos intentando comprender comportamientos exclusivamente humanos?
Atributos netamente humanos como la conciencia reflexiva, colocan a los individuos, que continúan siendo francamente inadaptados a la naturaleza, en una posición de vulnerabilidad extra, pues la conciencia reflexiva trae como corolario, la conciencia de vulnerabilidad, incertidumbre al concebir el futuro e imaginar cosas inexistentes, que llevan a la fantasía y está a la generación del pensamiento mágico, y todo en conjunto, a la emoción y emotividad expresada a través de la gran capacidad evolutiva primigenia natural (el lenguaje articulado, sin el cual es imposible toda generación de conocimiento y sabiduría).
Pero vayamos por partes: veamos primero la concepción del tiempo y el futuro (estreno en el contexto animal global). Huelga mencionar las ventajas que son descriptivas per se; pero sobre sus desventajas: la concepción de futuro trae de la mano la experiencia del ser y existir, así como la temporalidad de la existencia y con ella la muerte.
La muerte comienza a tener un rol protagónico como ontología asumida y natural que formaba parte del ciclo de la vida hasta entonces, pero el humano que por primera vez se ve a sí mismo como ser finito y percibe su finitud, le empieza a temer pues sobre todo es una ontología en esencia desconocida, que nunca fue cuestionada por ningún ser vivo antes.
El temor a la muerte es cómplice del pánico durante la vida y a diferencia de los demás animales, que no lo sufren pues no sería compatible con su propia estrategia de supervivencia, en el humano es catastrófico y paralizante.
Es en este momento donde aparece en escena un nuevo actor: El pensamiento Mágico. Junto a la imaginación y la fantasía, crean contextos inventados por los humanos sobre cosas inexistentes y gracias al lenguaje articulado global pueden transmitir y conservar en el colectivo esas emociones y vivencias como tales, mediante la fantasía y con ella surge el Arte como expresión suprema de la transmisión de vivencias, lugares y sentires, que ingresan en bloque al sistema cerebral procesador multimodal y multientrada de tales fenómenos en forma holística y global, mas no constructivista y algorítmica como otro tipo de conocimiento harto estudiado.
“El arte es la vivencia transmitida como tal, así como el olfato es la cosa misma”. La conclusión sobre el arte y el pensamiento mágico es que son aptitudes evolutivas arcaicas esenciales, que evolucionan per se deviniendo en instrumentos intelectuales y emocionales para sobrellevar la sensación de soledad, vulnerabilidad y finitud.
Sobre la finitud, el arte contrarresta el miedo y pánico instrumentando el animismo, precursor arcaico de las religiones modernas.
Mediante el animismo, los humanos atribuían ontologías similares a las de ellos en los animales más fuertes ya adaptados, a los que debían depredar y de los que debían defenderse, respetandolos como iguales pero obteniendo el valor para luchar contra ellos y dominarlos. Pidiendo permiso a las animas que hacen existir a sus adversarios animales, cobraban coraje y arremetían en la campaña.
Este mecanismo comportamental de la especie fue muy exitoso y eficaz, pero persiste el temor a la muerte como ontología y a la finitud del humano.
Al saberse solo y desamparado, dependiendo de su propio ingenio para contrarrestar una inadaptación sempiterna, el humano tenía un temor supremo nunca antes presente en otras especies. Necesitaba un afianzamiento, un punto de fijación que a suerte de un clavo de alpinista, le permitiera evitar caer y facilitar dar un siguiente paso ascendente en la montaña.
El motor e instrumento esencial arcaico pero evolucionado y perfeccionado que hace posible este cambio de estado evolutivo es la FE.
La FE como comportamiento no racional independientemente de cualquier religión o creencia organizada, es un fenómeno de evolución biológica del encéfalo y la mente del humano. Sin ella no sería posible paliar los temores esenciales que la conciencia reflexiva trae consigo.
