Liderazgo de Servicio: 5 Reflexiones para Crecer
LIDERAZGO DE SERVICIO: 5 Reflexiones para Crecer
En el libro “Lideres de Servicio”, propusimos que el ejecutivo del nivel intermedio en la organización desarrolle un nuevo liderazgo, caracterizado por un sólido enfoque en el aprendizaje y mejora, tanto personal como de aquellos a quienes dirige. En concreto, sosteníamos que esto significa dirigir a las personas como fines, y no como unos medios para alcanzar unas metas o propósitos. Un liderazgo, pues, de visión ancha y no solo orientada hacia una gestión de procesos, tecnologías y recursos. Como tampoco solo orientada a un componente social, que si bien atiende parte importante de la realidad humana, no la atiende a toda ella. Así, establecíamos la necesidad de una visión antropológica e integradora de las dimensiones económica, social, y ética para consolidar un liderazgo de servicio[1].
En ese sentido, nuestro estudio planteó seis competencias cruciales que el ejecutivo intermedio debería desarrollar para asumir este liderazgo: impulsar la creatividad e innovación, promover el empowerment, orientarse como coach, gestionar el cambio, trabajar en equipo, y considerarse un aprendiz constante que estimule el aprendizaje de la gente. En otra más reciente investigación, actualizamos y profundizamos estas competencias, planteando tres aspectos que consideramos decisivos para el crecimiento personal del ejecutivo en su afán de asumir un liderazgo de servicio: el autoconocimiento, el desarrollo de hábitos positivos, y el autocontrol[2]. Asimismo, sustentamos que la capacidad de comunicación del ejecutivo es el cimiento para el ejercicio de las seis competencias referidas, y la integridad la raíz que sostiene los tres aspectos mencionados. Afirmamos que estos aspectos son claves para poder desarrollar las capacidades que requieren los mandos intermedios y más aun en una situación de cambios radicales y complejos desafíos.
Estos tiempos difíciles representan una gran oportunidad para reflexionar y meditar acerca de este liderazgo y cómo ha de afrontar con fortaleza y entusiasmo los nuevos retos que se presentan y que vienen impregnados de incertidumbre, desconfianza, y desorientación. Por ello, hoy más que nunca un líder de servicio necesita repensar acerca de sí mismo, forjar comportamientos adecuados a la nueva realidad del trabajo y de la vida, y encausar sus impulsos de modo coherente. De esa manera podrá adquirir el temple, la flexibilidad, y fortaleza interior que los nuevos tiempos demandan. Obviamente, se trata de un liderazgo que no se consigue con simple lectura, con participar en unos webinars o conferencias, o con simple capacitación y desarrollo profesional. Este proceso exige un crecimiento personal consistente, que va más allá de las habilidades técnicas, operacionales y digitales, e incluso de las habilidades denominadas blandas, pues como analizamos en un artículo anterior, estas habilidades blandas pueden convertirse en blandas habilidades-léase débiles habilidades- sino están sostenidas por unos hábitos positivos sólidos[3]. En muchos casos, las empresas y los ejecutivos se abocan con mayor prioridad e incluso obsesión a las técnicas y habilidades que exige la nueva gestión del negocio, los nuevos mercados, y los resultados que se buscan, lo cual sin duda es necesario. El problema radica en no dar el mismo peso y conveniente dedicación a los aspectos humanos de manera integral y consistente. Ahora se valora mucho la resiliencia, y se considera clave para que el ejecutivo afronte situaciones complejas, sin embargo es una capacidad que no se obtiene con charlas o libros, sino que requiere una visión más honda y adecuado esfuerzo de la persona.
Esta realidad humana se constituye precisamente como la columna vertebral del funcionamiento requerido de la nueva organización que hemos de empezar a construir a partir de ahora, y de cada uno de sus nuevos procesos, formas de trabajo y relaciones interpersonales.
