LIDERAZGO FEMENINO: LIDERAZGO RELACIONAL
Es preciso destacar que el liderazgo desplegado por las mujeres genera mayor impacto y es el requerido por las nuevas organizaciones. Porque el liderazgo relacional –marca registrada femenina– es más empático, resonante, abarcativo, integrador y comprensivo que el liderazgo tradicional masculino –innato en los hombres–, denominado “transaccional”.
El liderazgo transaccional es básico. Se trata de generar un acuerdo de parte con el colaborador: yo te doy una tarea y te enseño a realizarla; si la realizas bien te premio, si la realizas mal te castigo. Es un toma y daca. Es el do ut des (te doy para que me des) del derecho romano, asentado en la reciprocidad de los pactos y acuerdos. Aquí hablamos de la famosa frase: “Te pago para que trabajes”. En esto no hay cercanía o emoción y cero intuición. Como resultado de este pobre tipo de ejercicio de poder, más que de liderazgo, se obtiene lo que se propone: trabajo y solamente eso, trabajo.
No existe un compromiso por parte del colaborador, ya que no se siente motivado a dar lo mejor por alguien que solo lo ve como una herramienta operativa. Es un liderazgo cortoplacista.
Pero hay una muy buena noticia para todos. Las nuevas generaciones son portadoras de las habilidades sociales necesarias para el desarrollo de un nuevo estilo de liderazgo, basado en el compromiso con el otro, la tolerancia y mucho más compasivo con el entorno económico, ambiental y social. Un auténtico liderazgo sustentable.
Por ello, el liderazgo relacional, más cercano al liderazgo sostenible, trata de construir puentes con significado, basado en emociones y palabras positivas que construyen una relación sana y respetuosa de las individualidades. Este despliegue genera un lazo de afectividad y entendimiento con el otro. Es una adecuada dosis de proximidad, afecto e influencia.
Como toda acción de liderar lleva intención, actitud y decisión, ellas deben estar impregnadas de valores firmes que apuntalen la característica y cualidad de un buen desempeño, puesto que cada liderazgo se ejerce con la impronta de nuestra calidad humana. Con estas acciones no solo obtiene un muy buen rendimiento de su equipo, sino que excede lo laboral, al tener colaboradores que saben para qué tienen "la camiseta puesta”, entregados a brindar toda su creatividad y aportes sinérgicos que faciliten la tarea.
Las mujeres son capaces de ejercer un liderazgo más diverso, cercano e integrado a otras dimensiones mucho menos evidentes que, a los ojos del liderazgo masculino, se escapan. Se trata de una mirada mucho más contenedora, basada en las emociones y el desarrollo holístico, que supone una mirada humilde y compasiva.
La complejidad de esta mirada les permite bucear en aspectos de realidades humanas fundamentales para comprender el accionar del otro. Este propio liderazgo relacional femenino no persigue el protagonismo, está y no está, participa como facilitador, no se entromete, guía, deja hacer. No trata de imponer sus razones; ayuda a que la encuentre el equipo, confía y por sobre todas las cosas enseña con el ejemplo dejando huellas.
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Cada vez más se hace evidente esta ventaja significativa en el género femenino para liderar las actuales organizaciones que requieren líderes comprensivos, sensibles, colaborativos y transformadores. Un liderazgo sostenible concentrado en el servicio y la relación.
Por todo lo expuesto, considero que la mujer hoy, protagoniza un momento muy especial en la historia y se encuentra mejor equipada de forma innata y profesional para gestionar el nuevo talento.
En este camino de la construcción de confianza formará equipos más efectivos, porque con su alta gama emocional promoverá grandemente el capital humano y social de las organizaciones, motivando y contagiando entusiasmo, no por lo excepcional de sus habilidades o capacidad técnica, sino por la superlativa sensibilidad que expresa en cada toma de decisiones con foco en el verdadero talento humano.
Dr. Claudio Rodríguez Agüero
Del Libro: Cómo Liderar el Nuevo Talento, Ed. Vértice de Ideas, CABA - Argentina
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