Lealtades

Nos llevaron ahí distintas lealtades.Tenía un rato libre de cuidar a mamá, hospitalizada hace más de un mes. A mi hermano le tocaba cuidarla así que hoy no iba a estar conmigo. Hermanos desencontrados.

Yo estaba al rayo del sol, una hora antes, por esas informalidades, "es a las 4" y resultó ser que el partido comenzó a las 5 para ver a mi coachee continuar su periplo futbolístico jugando en el regional del Valle del Chubut contra Independiente de Trelew.

La grada estaba vacía salvo otras 2 personas y su pasión, el fútbol, lo llevó a esa grada más vacía que el resto, la de los imparciales. Para cuando lo hizo llegar lo que él denominó su "informalidad", ya iba 1-0 Huracán Trelew arriba con gol del hijo del otro plateísta.

Es raro ser los únicos 4 en una grada. Dios, cómo pegaba el sol.

“A quién venís a ver?” le pregunté.

“A nadie. Me gusta seguir el fútbol del valle. ¿Vos? ¿Quién es tu hijo?”

“Yordanoff, el 15. Está en el banco.”

“Ah, no sos de acá. O al menos no es un apellido común.”

Lo que es común es que la gente asuma que al que venís a ver es un pariente, ¿si no por qué más?

“No, soy su coach. Mi apellido es Lagiard Jones. Jones sí es de acá.”

“Galés o Inglés?”

“No. Inglés no. Galés, galés. Aunque también soy profe de Inglés, hoy estoy en función de coach. ¿Tu apellido cuál es?”

“Moránt.”

“Ah, sos algo del Cachi?”

“Soy el Cachi.”

“Nooo, no te reconocí. Estás más flaco.”

“Es que cuando uno deja de jugar le cambia el metabolismo.”

“Sí, por lo general se ponen más gordos. Te seguí siempre en Colón, en Gimnasia. Eras el único Chubutense no boxeador que hizo algo fuera de la provincia. Al final saliste campeón con Colón?”

“No, salimos segundos dos veces, detrás del River de Francescoli.”

“Mirá, justo soy Coach en la Uni de River" (me salió el autobombo). "Sí, me gustaba ese técnico… ¿cómo se llamaba? Fosatti. ¿Venís siempre a ver a Independiente? ¿Estás de vuelta acá?”

“No, jugué acá. Fue el último club antes de irme a Gimnasia La Plata, vivo allá. La cancha era así, de esa tierra gris junto al sintético, ¿viste? Ni siquiera ese gris, más bien esta tierra de acá abajo.”

“Sí, lo sé, en esa época también estuve en Independiente pero nunca llegué a jugar. No me adapté al entrenador ni él a mí y colgué. Pero ha mejorado la cancha, al menos…”

“Sí, al menos mejoró la cancha y la de Huracán está linda también pero nada más. Sabés qué pasa, somos muy amargos acá. Nunca se hace nada...”

No me sorprendió el comentario; sí que en el mismo día un funcionario local me hubiera dicho lo mismo. Pero no, no me sorprendió.

“Lo digo cada vez que me preguntan por qué no vuelvo. Trelew tiene un solo cine hace 60 años. Lo único nuevo es el museo.”

“Y eso tuvo dinero nacional…”

(Causalmente, el funcionario que luego vi era del museo. “Si no conseguimos infraestructura hotelera pronto, nos come crudos Madryn.”)

“Madryn está jugando por el ascenso ahora, ¿no?”

“Sí, creo.”

Me contó de su vida: 4 hijos, 2 esposas, El Salvador, México, Alicante, Gimnasia y esgrima de La Plata, su primer gran club, Copa Libertadores...

“No sé mi hermano por dónde anda. Lo mensajee pero no aparece. Somos bastante informales en mi familia. Igual nos vemos a la noche. Le dicen Tetè.”

“Quizá esté de aquel lado, con los de Huracán? ¿Será ese?”

Se fue a ver si de hecho “ese” era su hermano y pensé que estaría de nuevo solo, dorándome al sol como pollo al espiedo. Estaba ahí muy a gusto, igualmente, esperando con paciencia a Yordanoff. Creo que casi más que cuando lo veía en Avellaneda, en Racing.¿Por qué esto tenía otro sabor? Quizá porque mi abuelo sí había jugado en Independiente (quizá en los años `30). Quizá porque nunca había podido debutar yo. Quién sabe por qué a los coaches nos gusta ayudar a otro a realizar sus sueños.

Lealtades.

“Volviste.”

“No era mi hermano.”

“Hablando de volver... ¿Por qué te volviste de México, los narcos? ¿Era complicado Juárez?”

“Uy, gol!”

Gol de Independiente y 1-1. Complicado se le ponía a Huracán. Chau a la punta.

“No era lugar para quedarse. ¿Y sabes una cosa? Te mencioné distintos lugares donde se habla nuestro mismo idioma pero no son así, esta charla que estamos teniendo así, espontánea, no se da. Es todo preparado, organizado.”

“Nada informal…, sí. Mi hermano hace años que está en Barcelona y cuando estuve… "No haga esto, prohibido aquello, cuidado con esto que hay multa…”

“Y los Catalanes son muy ellos también.”

Minuto 70 aprox, por fin entró Stieva, metió algunos lindos pases, como suele hacer, y armó la jugada que terminó en gol.

2-1 para Huracán.

“Golazo. Juegan lindo los dos equipos, la verdad.”

Me sorprendió la sencillez del Cachi, me di cuenta que se daba fácil porque teníamos casi la misma edad, habíamos ido a la misma primaria y hasta el primer año en la misma secundaria. Uno se imagina tantas cosas de una persona que se ha codeado con el estrellato. (Què es eso?)

Serendipia.

“Sí, la verdad que se ven peores partidos en la B Metro en Buenos Aires. ¿Sabés cuánto falta?” le pregunté al papá del 11.

“5, creo.”

“Ya termina” dijo Morán. “Que hagan línea de 5 y tu muchacho que la juegue por el banderín.”

“Creo que a eso apunta. Entró bastante bien.”

“No sabés lo difícil que es entrar con el partido en marcha. Entrar en sintonía rápido, es difícil. Y encima hizo calor hoy. ¿Sabés cómo calienta el sintético?”

(Hablé hace unas horas con Stieva y fueron sus mismas palabras. De hecho, el tema para trabajar en el próximo encuentro es eso, pasar de un estado a otro en cuestión de segundos.)

Silbatazo final.

“Un gusto, Cachi.”

“Lo mismo, Christian.”

“Éxitos.”

A dónde nos llevan las lealtades.