Reflexiones sobre asuntos esenciales
A raíz de esta crisis mundial es vital repensar algunos puntos de nuestra vida humana, tanto en lo personal, familiar, como profesional, organizacional y laboral, a fin de crecer interiormente y así afianzar el liderazgo que los tiempos exigen, el cual para nosotros debe estar hoy más que nunca orientado hacia el servicio a los demás:
1.- Cada ser humano es valioso, cada vida vale todo. Cada uno en su rol, ubicación o situación, puede aportar lo que ninguna otra persona puede, pues cada quien es único, irrepetible, y posee unos dones particulares, un talento especial, que no será útil, si no se expresa en el servicio a los demás. Vivimos para dar nuestro talento a otros. Por ello, nuestra primera tarea ha de ser la de re-ubicarnos y re-orientarnos en el nuevo escenario que trae confusión, desorden, desequilibrio. Así, resulta vital re-conocerse a sí mismo, ampliar nuestro auto-conocimiento para identificar nuestras disposiciones y posibilidades frente a una realidad distinta que nunca antes hemos conocido. De esa manera, podremos emprender con adecuado esfuerzo un nuevo camino para potenciar y dirigir nuestras capacidades no solo para sobrevivir, o solo para obtener nuestro bien particular, sino también con el mismo afán, orientarnos a los demás para contribuir realmente a su mejora y crecimiento personal. El enemigo no es el virus CV-19, u otro que aparezca, el enemigo real es el que está dentro de cada persona: el egoísmo, la indiferencia, la indolencia, que no permite salir de uno mismo para darse a otros, y auto-conocerse en la relación con los demás. Cuando salimos de nosotros mismos es cuando nos conocemos realmente y nos expresamos como somos. Solo con un cabal auto-conocimiento es posible desarrollarse como persona y como profesional, y así ponerse al servicio de los demás en cada ámbito en el que nos toque. El líder que realmente se auto-conoce puede conocer mejor a su gente y puede otorgar el empowerment, que en momentos de crisis resulta crucial en cada organización.
2.- Cada ser humano necesita una familia. Ahora nos damos cuenta con mayor claridad que lo más importante que tenemos es ese conjunto de seres queridos que nos conocen bien, nos cuidan, nos atienden, se interesan por nosotros, y sobre todo nos dan su amor y compañía. Y junto con ello, caemos en la cuenta que el lugar más seguro, más tranquilo, más cálido y cómodo es nuestra casa. Pero no exactamente la casa como el lugar físico de tal característica e infraestructura, si no como el ambiente donde uno se expresa abiertamente, donde uno se siente acogido, valorado, y a gusto. La casa es el lugar al cual siempre llegamos y queremos llegar y estar, como afirma mi amigo Rafael Alvira. Ningún lugar por más atractivo que tenga podrá reemplazar a nuestra casa. El punto es cómo contribuimos para que la casa sea el ambiente de calor, paz, y fraternidad que anhelamos. Y además, cómo contribuimos a que la gente a nuestro cargo pueda llevar una vida de familia suficientemente adecuada a su realidad que le permita una vida humana digna. De ahí, que ahora corresponda reconocer y revalorar el ambiente de hogar, a fin de fomentar una convivencia familiar grata, de cuidado y florecimiento de la persona, y no de su deterioro, tanto en el aspecto material como en lo social, emocional, y también espiritual. En la casa es donde encontramos o no, una referencia, un respaldo, el apoyo fundamental para hacerse uno mismo en el camino personal, y continuar haciéndose en los retos de la vida hasta el final de los días. Quien no cuenta con una familia que lo impulse o ayude a ser mejor, difícilmente podrá servir y dar lo mejor de sí a otros.