Es el mecanismo no lógico pero si intuitivo y compulsivo por el cual el individuo puede aventurarse a lo desconocido o al riesgo inminente más allá de las probabilidades negativas que la razón algorítmica deductiva podría presentarle. No obstante se arroja igualmente en pos del objetivo que su FE le muestra como posible y es más; le da la certeza subjetiva de la positividad de la acción que aunque descabellada. Se justifica en tanto que la FE se lo promete en el fuero íntimo del individuo.
La FE, es un acto volitivo, aunque de origen intuitivo y arcaico, netamente subjetivo e individual, omnipresente en todo ser humano y necesario para la subsistencia en cualquier ámbito
En suma, si bien la FE es un acto volitivo y consciente en su máxima expresión, el origen de su proceso es instintivo e inconsciente; es decir que las bases biofuncionales de este mecanismo del comportamiento exclusivamente humano, son esencialmente orgánicas y necesarias para establecer el sistema integrado de gestión comportamental para la supervivencia y adaptación. Obviamente que esto es una teorización pura, dado que de eso trata el ensayo: liberar al espacio deliberativo ideas y conceptos que pueden o no ser demostrados con criterios científicos positivistas pero que en todo caso son buenos disparadores de la innovación intelectual y el desarrollo cognitivo mediante el análisis dialéctico.
Recomendado por LinkedIn
La animalidad negada …
A sabiendas de su propia conciencia reflexiva y de sus capacidades cognitivas y observacionales, el humano desde muy remoto se ha autoimpuesto el status de ser superior al resto de las especies. Como enuncia el refrán: “a razón del artillero” el hecho de haber dominado y gestionado el mundo y ambiente con todo en su interior y contexto para mantener a salvo a la humanidad en su constante e inmutable inadaptación, le confiere credenciales para creer que efectivamente es superior y diferente a todos los demás.
Si a esto le añadimos el pensamiento mágico y la instalación de la ontología divina en la vida de las sociedades, sería válido pensar que el ser humano es obra divina y de hecho así se decretó desde tiempos ancestrales.
No fue hasta el advenimiento de la teoría evolucionista de Charles Darwin (1809 - 1882), que el origen divino del humano era considerado una tautología, más los nuevos preceptos y ópticas observacionales aportadas a partir de Darwin, comenzaron a cambiar dicho posicionamiento en el conocimiento colectivo humano. No obstante, tan grande es su peso específico, que aún hoy se sigue colocando al Humano al margen del resto de la escala biológica, desde el punto de vista de su metambiente (la sociedad, creada por la acción de la humanidad, mas no por su voluntad), al que está sometido y presionado para su selección natural, como ocurre con las otras especies en la naturaleza y los ecosistemas naturales, a los que el humano ya superó.
La consecuencia de esta ceguera selectiva, lleva a que se niegue la parte animal de la naturaleza humana, parte que incide drásticamente en la arquitectura y funcionalidad de las atribuciones exclusivas del humano. Empero no por exclusivas son menos animales ni tienen orígenes evolutivos diferentes.
La animalidad ignorada …
La desestimación de la obviedad de la última frase del párrafo anterior, ha cobrado un precio elevado. El hecho de desestimar una fuente de información y conocimiento a priori debido a una supuesta especialización temprana en los procesos formativos de las personas, hacen que a la hora de elegir sus caminos profesionales, se alejen aún más de fuentes más holísticas y genéricas de conocimiento colectivo humano acumulado a lo largo de la historia. Estos dan el sustento epistémico sobre el cual nos paramos en cada instancia de aprendizaje o exploración, cada día de nuestras vidas. Es imposible por tal razón que exista un humano capaz de contener todo el conocimiento de la humanidad, pero es muy real y necesario que cada uno sea capaz de gestionarlo, es decir, saber dónde buscar, obtener y procesar información y saberes de base para generar nuestra propia plataforma de lanzamiento en la generación de nuevo conocimiento sui generis.
