Los cadáveres primero, luego las personas

Los cadáveres primero, luego las personas

Para crear una narrativa, la etapa inicial de la investigación es generalmente exploratoria, lo que en mi particular práctica profesional suele ser un atracón de lectura online y offline: me atiborro de información extraída de cualquier fuente documental que me provoque interés, sea en línea o impresa.

Escudriño fuentes de internet en torno a mi tema, desde websites, redes sociales y presencia pública (prensa) de la organización objeto de mi interés hasta el comportamiento del mercado y la industria global a la que pertenece. Puedo extenderme, y usualmente lo hago, al contexto político, económico y social en el que hacen vida los protagonistas, los actores de reparto y las audiencias de la narrativa que está por nacer.

No solo busco a los protagonistas en Google, sino que lo hago a través de cada una de las opciones que me ofrece el buscador, pinchando la pestaña “Todos”, luego “Imágenes”, excepcionalmente “Maps”, pero invariablemente voy a “Videos” y “Noticias”. Es sorprendente lo que aparece cuando haces ese ejercicio, incluso si tú mismo te buscas de esa manera, entrando por las diferentes opciones del buscador. Seguramente te encontrarás en lugares, entornos y contenidos inesperados y descubrirás conexiones impensables en tu rastro digital. 

 Lo mismo pasa con los temas o los protagonistas, sean estas personas u organizaciones. Es la manera más rápida y menos costosa de ver los sujetos en contexto, por lo menos en su contexto digital. 

 También invierto unas horas revisando los muros digitales de las personas (físicas o jurídicas), los comentarios de sus seguidores, quiénes les siguen y a quiénes siguen. Se aprende un mundo como sabueso digital y se extraen muchas informaciones útiles para profundizar en la fase siguiente de investigación, se identifican y se seleccionan más acertadamente las personas que servirán de fuentes o el terreno de campo donde se puede ampliar el conocimiento.  

 “¿Cómo vas a conocer al tigre, si no vas a la selva?” 

Si existen memorias, reportes, biografías, historias, discursos, currículos, encuestas, libros sobre el tema objeto de mi investigación me zambulliré en ellas, pero aunque la lectura es una invaluable herramienta investigación, rara vez es suficiente por sí misma. En algún punto será necesario llegar a otros. Hablar con la gente sobre sus pasiones. Observar su comportamiento. El contacto con la gente ofrece perspectivas que no encontrarás en las fuentes documentales, así como una vitalidad y autenticidad que seguramente se manifestará en tu narrativa. 

Un recurso que recomienda Dan Brown es descender al terreno donde se desarrollará tu historia, para hacer registros mentales de lo que ves, oyes, hueles, sientes y tocas, como una forma de empaparte del ambiente. El autor de “El Código de Da Vinci” recomienda ir a esos lugares sin ningún dispositivo de grabación, lápiz o papel. “Tu propósito es absorber el espacio y sentir cómo es estar allí”. Toma notas mentales de los elementos que más te impactan, recomienda el reconocido autor estadounidense. Sólo más tarde, regresarás con cuadernos y cámaras. Esta segunda visita es para recopilar la mayor cantidad de información, cuya consulta resultará útil mientras estás escribiendo tu relato.

 En el mundo de los negocios, la aplicación del consejo de Brown puede consistir en visitar tiendas, sucursales u otros canales de distribución de la empresa, la planta física, áreas de producción de la organización y la comunidad donde opera. Es una buena oportunidad para observar cómo se comporta la gente, cómo es su entorno y cómo interactúa con otras personas, con las cosas y con su contexto en general. 

De los fiambres a la vida

En la profesión periodística se les llama "fiambres" a las noticias viejas, la información ya publicada, misma metáfora que se usa en otro contexto para referirse a los cadáveres. En una ocasión habré oído a algún historiador decir que su oficio consistía en trabajar con cadáveres, no tanto porque estudiaba los hechos relacionados como personas del pasado remoto, sino porque trabaja con documentos. 