3.- No tenemos control de todas las cosas. El avance de la ciencia y tecnología, que nos permite vivir mejor, solucionar situaciones diversas y complejas, e incluso poder hacer cosas que parecían imposibles, sin duda representa un gran bien para la humanidad. Y esa debe ser la tarea continua: estudiar los nuevos problemas y adelantarse a ellos, investigar con mejores referencias, y hallar nuevos caminos para la convivencia y el desarrollo del mundo. Sin embargo, ahora nos damos cuenta que por más progreso y avance científico y tecnológico logrado hasta este siglo XXI, no podemos hacer frente y controlar un virus como quisiéramos. Nos ha de quedar claro que los seres humanos no tenemos el control de todo lo que existe. No tenemos poderes especiales para solucionar todo en un instante. Requerimos emplear adecuadamente y con perseverancia nuestras capacidades. Cuando la inteligencia humana es bien direccionada por la voluntad puede descubrir y entender muchas cosas, pero está supeditada a otras fuerzas incontrolables. En estas no solo está la naturaleza, sino incluso la misma libertad del hombre, que es capaz de mucho bien, pero igualmente de mucho mal. Es necesario ser conscientes que nuestras acciones originan consecuencias favorables o desfavorables y que deberíamos estar dispuestos a rectificar y reorientar el camino de acuerdo con el aprendizaje que vamos adquiriendo. De ahí que aprender sea la clave en la vida de cada persona, cada institución, cada nación. Solo quienes aprenden realmente y positivamente están en la posibilidad de reorientarse, adaptarse, mejorarse y crecer. Y de usar su inteligencia y voluntad armónica y coherentemente. Con ese aprendizaje podemos cuidar nuestra fragilidad humana y fortalecernos ante los riesgos y amenazas, potenciando y perfeccionando nuestras capacidades. La fragilidad humana nos demuestra que nadie sabe en qué momento se va de este mundo. Aparentemente todo va funcionando bien, y de pronto ya no funciona igual. Somos seres limitados y ello debería motivarnos a un aprendizaje continuo y profundo que favorezca no solo nuestra satisfacción personal, sino que apacigüe nuestra sed de felicidad. Solo así será posible trascender sirviendo a los demás, dejando una huella, pero de buena referencia para otros. Esa es la razón por la cual el coaching es fundamental para el líder, porque si él/ella se orienta como coach está en posibilidad de generar aprendizaje que impulse su crecimiento y el de los demás.
4.- La relevancia de la Comunidad. Cuando enfrentamos amenazas y peligros que sobrepasan nuestras fuerzas, como cuando buscamos alcanzar objetivos grandes e importantes nos damos cuenta que cada uno solo no puede. El bien común es el bien de todos, y necesitamos buscarlo y alcanzarlo juntos. Con esta crisis apreciamos la importancia del rol de cada institución, de cada organización, de cada comunidad. Y en este caso, unos u otros, muestran un rol más o menos gravitante, como los médicos, enfermeras, fuerzas armadas, policía, entre otros. Ellos en las calles, hospitales y diversos ambientes han estado enfrentando esta difícil situación y exponiendo sus vidas, incluso algunos la han perdido sirviendo a los demás. La comunidad es crucial cuando de ayudarse mutuamente se trata, y es lo que ahora constatamos, que ante la complejidad de la vida en sociedad es preciso unir esfuerzos, contribuir todos y cada quien con su parte, sea grande o pequeña, todo cuenta, todo suma. Y la comunidad ha de funcionar como un trabajo en equipo fraterno, convicción que no se adquiere con leyes, directivas, o entrenamientos, sino con la identificación del otro como complemento de uno y viceversa. Igualmente, cada comunidad en particular, cada conjunto social ha de identificar y proporcionar su mejor ayuda, en beneficio del todo superior. Claro que se necesitan instituciones públicas dotadas de funcionarios y directivos competentes e íntegros, y ahí lamentablemente existe una brecha aun. Si alguna parte de nuestro cuerpo sufre un dolor o herida, todo el cuerpo en conjunto reacciona de inmediato y se focaliza en esa parte, y trata de aliviar el problema ocasionado. Si una parte falla repercute en todo el cuerpo. De igual forma una sociedad responsable y solidaria centrada en el bien común, aprende no solo a cumplir un rol, o dar algo, sino a darse cada quien, en bien de los demás. Solidaridad, colaboración, compromiso y generosidad son cualidades esenciales para luchar contra la adversidad. Eso es justamente lo que mostraron quienes cumplieron fielmente su misión incluso sin los medios, ni condiciones adecuadas para hacerlo. Son auténticos líderes de servicio, ahora héroes de la nación.
