La tecnología crea un nuevo mundo para los espacios de trabajo
Es un martes de abril de 2030. Te levantas a las 6 de la mañana, te das una ducha, te vistes y te pones los zapatos antes de salir de casa. De camino al trabajo reservas una sala de reuniones a través de tus lentillas conectadas a Internet y revisas los correos electrónicos de la mañana. En la oficina te recibe un recepcionista holográfico que te dice cuáles de tus compañeros han llegado ya y cuál es tu agenda para el día. Al sentarte en la mesa, las luces y la temperatura se ajustan a tu gusto e inicias sesión en tu ordenador a través de un scanner de retina. El asistente virtual de la entrada te notifica que un colega de Barcelona acaba de llegar a la oficina de Madrid y está trabajando en un proyecto similar al tuyo. Una reunión se organiza automáticamente para la tarde.
Puede que todo esto suene un poco al argumento de un episodio de la serie Black Mirror, pero, en realidad, mañanas como ésta están a la vuelta de la esquina.
Estamos en la cúspide de grandes cambios impulsados por el avance de la tecnología. Para aquellos que trabajamos en una oficina, la buena noticia es que la tecnología hará que la jornada de trabajo sea más productiva. ¿Qué significa esto en la práctica? Controles personalizados de temperatura e iluminación, gestión de suministro de energía y señalización digital (utilizando sensores para encontrar espacios de reunión disponibles), por ejemplo. Pero, más allá de proporcionar simplemente los últimos gadgets, las compañías incorporarán tecnología en sus edificios para mapear, monitorizar y mejorar la eficiencia de las personas que lo utilizan.
Lo más impresionante es que los avances en Inteligencia Artificial (AI) harán que el propio edificio de oficinas en sí se convertirá en una parte importante del equipo directivo. En un futuro próximo, los edificios podrán cruzar los datos de uso de las instalaciones con información sobre los movimientos individuales de los empleados y sus hábitos de trabajo, y utilizar estos datos para facilitar las interacciones y la colaboración entre los profesionales.
Algunas corporaciones ya han probado esa tecnología. Es el caso de alguna compañía farmacéutica y de un banco líder en EEUU, los cuales han empezado a utilizar esta información sociométrica para identificar por qué algunos de sus empleados del centro de llamadas eran más productivos que otros. La conclusión fue que los empleados más productivos eran aquellos que tomaban descansos juntos. De tal forma, se reprogramaron los descansos de los empleados para maximizar las interacciones, con lo que se consiguió un aumento del 10% en la productividad.
Protección de la privacidad de los empleados
En este escenario en constante cambio, las empresas tendrán que poner en marcha políticas de ciberseguridad y privacidad que se adapten a las nuevas formas de trabajar que tienen sus empleados. Dichas políticas deberán ser flexibles y adaptarse a la evolución del lugar de trabajo.
Igualmente, todos estos datos deberán ser protegidos. Una Inteligencia Artificial con capacidad de sugerir reuniones entre empleados de forma significativa y útil probablemente necesitará acceso a correos electrónicos de trabajo, bases de datos corporativas y datos de geolocalización. Esto sólo podría ocurrir con el consentimiento y la comprensión de los empleados sobre el uso de su información personal. Las empresas tendrán que invertir no sólo en mitigar las amenazas de seguridad cibernética, sino también en asegurar que los empleados estén respaldados por esta nueva tecnología en el lugar de trabajo.
Hemos recorrido un largo camino desde los primeros espacios de trabajo compartidos (hot-desking), las máquinas de vending de té y café, o los sistemas informáticos que luchaban para mantener a todo el mundo conectado al mismo tiempo. La tecnología está haciendo nuestras vidas más fáciles y sin duda seguirá haciéndolo, transformando el mundo tal como lo conocemos.
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