Cuando se quiere crear una narrativa que toque los dilemas de la vida de la gente, sus necesidades más sentidas, necesariamente habrá que pasar de los cadáveres a las personas vivas como fuentes. Es el momento de cerrar la computadora e ir a la calle y hablar con la gente, verla en el terreno de juego, entenderla no solo como cliente sino también como persona. 

Para mí, hablar con la gente y entrar en su mundo, no significa echar mano de los métodos tradicionales de investigación social o de mercado, como encuestas o grupos de enfoque, que si bien tienen las bondades de la representatividad, tienen la debilidad de que rara vez arrojan revelaciones.

La mayoría de las encuestas no descubren hallazgos, sino  que confirman lo que uno presume o claramente sabe. En los grupos de enfoque, los líderes de opinión participantes tienden a dominar “la conversación” y a “contaminar” las opiniones de los demás o a provocar la inhibición de  otros participantes menos expresivos. 

Las entrevistas en profundidad

Mis herramientas de investigación preferidas son las entrevistas en profundidad y los recursos de la investigación etnográfica, que consisten en mimetizarse en la comunidad que se investiga, como un ejercicio de empatía que conduce al conocimiento profundo de las personas. Ambas modalidades tienen diferentes ventajas que se utilizan dependiendo de las  facilidades, factibilidad, duración y presupuesto de la investigación.  

 ¿Qué es una entrevista en profundidad? Una conversación personal, preferiblemente presencial, en el que el entrevistador, acompañado de un cuestionario semiestructurado, abierto y flexible, se propone descubrir lo que realmente es importante para su entrevistado, lo que genuinamente le preocupa, cuáles son sus necesidades e intereses, tanto los manifiestos como latentes. 

 El cuestionario es una guía de conversación y en modo alguno es una camisa de fuerza. Pudiera ser incluso que la conversación tome un camino diferente a lo previsto, aun permaneciendo dentro del tema que motiva el encuentro, y que el entrevistado vaya entregando espontáneamente insumos valiosos e inesperados. En ese caso, es perfectamente aceptable y hasta conveniente abandonar el cuestionario, para dejar que la conversación fluya de la mejor manera. 

Esa guía de conversación usualmente va desde lo general a lo particular, desde un sector industrial, por ejemplo, hasta llegar a la compañía específica que motiva la conversación. Al entrevistado se le garantiza la confidencialidad de la fuente, para que se sienta totalmente cómodo de expresar lo que siente, durante una conversación de aproximadamente 30 ó 40 minutos. 

Las fuentes de estas entrevistas suelen ser voces representativas de las audiencias prioritarias de la organización, que pueden ser clientes, usuarios, tomadores de decisión, líderes de opinión, reguladores, supervisores, distribuidores, autoridades del gobierno o legisladores,  financistas, especialistas o analistas de la industria, investigadores, colaboradores, líderes de la comunidad, académicos, etc. 

En ese espectro, las voces tienen distinta importancia, y, dependiendo de ella, se decide el número de entrevistados por audiencia.  Pero tanto de la selección de las fuentes como de la forma de realizar las entrevistas escribiré en una próxima entrega, contando lo que aprendí una vez empecé a integrar a estas fases lo que  conocí en el Pensamiento de Diseño (Design Thinking). 

Francina Herasme

Communications I PR Specialist & Journalist

2 años

Me encanto!

Gladjorie Rodriguez Almonte

Consultora en Comunicación estratégica, manejo de crisis y relaciones públicas.

2 años

Todavía me decanto por el trabajo de campo...que es mi experiencia favorita para crear un discurso atractivo y que enganche con la audiencia. Seguimos siendo humanos y llenos de emociones a pesar de la tecnología y el largo trayecto recorrido. Las entrevistas en profundidad así como bajar al terrero para captar sensaciones son acciones que se convierten en buenas historias.

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