En la era positivista y postmoderna, la ciencia se ha dirigido hacia un método racionalista deductivo y reduccionista para poder dar pasos firmes y seguros en el avance cognitivo, con lo cual realiza como método operativo sistemático la desagregación de los fenómenos de la naturaleza en fragmentos discretos, observables, medibles, cuantificables y repetibles a escala en experimentos que siguen postulados precisos que obligan a ceñirse a paradigmas rígidos como por ejemplo: los postulados de Koch (1843 - 1910) aplicados en microbiología.
El positivismo ha primado hasta el presente y es sin duda una irrefutable manera de comprobar, transmitir y reproducir los fenómenos investigados.
Pero adolece de un punto débil: niega la posibilidad de la observación no algorítmica basada en procesos intelectuales subjetivos inductivo / proactivos que generen situaciones a priori, pensadas aunque no probadas o aún inexistentes; surgidas de observaciones apócrifas, como la intuición, fantasía o creencias y hasta del propio inconsciente. Estas inician como disparador de procesos investigativos y exploratorios que redundan en resultados colectados a la vera del camino iniciado. En este momento y oportunidad, es cuando los procesos racionales objetivos algorítmico/deductivos juegan un papel primordial en la sistematización de lo observado, medición, cuantificación y reproducción (si corresponde) para validación del proceso descubierto en modo inductivo.
Este proceso jamás ocurrió en la incorporación de la fenomenología de la animalidad inserta en la propia del humano. Solo se han estudiado exhaustivamente cada una por separado como compartimentos estancos, discretos e inconexos pertenecientes a los zoólogos, biólogos, antropólogos, psicólogos, filósofos y recientemente informáticos.
Partiendo de la base universal de que son organizaciones evolutivas diferentes y desconectadas, se limitan los estudios a observar comparaciones funcionales discretas y mecanismos neurofisiológicos aislados y discretos, sin establecer hilos de nexo entre acciones racionales humanas e irracionales animales, en sus orígenes y puntos de vista desde cada perspectiva ontológica.
A modo de ejemplo, podemos ponernos imaginariamente en la cabeza de un venado en el bosque silvestre pero seguimos pensando como humanos ubicados cerebralmente y sensorialmente en nuestra zona de confort de humanos evolucionados que ya conquistamos el ambiente natural y lo comprendemos. Ese nivel de ruido cognitivo cortical cerebral, nos impide ver el verdadero punto de vista que el cerebro del venado tiene respecto de la misma situación y sus coyunturas. En consecuencia, nunca un humano va a poder entender lo que “vive” y “siente” y actúa en consecuencia, el venado. Solo podrá describir sus acciones observando desde fuera como una cámara de video viviente. Será muy difícil entonces contemplar hermenéuticamente la subjetividad del animal que se encuentra por razones pragmáticas de selección natural muy disminuida en su expresión y supeditada a los mecanismo algoritmicos que son fácilmente observables desde el exterior.
La humanidad desdibujada …
La concepción de la “divinidad de la humanidad” y la “diferenciación esencial” del resto del mundo animal, ha llevado a la desestructuración epistémica del concepto de humanidad.
Partiendo de esta premisa, cada disciplina científica, artística, filosófica y religiosa se ubica en una plataforma de humanidad excluyente para todo ser vivo existente y desde allí observa al mundo que lo rodea y observa a su propio universo humano; solo que ese universo humano, vislumbrado gracias al exclusivo atributo humano de la introspección, sólo ve lo humano y es absolutamente ciego para el resto del universo que lo permea, contiene y envuelve.
Esta visión de túnel fácilmente se establece y muy difícilmente se logra contrarrestar por el hecho de que el observador perturba con la propia observación, máxime cuando el observado es uno mismo.
Con la humanidad auto observada sucede un efecto asimilable con la paradoja del “Gato de Schrodinger” (Schrodinger 1887 - 1961).
A propósito de Schrodinger, rememorando uno de sus trabajos “La ecuación imposible” a través de la abstracción más profunda, mediante el instrumento intelectual de las matemáticas es posible realizar inductivamente una premisa de tipo inductivo / proactiva.
