La ultraderecha se hace fuerte en Alemania

La ultraderecha se hace fuerte en Alemania

Las elecciones en Turingia y Sajonia han provocado una conmoción en el escenario político alemán y europeo. El notable ascenso de Alternativa para Alemania (AfD), un partido de extrema derecha, refleja un cambio profundo y preocupante en la política regional que va más allá de las fronteras alemanas. El impacto de estos resultados se extiende a toda Europa, revelando un malestar generalizado que pone en tela de juicio la capacidad de la Unión Europea para enfrentar los desafíos contemporáneos.

El gobierno alemán, liderado por el canciller Olaf Scholz, ejemplifica las tensiones internas que están afectando al Estado. La alianza, compuesta por los socialdemócratas (SPD), los liberales del FDP y los Verdes, en lugar de actuar como un pilar de estabilidad, se ha mostrado incapaz de ofrecer soluciones claras a los desafíos actuales. Los liberales, más preocupados por su supervivencia política que por la coherencia del gobierno, se resisten a los cambios propuestos, mientras que los Verdes presionan por reformas que chocan con las prioridades de sus socios. En medio de este conflicto, Scholz ha sido percibido como un líder que no logra controlar la situación, lo que ha aumentado el descontento popular.

Este descontento no es exclusivo de Alemania; es parte de un fenómeno más amplio que recorre Europa. La crisis económica, las preocupaciones sobre la inmigración y el miedo a la pérdida de identidad cultural han alimentado un clima de incertidumbre y desconfianza en las instituciones tradicionales. La AfD ha capitalizado estos sentimientos, presentándose como la voz de los ciudadanos "olvidados", especialmente en las regiones del este de Alemania, que se sienten marginadas desde la reunificación. La narrativa del partido ha resonado con fuerza entre aquellos que se sienten traicionados por la globalización y desatendidos por las políticas tradicionales.

El ascenso de la AfD no solo plantea un desafío interno para Alemania, sino que también tiene implicaciones más amplias para la Unión Europea. En un momento en que Europa enfrenta múltiples crisis, desde la guerra en Ucrania hasta las tensiones comerciales globales, la fragmentación política dentro de sus Estados miembros amenaza con debilitar aún más la cohesión del bloque. La victoria de un partido euroescéptico y antiinmigración en una de las principales economías de Europa es un claro indicio de que la Unión Europea está fallando en abordar las preocupaciones de una parte significativa de su población.

La inmigración se ha convertido en un tema divisivo que ha reavivado las tensiones políticas. La respuesta de la Unión Europea ha sido insuficiente, con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, endureciendo su discurso sin lograr resolver el problema de manera efectiva. Esta falta de acción ha alimentado la narrativa de la extrema derecha, que utiliza la inmigración como un símbolo de la supuesta incapacidad de Bruselas para proteger a sus ciudadanos. La creciente desconfianza en las instituciones europeas está erosionando la legitimidad del proyecto europeo, creando un caldo de cultivo para que partidos como la AfD prosperen.

A medida que se acercan las elecciones federales de 2025 en Alemania, el panorama se vuelve cada vez más incierto. La coalición gubernamental actual está paralizada, incapaz de ofrecer una visión clara o de implementar políticas que puedan revertir la tendencia a la polarización. Los democristianos de la CDU lideran las encuestas, pero su enfoque moderado podría no ser suficiente para contrarrestar el creciente apoyo a la AfD. Este escenario no solo afecta a Alemania, sino que también tiene implicaciones para toda Europa. Un gobierno alemán débil o dividido podría obstaculizar la capacidad de la Unión Europea para responder a crisis futuras, desde el cambio climático hasta la seguridad geopolítica.

Estas elecciones han puesto de manifiesto una fractura profunda en la sociedad alemana y, por extensión, en la europea. El ascenso de la AfD es un síntoma de un malestar más amplio que atraviesa el continente, exacerbado por la crisis económica, la inseguridad cultural y el temor a la inmigración. La incapacidad del gobierno de coalición para ofrecer respuestas efectivas ha creado un vacío que la extrema derecha ha sabido llenar, aprovechando el descontento y la desconfianza hacia las instituciones tradicionales. Este fenómeno no solo amenaza la estabilidad de Alemania, sino también la de toda Europa. Si la UE no toma medidas decisivas para conectar con sus ciudadanos y restaurar la confianza en sus instituciones, corre el riesgo de desintegrarse bajo el peso de sus propias divisiones.

Emb. (r) Igar Paluyán

Asesor para América Latina en Regula Forensics

5 meses

Un panorama bastante triste. Falta entender las principales causas de la situación actual y qué póliticas (y liderazgos) hace falta desarrollar para salir de esta decadencia ...

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