La silente importancia de este período de transición
Pasadas las elecciones presidenciales y congresuales nos toca volver la mirada al desarrollo. Un nuevo periodo gubernamental llama a retomar los pendientes y reenfocar hacia los nodos del devenir de la nación.
Justo ahora (entre abril y octubre) transcurre una etapa de extrema importancia en materia de planificación sectorial para el país. En este periodo se marcarán las pautas y orientaciones estratégicas de mediano plazo. Podríamos decir que el proceso dibuja la cancha de acción institucional para todo el aparato público. Un ejercicio complejo, imperfecto por demás, que arrastra mucho de lo ejecutado y cuyo nivel de eficacia impactará gran parte de las políticas públicas aplicadas.
¡En los próximos 3 meses se planifica casi media década de acción!
Mucho se debatió entre los candidatos cuales serían las decisiones a tomar para combatir los problemas que afectan el desarrollo dominicano. Los programas de Gobierno de los partidos llegaron a ser específicos en algunos aspectos. Sin embargo, muy poco se puede materializar si el foco no se traslada a capacidad de ejecución a nivel de las instituciones; al quehacer de las organizaciones que constituyen todo el sector público.
Cuando se habla de la calidad del gasto público, de lo que se habla en el fondo (aparte de gestionar con eficiencia los procesos administrativos) es de que las políticas públicas que ejecutan las instituciones del Estado sean efectivas. ¡Que logren resultados de desarrollo! ¿Cómo? Implementando adecuadamente las intervenciones de política pública que se diseñan.
Para que esto suceda debe existir una bien diseñada planificación estratégica institucional, que en suma, constituyan una efectiva planificación de corto y mediano plazo. Solo así se puede garantizar la tan reclamada ¨buena utilización de los recursos¨; con y sin reforma fiscal, por cierto.
Es crucial el período que transcurre durante la transición intergubernamental para los fines de la planificación del Poder Ejecutivo. Entre la resaca que deja el proceso electoral y las decisiones de nuevas designaciones de funcionarios, no se le presta la atención mediática que merece este proceso. De cara al inicio de un nuevo periodo gubernamental, ¿Qué puede ser más importante que la planificación institucional de lo que todo el Estado se plantea lograr en los próximos 4 años?
Pudiera parecer que, si ganó el mismo partido político, el mismo presidente y con él, todo su equipo de trabajo…continuaremos haciendo lo mismo, ¿verdad?... pues no es tan así. Son varios los aspectos a fortalecer, elementos que se pueden suprimir, innovaciones a pensar y esfuerzos que reorientar.
El Sistema Nacional de Planificación e Inversión Pública, así como el de presupuestación, lo contemplan de manera lógica:
Como puede observarse, lo que no se siembre en estos meses, no se cosechará en diciembre en el documento final.
En esta ocasión, los lineamientos para la gestión de la planificación institucional son bien claros. Incluyen instrucciones de todo tipo. No solo para la formulación, también para el seguimiento y la evaluación de las políticas a aplicar. Incluyen responsabilidades transversales y de coordinación con múltiples procesos (ver más allá de la cancha de la organización, cuando haya corresponsabilidad), entre otros aspectos. Más detalles aquí: https://mepyd.gob.do/publicacion/lineamientos-estrategicos-para-la-planificacion-2025-2028
Hago esta descripción del proceso de formulación con mucho detalle, porque me parece tan importante como la ejecución misma de los 4 años de Gobierno. Sin embargo, suele pasar desapercibida dentro de la sociedad. ¡Las conversaciones se activan después… mucho después! Los reclamos y exigencias se traen a la mesa cuando surgen los problemas (o más bien, resurgen), o cuando suceden eventos que evidencian su incidencia por una posible falta de efectividad de los entes llamados a aplicar las medidas respectivas.
El alcance de las instituciones públicas, la idoneidad de sus roles y funciones, e incluso su pertinencia, se validan en este período. Cualquier discusión posterior a este periodo de formulación de mediano plazo es anacrónica. Ya estaría tarde, o en el mejor de los casos, esperaría que el ciclo traiga nuevamente un proceso de actualización de los planes.
¡Ah, que por cierto! Cualquier discusión de reforma fiscal, lleva mucho componente de planificación estratégica institucional. Una planificación irreal, que no se apega al rol que está llamado a jugar la institución, es una apuesta a la ineficiencia. Es una quimera, da espacio a la improvisación ejecutiva. Y esto es un lujo que no se puede dar un presupuesto que ejecuta el 97.50% de sus recursos a través de esta planificación (¡Si, la que se está diseñando ahora!).
Si es improvisando, y dejando volar la creatividad gerencial; sin marco de referencias y sin sentido de consecuencias, da lo mismo que le hagamos una transferencia diaria desde la Dirección General de Presupuesto a las instituciones, para que gasten por caja chica sus presupuestos (exagero).
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La sociedad debe estar tan atenta (tal vez más) al proceso que transcurre en los siguientes meses como lo está a la hora de las rendiciones de cuenta ante el congreso, o cuando vienen las elecciones. Es un deber de todos desde nuestros distintos roles, exigir vehementemente al Sistema Nacional de Planificación que la formulación de mediano plazo se realice con eficacia.
La rendición de cuentas inicia exigiendo una buena carta náutica[1]. Sin esta, el barco no debe siquiera zarpar.
Omar Herrera
Economista / Mg.en Gestión y Políticas Públicas
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[1] Una carta náutica es una representación a escala de aguas navegables y regiones terrestres adjuntas. Normalmente indica las profundidades del agua y las alturas del terreno, naturaleza del fondo, detalles de la costa incluyendo puertos, peligros a la navegación, localización de luces y otras ayudas a la navegación.