Esta rama de la ciencia, junto con la física, han mantenido el antiguo precepto renacentista de que el conocimiento es uno y holístico y el entendimiento del universo debe pasar necesariamente por la integración epistemológica y hermenéutica que las ciencias, las artes y la filosofía sinérgicamente pueden dar.
No es en vano que ambas ciencias, son las ejecutoras de la actual e incipiente corriente del pensamiento llamada sencillamente: “Teoría de los sistemas complejos”
La Singularidad: “Cierre de ciclo evolutivo hacia una comunidad de colonia partenogenética”?
Los hubs tecnológicos más poderosos están destinando cuantiosos e inusuales esfuerzos en lograr el paradigma de la amortalidad (término acuñado por Juval Noah Harari en su obra “Sapiens, de animales a dioses” para diferenciar amortalidad de inmortalidad, ya que en el primer caso sería plausible no morir por causas naturales pero no se puede prever causas no naturales como accidentes, o ataques directos).
En la búsqueda de amortalidad, estos megagrupos se agolpan en una frenética carrera de alta competitividad.
Pero debemos hacernos algunas preguntas:
Un individuo impregnado de nanotecnología, algoritmos ensamblados con organismos biológicos que en su concepción más esencial son diferentes; donde las funciones caducas o desgastadas por efecto del tiempo y la función sostenida ¿son válidas para la concepción de humanidad o de ser humano?
¿Acaso se concibe al organismo biológico como un sistema de piezas y partes de una gran máquina? La biónica, nanotecnología e inteligencia artificial tienden a sustituir partes en un cuerpo orgánico/funcional estrictamente mecánico. Mas no contempla la organización cibernética de los cuerpos biológicos.
La concepción de Inteligencia Artificial basada en la inteligencia humana ya desarrollada y en sus preceptos generales, es asentada en ellos para realizar su metodología algorítmica.
Cuando se asume que la hibridación cyborg/biológica, es un hecho, pasamos al estadio siguiente: la “Singularidad”.
Cuando consultamos en la web sobre la singularidad, nos encontramos la siguiente definición:
“El término "LA SINGULARIDAD" se destaca en el punto donde ambas inteligencias (humana y artificial -IA-) se cruzan. En un futuro cercano, la evolución tecnológica alcanzará un punto de no retorno, marcado por la singularidad tecnológica.Oct 25, 2023 “
La pregunta que debemos hacernos es ¿cómo se considera y de donde parte el desarrollo funcional de la IA?
Cuando la fusión entre ambas fuera un hecho, la corporalidad individual dejaría de tener sentido pues por la propia “fisiología de la IA” las redes de Hardware necesaria para mantener esta fusión universal superan con creces las dimensiones corporales individuales e incluso continentales del planeta. El “Transhumanismo” pasa a ser el fenómeno predominante.
Según los portales de la web:
“El transhumanismo es un movimiento que propone la utilización de la tecnología disponible para trascender los límites de las capacidades humanas normales. El cuidado es inherente al ser humano.”
Se supone que en un universo de tales características, la extinción de la especie humana como tal pasa ha de ser un hecho anunciado a gritos, pues mantener un ser limitado y finito que requiere cuidados, mantenimiento, alimentación y respiración permanentes sería fútil.
No sería lógico ni cabría dentro del algoritmo existencial básico del universo cyborg y ya no sería transhumano.
Pasaría lo mismo con cada especie viviente en el planeta y solo sería necesario mantener fuentes de minerales, tierras raras y energía para mantener los hubs y nodos procesadores interconectados a una colonia central.
Cuando se habla de competencia con las ciber tecnologías de avanzada y con la humanidad, se atribuye a las primeras actitudes de conquista, dominio y poder, así como autopreservación y autodefensa.
Estos comportamientos son propios de los grupos sociales humanos compitiendo entre sí para conquistar el mundo o hacerlo entre sí y subyugar al otro en su propio beneficio.
Todas estas actitudes responden a un precepto básico y arcaico que tiene que ver con el instinto de conservación y con el concepto de Finitud del individuo y de la especie toda.