5.- Alimentación espiritual. Al inicio del confinamiento la desesperación y premura por conseguir alimentos para el cuerpo, fue notoria, y entendible. La más urgente necesidad humana es atender lo básico: comer. Y ante la posibilidad de que falte alimento para la familia algunos compraron en cantidades. Al transcurrir las semanas muchos se empezaron a dar cuenta que les faltaba otro alimento. Con mayor o menor consciencia de que un ser humano no solo tiene un cuerpo de carne y hueso, sino también una realidad intangible, llámese espíritu o alma, se han percatado o reconocido que esto significa una parte gravitante para vivir sin sobresalto. Sea cual sea la creencia o religión, lo cierto es que mucha gente empezó a sentir el deseo de expresar de una u otra forma, su orientación a un ser infinitamente superior que le escuche y lo saque de esta fatal y extraña situación. Ello demuestra la semilla que tiene sembrada el ser humano en su corazón, que lo orienta a un Dios creador y todo poderoso, del cual necesita su atención y ayuda especial en momentos tan complicados o difíciles. En efecto la persona es un ser pluridimensional en el cual la parte espiritual resulta esencial, aunque en tiempos tranquilos, o de bienestar, no le dedique el interés debido. No obstante, ahora vemos que es un aspecto que se necesita alimentar pues nos provee de la fuerza que no brindan los alimentos materiales, del temple y equilibrio que no se encuentra en otros aspectos de la vida humana. Por ello, un líder de servicio auténtico respetando la libertad de cada quien, ha de facilitar, no impedir, la religiosidad personal, la tenga o no, considerando que es una dimensión relevante, tanto o más que las demás, para que una persona sea feliz. Y son las personas felices quienes pueden con mayor posibilidad descubrir con creatividad nuevos caminos, soluciones, y mejores senderos.
Estas cinco reflexiones nos pueden ayudar a desarrollar y aplicar con coherente intención y conveniente orientación las seis competencias que recomendamos para el liderazgo de servicio. Y sin duda, nos ayudan también a ampliar nuestro autoconocimiento, el cual no terminamos nunca de completar. Un paso más decidido y esforzado será indudablemente adquirir unos hábitos concretos, que ahora resultan claves para emprender con entusiasmo unas nuevas formas de trabajo y de vida. Y además para estar en posibilidad de conducir convenientemente los cambios, pues si quien dirige no se dirige asimismo, será complicado que dirija a los demás. En suma, este esfuerzo se justifica por ser el firme camino para plasmar en realidad un nuevo y mejor modo de ser. Esos hábitos serán los que permitan tallar el temple y forjar el carácter, logrando así el autocontrol. Y aunque sigamos fallando habremos podido crecer lo suficiente, seremos capaces de convertir a los demás en fines, y evitar el retroceso, que es lo que en esta compleja situación debemos evitar, como persona y como sociedad.
- “Lideres de Servicio”, Lucio Lescano Duncan (2012). EIUNSA, España.
- “Reorienting the Role of Middle Managers”, Lucio Lescano Duncan (2019), Revista Empresa y Humanismo, Universidad de Navarra, España.
- “Habilidades Blandas o Blandas Habilidades”, Lucio Lescano Duncan (2018), Blog Leading by Service.
| MBA Alta Dirección | Ing. Higiene y Seguridad Industrial | HSE Senior Oil&Gas | Safety Process PSM
4 añosExcelente artículo... crecer en las dimensiones de la persona.. gran reto.
General Director-CAME, School of Middle Management
4 añosEl liderazgo tiene su raíz en el servicio a los demás. Y exige hacerse uno mismo constantemente, es decir, ir madurando de modo consistente en las distintas dimensiones de la persona.