Locuras en Villa Disparate

Locuras en Villa Disparate

La brujita madrina (fragmento)

(.......)

 Camino a su casa, Lula tuvo una idea. –Vuelvo en unos días –avisó a su familia

–Iré a Reinoazul a ofrecer mis servicios de hada madrina.

–¿Y por qué vas tan lejos?– le preguntó su marido, el gigante Braulio.

–Las verdaderas hadas madrinas trabajan con princesas y en Villa Disparate no hay ninguna. Supongo que fue eso lo que falló.


Y así la brujita se montó en su escoba y partió rauda hacia el horizonte. Pero no tardó demasiado tiempo en volver.

–¿Sucedió algo?¿Cómo le fue?– le preguntaron todos al verla regresar tan rápido. –Pues... ¿Leyeron los cuentos en los que un príncipe se convierte en rana hasta que una princesa lo besa y deshace el embrujo?


Los vecinos asintieron intrigados  –Creo que necesitaremos un gran número de príncipes y princesas de buena voluntad.


– ¿¡Qué hizo!?– Le preguntaron todos.

–Convertí a todos los miembros de la corte en ranas.

–¿Eso deseaban?– se asombró don Grullo.

–¡No! Lo que ellos deseaban era encarcelarme por bruja. Apenas llegué al palacio, los príncipes y las princesas me rodearon y comenzaron a gritar: "¡apresen a la bruja!". Me asusté tanto que lancé un hechizo.

–Creo que se lo merecen. No fueron amables. A lo mejor así aprenden un poco de buena educación –opinó don Lechuzón.

–Pero no podemos dejar a la corte del país vecino saltando en los charcos del jardín– reflexionó don Grullo –¿Cómo se deshace el encantamiento?

–¡Besando a a cada uno de los batracios!, pero no hay problema porque las doncellas y los jóvenes de Villa Disparate pueden hacerlo muy bien.


–¿Y si pedimos la ayuda de alguien más?- preguntó Don Grullo sospechando que no resultaría tan sencillo convencer a los adolescentes del pueblo.

–Pidamos el consejo de la abuela Sol que de joven fue hada y madrina– propuso Feliza.

Aunque hacía mucho que estaba retirada, apenas le explicaron lo sucedido, la abuela desempolvó su vieja varita y partió hacia el reino enranado. Muy entrada la tarde, la vieron volver.

–¡Por fin! ¿Cómo le fue?– preguntó Don Grullo.  

–Tengo buenas noticias, la corte en pleno recuperó su forma humana. Todos suspiraron aliviados. – Pero...,tengo una duda: ¿ellos siempre caminaron dando saltos?

–No.

–Ah, pues entonces casi lo logré –suspiró la abuela.

Todos se miraron un poco desconcertados, pero había en la villa un problema mucho más urgente que atender.


La brujita está triste

La brujita Lula se puso triste. Una tristeza que empañó todo el pueblo, porque cada vez que suspiraba una niebla violeta se extendía por el lugar. A fin de consolarla y, de paso, lograr que la niebla se disipara, Mariula, la domadora de tormentas, fue a verla.

Con la misma idea llegó Alirio, el pintor, quien desde la esquina vio a la joven Mariula con su sonrisa brillante y pelo enrulado frente a la puerta de la casa de Lula, envuelta en una gran capa de niebla violeta.

–¡Qué imagen para un cuadro!– pensó –Perdón, señorita: ¿Podría retratarla? Mariula miró al muchacho de mirada encendida y le contestó

–¡Encantada! Y ambos se fueron, olvidando a la brujita.

Por suerte, poco después acudió la abuela Sol –¿Por qué estás tan triste?– le preguntó a Lula.

–Quise ayudar y todos los hechizos me salieron mal.

–No fue tu culpa . ¡Ay!, ¡si supieras la cantidad de princesas que reclaman furiosas porque sus deseos no resultaron como pretendían! El de hada madrina fue siempre un oficio ingrato ¿Porque crees que ya no quedan más?

–¿Es cierto eso? –Claro que sí. Has hecho tu trabajo muy bien. Incluso, mejor que muchas de nosotras. La brujita se sintió mejor y la niebla se disipó.

(...) Continúa....

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