La procesión de la espada del Rey Fernando III ‘el Santo’

Cada 23 de noviembre Sevilla revive una tradición que data de 1255, año en el que el Rey Alfonso X ‘el Sabio’ creó la celebración de la Procesión de la Espada en memoria de la reconquista de la ciudad por su padre Fernando III ‘el Santo’, en 1248. Esta ceremonia, ligada a la festividad de San Clemente, reúne al Cabildo Catedralicio y a la Corporación Municipal en un acto solemne, donde el alcalde porta la Lobera, la espada del Rey Santo, por la hoja; mientras el concejal más joven lleva el Pendón del Rey Santo.

La ceremonia tiene lugar por la mañana, bajo el repicar de las campanas de la Giralda. Multitud de devotos y curiosos se agolpan entorno a la Capilla Real donde, poco a poco se forma una comitiva a la espera de que comience el ritual. Este tiene lugar ante la urna que contiene el cuerpo incorrupto del Rey Santo, custodiado ese día por soldados del Arma de Ingenieros, de la que San Fernando es patrón. El alcalde de Sevilla realiza un juramento solemne en el que da su palabra de devolver la espada tras el acto.

Una vez que coge la Lobera por la hoja, como dispuso el Rey Felipe II, la Procesión de la Espada se pone en marcha para realizar su recorrido dentro del templo. Tras el alcalde camina el Cabildo de Alfonso X ‘el Sabio’; la Casa de Castilla y León; la orden de San Clemente y San Fernando; el Cabildo, que porta una reliquia de San Clemente y la Corporación Municipal, que avanza bajo mazas, escoltada por la Policía Municipal con su uniforme de gala.

Al llegar al Altar Mayor de la Catedral, tiene lugar una misa solemne con la que culmina la parte litúrgica. Finalizada la misa, la comitiva regresa a la Capilla Real, donde el alcalde devuelve la espada Lobera a San Fernando y el Pendón del Rey Santo al Cabildo. Se trata de una de las ceremonias más antiguas de Sevilla y, a la misma vez, una de las más desconocidas para el gran público. Una ceremonia medieval que permanece casi inalterable desde hace más de 700 años.