El desarrollo y la adaptabilidad, que genere versatilidad es la consecuencia universal de la certeza de finitud y la posibilidad de muerte. Sin este desafío como motivador al desarrollo propio y colectivo, se estaría en una zona de confort sobre la cual no es posible evolucionar y el estancamiento deviene inexorable.
La búsqueda de confort, estabilidad y seguridad, lleva al estancamiento y el estancamiento si es eficaz funcionalmente, equivale a adaptación y la adaptación equivale como al principio de este ensayo, a pérdida de libertad.
Investidos en un Humanismo discreto y colimado, perdemos de vista nuestra propia animalidad y con ello dejamos de ser buenos animales y pasamos a ser peores humanos.
La teoría de la complejidad, nos ayuda a visualizar un universo más sencillo y contemplable.
Colocar a la especie humana en la cúspide evolutiva puede ser válido si se observa desde el punto de vista de la capacidad de transformación del ambiente para compensar una inadaptación constante. La consecuencia es que el humano domina, gestiona y modifica el ambiente creando su propio meta ambiente en paralelo con el ambiente natural del ecosistema.
El meta ambiente que es la sociedad global, es consecuencia de la acción humana mas no de su voluntad, esta frase ya se ha mencionado varias veces, pues es importante desde el punto de vista fenomenológico.
El metambiente en consecuencia es regido por las leyes de la naturaleza y los individuos y sus grupos están sujetos a ellas y adaptándose para sobrevivir en este ecosistema paralelo.
Para sobrevivir y adaptarse en este ambiente apócrifo es menester lograr versatilidad, la versatilidad está íntimamente relacionada con la libertad.
En este sentido, la libertad se ve influenciada por las variaciones de vulnerabilidad / adaptabilidad / versatilidad.
En el Meta ambiente de la sociedad, la zona de confort es equivalente a zona de quiescencia y estabilidad funcional que podría asumirse como adaptación al mismo.
En la naturaleza, un organismo adaptado casi no cambia, manteniendo un equilibrio quasiestatico.
El ser humano adaptado está en la zona de confort y está adecuado a una fase estacionaria de su meta ambiente particular. Mientras este no se altere, no habrá cambios en el individuo. Pero para ello los individuos deben ceñirse a las condiciones estacionarias del ambiente. Esto es ceder fracciones de libertad o mejor dicho, tener libertad responsable, que implica hacerse cargo de la consecuencias que su capacidad de elegir, seleccionar y decidir impacten en la estabilidad general del ambiente en el que cohabita con otros congéneres.
A mayor estabilidad, seguridad y confort, menor será la libertad en el sentido de la libre acción sin más.
Una sociedad global devenida en singularidad, es comparable con una colmena de abejas o colonia de hormigas, donde cada individuo actúa siguiendo patrones específicos predeterminados y supeditados a la centralidad de un hub de gobernanza global. En este caso ya no podría hablarse de libertad responsable sino de falta de libertad.
Esto implica no solo el fin de la humanidad, pues su concepción y mantenimiento se transformaría en un sofisma per se. Pero además, esta comunidad singular dependería de agentes externos para el suministro de energía y materia primas inorgánicas para su mantenimiento y crecimiento cada vez más invasivo y comunitario. Las comunidades partenogenéticas de insectos por ejemplo, no requieren de suministros organizados externos, sino que interactúan con el ambiente en forma armónica cibernética e inteligente para perpetuarse y perpetuar otras comunidades que en forma simbiótica se mantienen mutuamente.
Finalmente, qué incentivo habría para mantener una supuesta individualidad que supondría la inmortalidad virtual de un individuo si no tiene nada por que luchar pues no tiene nada que perder; es más, su propia existencia biológica humana pasa a no tener sentido y ser fútil.
Esta es la paradoja de la libertad, que así como los demás atributos de la humanidad, se autolimita en función del avance que esta tiene sobre el universo.
Eduardo Terranova, Agosto de 2024