Cuentos con hadas
Hada sin poderes
¡Por fin haz abierto el libro! Te estaba esperando…
¡Tal vez tú puedas ayudarme a recobrar mi magia!
Me presento: Soy el hada Mum.
¿Cómo fue que perdí mis poderes?
Pues te contaré:
La reina Liz era la mas bella hechicera del reino Azul. Elfos, príncipes y caballeros suspiraban al verla pasar. Todos admiraban su piel de seda, sus ojos enormes, su larga y oscura cabellera.
Pero esta dama tan linda nunca decía frases amables de esas que dan consuelo y abrigo, jamás prestaba su ayuda a quien la necesitara, en fin, les aseguro que su belleza era tan grande como su maldad.
Un día llegó al reino un hada proveniente del mar. Su larga cabellera verde y sus ojos luminosos asombraron a todos. -¡que linda es!- dijeron los príncipes. –¡Nunca hemos visto belleza igual! Y decían la verdad, la extranjera era increíble!
La reina apenas la vio, tuvo un enorme ataque de rabia y mal humor.
Y con cada elogio que recibía el hada, el fastidio de Liz aumentaba.
Hasta su leal espejo quedó tan deslumbrado por la recién llegada, que por un instante, en lugar de reflejar a Liz devolvió la imagen del hada. Esto fue demasiado para la reina. Sus cabellos se erizaron furiosos, sus ojos relampaguearon y por fin estalló con voz de trueno:-¡Basta! No quiero que nadie más pueda su belleza apreciar!- y lanzó un hechizo:-Troche y moche que sea siempre de noche.
De inmediato, los árboles y las flores perdieron su brillo. Un manto negro envolvió el reino. Ya nadie podría ver al hada, tampoco pasear ni jugar ni bailar al claro de la luna ( porque Liz lo había apagado).Los niños, los duendes y las hadas menores se pusieron a llorar.
Yo me enojé-- devuélvenos la luz- grité.
--Mum, ten cuidado –dijeron las hadas. Pero yo estaba furiosa.
¡Habían sido tantas las cosas feas, los comentarios burlones, los gestos despectivos, tantas las injusticias que Liz había cometido sin que nadie se atreviese a frenarla jamás!
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Aunque mentiría si les dijera que pensé en eso en aquel momento. No, en ese instante sólo sentí una gran furia, una rabia que había engordado durante mucho tiempo hasta estallar.
Sin pensar en el peligro tomé el cofre, donde vi que Liz había escondido la luz del día y escapé.
--¡Num no!!!- me gritaron las hadas aterradas. Pero yo, tan rápido como pude, abrí la caja y solté el resplandor. En un instante el bosque y las flores volvieron a brillar.
Entonces vi que Liz, estaba delante de mí, ví sus ojos relampagueando de furia
--¡Ay Num, ¡qué has hecho!- murmuró temblando el hada Ler.
La reina, pálida de rabia, adoptó una expresión fría, me apuntó con su varita y dijo en un idioma extraño:
-- ¡Aigam areufa!- y luego desapareció en el aire.
−¿Que me ha hecho? pregunté a mi alrededor. ¿Acaso tengo un solo ojo, me sobra una nariz?
--No, luces como siempre − me contestaron
−¡No me ha hecho nada!- suspiré. Y por un tiempo no noté nada extraño, pero cuando quise ordenar mi cuarto, tomé la varita y quise decir las palabras mágicas, éstas salieron al revés.
Por mas que intenté no logré que rimaran (todos saben lo importante que son las rimas para los hechizos) y entonces comprendí Liz se había llevado mis magia.
¿Dónde estará la reina? Ella huyó llevándose mis poderes consigo.
Quizás tu puedas ayudarme a recobrarlos..
¿Cómo? Te lo iré diciendo.