LAS FRONTERAS DE LA VIDA. "LAS CASCADA DEL DESPRECIO"
Luis Alejandro Rizzi
“La sociología francesa llama a esto “la cascada del desprecio”; es decir, el desprecio va bajando y el que está en una menor posición de poder siente desprecio por el que está más abajo, y así sucesivamente…”, asi la explica Juan Gabriel Vásquez.
Pienso que es un poco lo que nos está pasando a nosotros, “las gentes” como me gusta decir.
Hacemos culto al desprecio, al mismo tiempo, conviene decirlo, nos despreciamos “uno mismo”, dicho de otro modo, cada día que pasa nos sentimos un poco menos que el anterior.
Es como si insistiéramos en romper con el “nosismo” para encerrarnos en nuestros “yo”.
El “yoismo” es un modo de romper el vínculo social y familiar.
Un modo de alejaros es la forma de comunicarnos, antes nos hablábamos, por teléfono, en el zaguán, o en los aperitivos de los domingos, previos a los almuerzos familiares.
Dejamos de hablarnos, ahora nos comunicamos mediante mensaje de texto o de audio o sonoros, un modo impersonal, de decirnos cosas sin escucharnos.
Nos convertimos en verdaderos “algoritmos humanos” o en robots de uno mismo.
Nos alejamos del otro, sea un hijo, un nieto un hermano, un amigo, un compañero de trabajo o un simple “conocido”, perdemos esa perspectiva y “experiencia nosística”, nos vamos alejando de lo “social”
Dice Vásquez en el reportaje de Laura Ventura, “…Y en ese presente de horror que construye, en ese presente distópico, produce una ficción que es muy distinta de ese regreso a un pasado más glorioso, sino la promesa de defendernos de una amenaza que no existe, pero no hay nada más rentable políticamente que el miedo bien organizado, y en este caso es un miedo profundamente racista, xenofóbico y muy exitoso.”
Al perder la perspectiva “nosística” y como decía, aislarnos en nuestros “YO”, nos domina el miedo y a la vez, una de las consecuencias de la pandemia del covid, los gobiernos empiezan a usar el miedo como medio político, un “yo asustado” es mucho más dominable, porque nos lleva a “despreciarnos” y la cultura vuela a su extremo opuesto, la incultura, materializando “la cascada del desprecio”, que se podría comparar con “ley del gallinero”, en lo que sería su versión criolla, siempre pierde el de más abajo, que en definitiva en la novela chilena se refiere a como las clases dirigentes se vinculan con el poder vigente, sería un cascada que sube.
Son los “círculos rojos” que rodean al poder, a veces lo condicionan, a veces lo alientan, casi siempre conviven en buenos términos, tienen su moralina, que como se sabe, siempre es inmoral…
Es una forma de este mundo “líquido” sobre el que buceo Zygmunt Bauman o la vulgaridad de Ortega.
Sintetizando, Vásquez decía en otra de sus reflexiones; “Las redes sociales han tenido la consecuencia perversa de encerrarnos a cada uno en un pequeño perfil creado por los algoritmos que nos distingue ligeramente del vecino y enormemente del contradictor o del enemigo ideológico, de manera que rompen cualquier posibilidad de diálogo o de convivencia”.
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Estos encierros, es lo que está demoliendo o haciendo implosionar los regímenes políticos republicanos democráticos, al romper con la conciencia social y perder el sentido de la amistad, como plexo de lo social, vamos cayendo fatalmente en el extremo de las autocracias que en verdad convierte a los gobiernos en administradores de la “miedocracia”.
“No creo que leer mejore a nadie, no nos hace mejores moralmente. Hay sobrados ejemplos de perfectos desgraciados que son grandes lectores.” Dice en otro segmento Vásquez a esos “perfectos desgraciados” Ortega llamó “sabios brutos”
Si llevamos este fenómeno social del aislamiento o “yoismo” a la vida argentina Javier Milei, usa el miedo como medio político, con el que sustituye a las mayorías parlamentarias.
Milei agravia, insulta, es grosero como persona, más o menos dice “al que no obedece lo expulso”, y eso lo extiende a todos y a “todas”, quizás esa sea la “meritoria y abnegada tarea” de Kputo y Karina, esbirros sagrados de las “fuerzas del cielo” y de un ser providencial, con el supuesto don de la “infalibilidad”
Seguramente hoy Ortega hablaría de las sociedades invertebradas, que son las sociedades horizontales, que hacen culto del desprecio, como argumento de vida y medio de poder.
Los Milei, los Trump, los Putin, los Bolsonaro, los “Le Pen”, son el vértice mayor del desprecio, son los grandes “despreciadores” lo demás viene en consecuencia.
Aristocles decía que solo los dementes y los dioses podían vivir, en soledad, fuera de las sociedades, quizás hoy todos somos “dioses caídos”, por eso nos solaza la “cascada del desprecio”