Las narrativas que mueven el mundo
La forma en la que analizamos, interpretamos y contamos lo que somos y lo que hacemos, se sostiene sobre un tejido complejo que son las narrativas; que se van retroalimentando de nuestras propias acciones y decisiones. Para inventar futuros mejores es necesario entender y construir nuevas narrativas, y para eso, es fundamental encontrar el alma (la esencia de lo que estamos construyendo) y abordarla de manera colaborativa.
Nuestra vida personal, los objetivos empresariales y el impacto de organizaciones civiles se ven afectados por la forma y el contenido de lo que se expresa diariamente en su entorno físico y digital. Conversaciones casuales, foros académicos, redes sociales, películas, libros, artículos científicos, noticias… van conformando una base de datos, un marco conceptual, sobre el cual nos basamos para actuar y tomar decisiones. El tejido que une y sostiene todos esos datos y conceptos son las narrativas. Mientras mejor interpretemos ese tejido, más cerca estaremos de afinar una conciencia crítica e incidir en nuestro contexto. Por esto, es tan importante para organizaciones civiles, fundaciones y empresas sociales trabajar la construcción y alcance de nuevas narrativas.
En esta era de sobreinformación y fake news, resulta sumamente importante para colectivos con propósitos socioambientales, trabajar la efectividad de nuestros mensajes. La gran pregunta es ¿Cómo logramos esa efectividad? Creemos que no hay una respuesta. Pero si creemos que hay dos elementos claves sobre los cuales se debe trabajar con especial atención: el reconectar con la esencia del proyecto y la innovación colaborativa.
Muchas veces escuchamos: “algo de lo que dice no me gusta”, o por el contrario: “no sé bien qué es pero me atrae”. Esa parte del mensaje que no sabemos definir con certeza, pero que sabemos que existe, que está ahí, suele ser el alma de las narrativas. Las posibilidades de éxito aumentarán si tenemos claro cuál es la esencia de nuestro trabajo; ahí debemos escarbar, hacer zoom y revisar en detalle. A partir de internalizar esa esencia como propia, será más simple conectar con el mundo que nos rodea. Luego vendrá el momento de encontrar el tono y las palabras que mejor representan esa esencia, así como el canal que se utilizará en cada caso. Tampoco esto último es fácil, lleva tiempo y además va mutando con la experiencia del camino recorrido, pero si el alma del mensaje está presente lo demás fluirá con mayor naturalidad.
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El otro punto se basa en la premisa de que gran parte de la efectividad pretendida dependerá más del proceso de creación que del mensaje en sí mismo. Cuando hablamos de un colectivo, -asociaciones, redes, comunidades- es fundamental que todas las personas involucradas estén empoderadas para opinar, cuestionar y proponer. A eso nos referimos con innovación colaborativa. Todxs deben sentir como propio tanto el ejercicio de pensar alternativas como el resultado obtenido. Ahí está otra de las claves, lograr narrativas homogéneas que representen la diversidad del colectivo.
Construir nuevas narrativas es sumamente importante para inventar futuros mejores. La tarea no es fácil, a veces sentimos que estamos levantando una casa con ladrillos que no podemos ver ni tocar; y hacerlo de manera ética y colaborativa requiere de mucha paciencia y un profundo proceso de escucha colectiva. Ser conscientes y críticos del tejido conceptual que vamos conformando con nuestras palabras, comentarios, mensajes… es el primer paso para generar un cambio en el mundo en el que vivimos; el próximo, es una gran incógnita que solo se podrá resolver en una ronda con quienes tenemos al lado.