"¿Liderazgo fuerte?"​

"¿Liderazgo fuerte?"

Lic. Santiago Arévalo - Director.

Coach Consultores

En la administración de empresas, y especialmente en el desarrollo de eje­cutivos, es considerado como total­mente obvio pensar que lo que debe­mos buscar son "líderes fuertes", que lleven a nuestras organizaciones hacia el futuro. Líderes con gran visión, empu­je, sentido de urgencia y capacidad po­lítica. Las personas que presentan estas habilidades y características son las con­sideradas con mayor potencial por las áreas de desarrollo de las empresas.

Sin embargo, una de las paradojas más importantes con que nos enfrentamos es que el lideraz­go fuerte, más que potenciar el desarrollo de los seguidores, se convierte en un obstáculo para ello. El líder fuerte necesita se­guidores, y no precisamente seguidores que cuestionen todo y cada uno de sus pasos, sino seguidores incondicionales.

Hoy empezamos a damos cuenta del riesgo que esto implica, ya Voltaire decía hace un par de siglos que "aquel que tiene el poder de hacerte creer cosas absurdas, tiene el poder de hacerte cometer injusticias". Esta frase cada vez es más vigente en nuestras sociedades, empresas, universidades y en cualquier ámbito donde se hable de liderazgo, es de­cir en todos.

"El liderazgo fuerte" significó siempre, poder y dominio. El dominio produce inseguridad. La inseguridad produce du­da y falta de confianza. La duda y falta de confianza produ­cen un sentimiento de "insignificancia". La insignificancia produce una "Cosmovisión fatalista". El fatalista nunca fue positivo ni proactivo ni generador de ideas para la autogestión. Por lo tanto, necesitamos desa­rrollar un nuevo entendimiento de lo que es el liderazgo y có­mo se debe desplegar en el mundo actual. Un mundo en el que es totalmente normal e, incluso, deseable que el jefe no sepa más que sus subordinados y no sea el experto en el pro­ducto o tarea específica. Su especialidad debe ser liderar per­sonas autogestionadas.

Si tuviéramos suficientes personas autogestionadas, que Iideran realmente sus vidas, no sería necesario contar con líderes fuertes.

Además debemos entender y valorar la diferencia entre li­derazgo personal y el liderazgo fuerte. El primero, a través de un proceso de mejoramiento personal, nos convierte en mejores personas y profesionales, el segundo, por su parte, bus­ca mantener una distancia entre el líder y sus subordinados. Esta distancia, en mi opinión, es hoy cada vez más difícil de mantener y, también, menos deseable.

El problema de fondo no es si tenemos o no suficientes líderes "fuertes", el gran problema es creer que lo necesitamos. Estoy convencido de que si tuviéramos suficientes personas autogestionadas, que lideran realmente sus vidas, no seria necesario contar con líderes fuertes.

El Dr. Ron Jenson, en su libro "Viva la Vida, no sobreviva", habla de edificarse mutuamente, y la habilidad fundamental y necesaria para edificar a aquellos que nos rodean es halagar, ex­presar confianza y apoyar. Mark Twain expresó: "puedo vivir dos meses después de haber recibido un buen halago". Y Charles Schwab, el gran empresario del acero, dijo: "nunca he visto a una persona hacer un trabajo a conciencia, excepto bajo el estímulo del aliento y la aprobación de las personas para quienes está trabajando" .

La prioridad no debería estar, entonces, en el desarrollo de algunos líderes fuertes sino en el desarrollo del liderazgo per­sonal y la autogestión en todas las personas. Una de las gran­des disfuncionalidades entre los líderes denominados fuer­tes y los líderes transformacionales, se fundamenta en que los últimos mencionados comprenden a las personas, no impor­tando, la opinión que tengan acerca del estilo de liderazgo de él; mientras que los primeros mencionados nunca lo hacen.

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