Los grandes malabaristas de la escena
El Directivo o Directiva es un rol muy solitario, diligente e impasible que pocas veces se permite mostrar vulnerabilidad, ni hacia arriba ni hacia abajo. Suele contener sus inquietudes, sus frustraciones y sus emociones, con la intención positiva de evitar a los demás el mal trago de la preocupación.
Casi siempre está en el medio, en el ojo del huracán, entre los objetivos demandados por sus superiores y la imperiosa necesidad de conseguirlos a través de sus colaboradores. No sólo tiene que tener claro qué hacer, sino también cómo comunicarlo, cómo repartir responsabilidades, cómo delegar, cómo saber decir no, sí, o depende. Debe determinar con precisión con quiénes debe contar para cada tarea, cómo motivarles, hasta dónde escuchar, como gestionar el tiempo y los inevitables conflictos.
El Directivo o Directiva debe, además, hacer encajes de bolillos entre la estrategia y la operativa, mientras se afana incansable para conseguir los preciados objetivos. Y, para cerrar el círculo, tiene que ser el mejor líder posible. Lo dicho: un gran malabarista. Lo sé porque trabajo con ellos y ellas en procesos de coaching, donde percibo que a una gran mayoría les encanta su trabajo, disfrutan casi a diario con el reto de sus malabares y con el aprendizaje continuo.
En estos momentos de crisis sanitaria y, como consecuencia, también económica, aparecen informaciones por doquier sobre las famosas soft skills o habilidades blandas más demandadas para ejercer un mejor liderazgo. Por cierto, de blandas no tienen nada.
Cada fuente de información pone el foco en unas habilidades más que en otras, aunque algunas de ellas son coincidentes. Por ello, voy a intentar clarificar un poquito este asunto para todas aquellas personas directivas, ejecutivas y managers que les pueda ser de utilidad.
Para ello me dirijo a vosotros y vosotras con esta metáfora: Piensa en tus habilidades como si fueses a emprender un viaje y necesitases preparar el equipaje. Lo primero es saber hacia dónde vas, el destino. No es lo mismo viajar a un lugar frío que a otro cálido.
Dependiendo de las características del destino así elegirás tu ropa. Por supuesto el resto del fondo de armario no lo desechas, no lo tiras, ya que siguen siendo prendas importantes, aunque de momento se quedan en el armario hasta que las necesites.
Bien, pues lo mismo pasa con tus habilidades. Ante el cambio de dirección que nos está marcando esta crisis, ha llegado el momento de rehacer el equipaje y seleccionar cuidadosamente las habilidades que vas a necesitar para proseguir este extraordinario viaje.
¡A ver! ¡A ver! ¡Miremos en la cajonera!
En el cajón de la Resiliencia se encuentra la capacidad que tenemos de recuperarnos frente a la adversidad.
En esta habilidad están incluidas la tolerancia a la frustración, la flexibilidad, la creatividad, el sentido del humor, la atención plena, la adaptación al cambio y la proactividad, entre otras.
En el cajón de la Inteligencia Emocional se encuentra la capacidad de reconocer nuestras emociones y las emociones de los demás.
En esta habilidad están incluidas la auto-regulación de nuestras emociones, la empatía, la comunicación interpersonal, la asertividad, la motivación y la gestión de conflictos.
En el cajón del Trabajo en Equipo se encuentra la unión de dos o más personas que se organizan para trabajar en cooperación para la búsqueda y realización de un objetivo o meta común.
Esta habilidad tiene una intensa conexión con el respeto, la escucha activa, la honestidad, la responsabilidad, el compromiso y el saber recibir y dar feedback.
En el cajón de la Visión Estratégica se encuentra la capacidad de percibir y prevenir la realidad futura para tratar de mejorarla. En este proceso coexisten dos miradas: la concreta y la abstracta, junto a dos filtros de la percepción que deben estar bien equilibrados: la visión global y la visión de detalle.
Relacionadas con esta Visión Estratégica, podemos encontrar la capacidad de observación, la reflexión, la iniciativa, la consciencia de debilidades y fortalezas, la identificación de oportunidades y la capacidad de saber trazarse metas.
Después de poner un cierto orden en los cajones donde guardamos nuestras habilidades, conviene saber que, tanto los cajones como las habilidades que contienen, se mueven con dinamismo: las habilidades pueden ser cambiadas de cajón y los cajones pueden cambiar su ubicación. Lo importante es que cada persona establezca su propio orden en base a sus necesidades y prioridades del momento.
Con esta reflexión compartida, tan sólo quiero expresar mi intención de seguir ayudando a los managers, a esos increíbles malabaristas, a clarificar las habilidades que necesitan reordenar para mejorar su liderazgo.
Quiero terminar esta reflexión lanzando una pregunta pertinente a los tiempos que corren: ¿cuáles son las habilidades que has identificado durante la lectura de este artículo sobre las que sería necesario poner foco y acción?