Llamado a la sensatez con el teletrabajo

La coyuntura que estamos viviendo ha obligado a miles de empresas a enviar a sus trabajadores a sus casas para laborar en modalidad de teletrabajo. Desde hace años se viene hablando de las bondades de trabajar desde el hogar y hay estudios que señalan que la productividad de las personas se incrementa bajo esta forma de trabajo. La pregunta que surge ahora es ¿cuántas empresa continuarán con el teletrabajo y cuántas regresarán a la modalidad presencial cuando todo esto pase? Probablemente esto dependa en buena parte de los resultados que obtengan de este experimento obligatorio que les tocó llevar a cabo.

Para evaluar la productividad del teletrabajo bajo las circunstancias actuales no es justo comparar a las personas por su rendimiento anterior y con su desempeño  durante esta etapa de teletrabajo, ya que las condiciones no son para nada iguales. Es necesario tener en cuenta que en estos momentos las personas estamos teniendo que lidiar al mismo tiempo con el trabajo y los oficios del hogar, al igual que con el cuidado de los hijos, y en varios casos de otros familiares. Esto sin nombrar algunas otras exigencias que todos estamos enfrentando como pueden ser los problemas con la tecnología, la desinfección de todo y el encierro. Y fuera de eso, estamos teniendo que lidiar con el tobogán de emociones que esta crisis genera. Además de todo lo anterior, hay que tener en cuenta que la mayor parte de la gente no tenía acondicionado su hogar para el teletrabajo y el telestudio, lo cual genera dificultades adicionales.

Eso quiere decir que las personas estamos prácticamente al límite y atrevernos a juzgar nuestro rendimiento en esta situación negativamente es básicamente carecer de toda humanidad y objetividad. Es un momento para tratarnos con compasión a nosotros mismos y no darnos duro por no estar rindiendo con el trabajo igual que antes, ya que estamos teniendo que exigirnos en varios aspectos que necesitan nuestra atención y que no podemos dejar desatendidos. Tal vez nunca habíamos rendido tanto, solo que ahora tenemos que hacerlo en muchos más frentes que antes. Si antes hacíamos malabares por decir algo con tres actividades, ahora nos está tocando hacerlos con siete u ocho, cosa que obviamente es nueva para las mayor parte de los hombres, porque para muchas mujeres esto ya era una realidad.

Una consecuencia positiva de esta situación es que nos está ayudando a valorar el esfuerzo que exigen aquellas actividades que son esenciales para el bienestar y la convivencia con nuestros seres queridos y que en mayor o menor parte, según la situación de cada quien, teníamos delegadas en otros. Esperemos igualmente que el hecho de que las circunstancias de la cuarentena estén golpeando tanto a los dueños, directivos y demás colaboradores, haga que finalmente en las organizaciones se tome verdadera consciencia de que las personas que las conforman son seres humanos y no piezas mecánicas.

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