Las redes sociales y la edición de contenidos

La edición de contenidos es tan antigua como la Biblioteca de Alejandría, los monasterios del Románico, Gutember y sus Biblias, las enciclopedias de la Ilustración o los galeristas del XIX.

Es básicamente, encontrar y gestionar un contenido en cualquiera de sus formas, ver su valor cultural y social en el momento, comunicarlo de forma relevante y explotarlo con fines económicos o de influencia (y la mayoría de las veces, los dos juntos). No produces: eliges contenidos de otros para contar una historia mayor.

No es algo ajeno a España, pese a lo desafortunado del término importado y traducido de forma ingénua (curation=curación). Cuando me preguntan, con bastante "mala leche", sobre un caso de "curación" español, siempre me viene a la cabeza un ejemplo de los años 80-90. Los múseos de las capitales de provincias españolas estaban repletos de obras religiosas (principalmente del Románico, el Gótico y el Barroco) muertas del asco y del aburrimiento. De repente a alguien se le ocurrió seleccionar las de mayor valor expresivo y artístico y ordenarlas según la edad de Cristo, La Vírgen y los Santos. Encontró un concepto y le llamó las "Edades del Hombre". Las colas de gente serpenteaban los cascos antíguos de las ciudades donde paraba la colección.

Las redes sociales han desarrollado nuevas herramientas tecnológicas en la que millones de usuarios crean contenido. En su camino hacia su modelo de negocio, las redes han re-descubierto (benditos innovadores) la edición-curación del contenido. Primero lo intentaron con algoritmos para conocer el comportamiento de los usuarios. Pero el dato es propio de las herramientas, el "insight", lo que nos ayuda a conectar con nuestro público es sólo del humano. También pidieron al pobre usuario que clasificara y filtrase él mismo el contenido en el caso de los agregadores. Pero ahora han recuperado el criterio de los equipos de expertos "de carne y hueso", como lo eran los enciclopedistas, los monjes de la Edad Media o el propio Andy Warhol, cuya aportación al arte fue tan valiosa como paragüas de tendencias (la Factory) con las obras de otros como con las suyas propias.

Instagram ha decidido seleccionar con equipos humanos los mejores contenidos de determinados eventos (halloween el más reciente).

Twitter acaba de presentar Moments, su pestaña para retransmitir eventos en tiempo real.

Spotify y Apple music saben, también, que una de sus grandes bazas, frente a otros servicios de streaming, son sus playlists confeccionadas por editores expertos en música, y no única y mecánicamente basadas en nuestros hábitos de escucha, si no en cuestiones como nuestro estado de ánimo.

Por otro lado, y aunque resulte menos romántico, en este tipo de canales curados-editados es también muy interesante el potencial publicitario, directamente relacionado con la posibilidad de monetización de estas plataformas. Snapchat, por ejemplo, ya lo está explotando en Discover, donde acaba de estrenar los canales patrocinados, así que no sería de extrañar que Instagram encuentre una nueva forma de poner publicidad nativa al servicio de sus anunciantes.

Por último, las telcom ofrecen plataformas de consumo de contenido. La selección y la forma de acceder al mismo es quien puede marcar la diferencia en el éxito de Netflix, Yomvi o Wauki.

Las agencias deberíamos poder ofrecer estos equipos humanos a nuestros clientes como garantía de eficiciencia e incluso de negocio en su papel de creadores e intermediarores de contenidos que toda gran marca es. Y las grandes marcas deberían tenerlo como prioridad.

Probablemente, los grandes grupos de medios, donde ya se agolpan de forma confederada muchas cabeceras y canales, puedan encontrar en la edición del contenido una vía de servicio a su audiencia y de eficiencia en la gestión de esfuerzos en la creación de contenido.

Sin embargo, en un momento donde hay aún tropas de gente cuya profesión es "creativo" (ni siquiera creador), es un momento que hace que recuperar algo evidente como la gestión editorial de las nuevas herramientas sea "otro" momento.