Los Comités Vecinales Deben Combatir el Mal Diseño Urbano
Nuestra experiencia como citadinos demanda tratar y juzgar las calles de nuestra ciudad. Sin embargo nuestro juicio del diseño del espacio público esta tan atado a nuestra persona que a veces no logramos comprender las dificultades que el diseño existente representa para otros usuarios. Recientemente mi hermana, con su bebe, regreso a vivir a la Cd. de México; para ella, su reinserción en calles que antes transitaba con facilidad ha resultado difícil y molesto por la falta de consideración que han tenido los diseñadores al uso de la carriola. Este ejemplo sin embargo no es único como sabrán mujeres al cruzar puentes peatonales o túneles, personas de movilidad reducida o en silla de ruedas al transitar por las banquetas de México y niños que saben que los conductores de ciertos vehículos no los alcanzan ver por su altura.
En general los problemas negativos del diseño urbano tienden a disminuir la comodidad de los usuarios, dificultar la accesibilidad o libre tránsito de personas, o crear zonas inseguras o excluyentes para grupos. Si bien, los problemas del mal diseño son conocidos y altamente estudiados hoy, las razones por las cuales se crean diseños tan viciados son más complejos. Esto se debe a que el diseño urbano no es la creación de una sola persona o institución, sino que el espacio público es diseñado por múltiples actores sobre un largo periodo de tiempo. Para dar un ejemplo, la calle de Varsovia en la colonia Juárez en la Ciudad de México data de los 1920s. Originalmente diseñada por un desarrollador privado, sus cuatro cuadras han sido rediseñadas en mínimo dos ocasiones por el gobierno local, incontables veces por proveedores de servicios como CFE y Telmex además de varios que ya desaparecieron como Ericsson y Luz y Fuerza, asociaciones de colonos y de vendedores, constructoras privadas antes y después de terremotos además de las tres generaciones de vecinos individuales con sus propias vidas y personalidades. Todos ellos han rediseñado esta calle, si bien a diferentes niveles, mediantes su reconstrucción de la calle, la colocación de mobiliario o plantas, sus nuevas o finalizadas actividades o por el uso mismo que le dan a la calle. Es claro que entre tantos cocineros se puede salar la sopa. Hasta ahora no existe un proceso de diseño comunitario y longevo que adscriba responsabilidad para armonizar las acciones de todos estos actores con el fin de regular el diseño urbano. Si bien existe legislación local a lo largo del país, a mayor y menor escala, para adscribir responsabilidad sobre ciertos actores para rehabilitar los espacios públicos (e.g. programas de rehabilitación o reparación de baches de los municipios o códigos y contratos que aseguran que los proveedores de servicios arreglen donde cortaron la calle), nuestra experiencia como ciudadanos de estos espacios nos deja decepcionados.
Aparte de la legislación, dos soluciones adicionales han tenido resultados mixtos en México. En particular el uso de manuales de diseño ha sido exitoso para establecer elementos del buen diseño y llevarlos a cabo sobre el territorio. Aun así sus logros iniciales tienden a decaer con el tiempo. Esto ocurre por varias razones ya sea porque el diseño no envejeció bien motivando a los usuarios del espacio modificarlo, porque no se crearon mecanismos para proteger o vigilar el mantenimiento del diseño o porque el rediseño del espacio altero su uso negando el estudio detrás del diseño. Una segunda solución novedosa es el programa de ‘Banquetas Libres’ del Ayuntamiento de Guadalajara. Este programa busca liberar las banquetas de los usos y elementos adicionales que se han colocado sobre las banquetas de la ciudad. Esto en ánimo de permitir nuevamente el libre tránsito de peatones; de hecho, el programa ha llegado tan lejos como buscar la creación de una carta de los derechos del peatón. Sin embargo, los intereses limitados del programa reducen los modos de aprovechamiento del espacio o su rediseño por parte de los usuarios.
Estos negativos no niegan la importancia y el éxito de los tres mecanismos en uso hoy. Si bien el uso de legislación ha ayudado establecer responsabilidades mínimas para la intervención en el espacio, los manuales de diseño han instaurado mejores prácticas mínimas para resolver problemas básicos de diseño, y la voluntad política demostrada por el Ayuntamiento de Guadalajara establece un mecanismo democrático para recuperar el libre tránsito; hasta hoy no se ha creado un mecanismo para integrar estos tres esfuerzos ni para consensar y regular el diseño de los espacios urbanos a lo largo de los años. Una propuesta interesante sería hacer del diseño urbano de las vialidades y otros espacios públicos de alcance local responsabilidad de los comités vecinales de cada colonia. Estos podrían hacer uso de los tres mecanismos en uso hoy con el beneficio adicional de servir como agencia de vigilancia permanente para el mantenimiento del diseño del espacio público mediante su presencia en la colonia a la que sirve y además servir como foro de discusión para considerar y aprobar cambios al diseño del espacio público adentro de un marco democrático. Este atributo aumentaría el potencial de los comités vecinales no solo de involucrarse de manera significativa en la vida de su colonia sino también de poder gestionar ante otros actores. Esta gestión atraería beneficios para toda la colonia ya sea mediante programas para regular el espacio público incluyendo con el fin de recaudar fondos para mantenimiento de los mismos o vía la creación de un consenso entre vecinos con relación al impacto que tendrían nuevas construcciones sobre el espacio público. Esta actividad también haría de los comités vecinales fuertes participantes en discusiones con gobiernos municipales sobre los efectos potenciales de intervenciones al espacio de mayor escala en las vidas de los ciudadanos.
Dado los efectos del mal diseño urbano en nuestras vidas, es necesario atender el problema en su raíz hiperlocal e histórica. Los comités vecinales representan un marco hiperlocal y democrático para atender el problema básico de diseño en las ciudades de México.