Los hijos del dueño en empresas de profesionales
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Los hijos del dueño en empresas de profesionales

¿Ser hijo/a de uno de los socios/as me convierte en “el dueño” del negocio?

 

Estas reflexiones no tienen que ver con el fallecimiento del dueño ni con las reglas sucesorias de la propiedad en cuestiones legales, sino con la salida del fundador, dueño del negocio, del día a día de la operación.

 

La “sucesión”, que no es en este caso un concepto jurídico, sino que tiene que ver con el “traspaso del bastón de mando” cuando uno o más de sus fundadores se van a retirar del negocio.

 

Esto se ve claramente en los negocios entre profesionales. Muchas estructuras familiares conservan la profesión de generación en generación, transmitiendo la construcción del negocio desde hace muchos años, por lo que alguno de los hijos está “llamado” a continuar el legado familiar, estudiar la carrera y continuar el trabajo en la profesión en ese negocio.

 

Cuando se trata de sociedades entre profesionales, con varios socios, es muy común que los hijos de varios de ellos sigan sus pasos y tengan aspiraciones a participar del negocio familiar.

 

Si las reglas están claras entre socios, está consensuado el ingreso y se establecen las pautas mínimas, así se hace la sucesión de negocios. En algún momento alguno de los hijos se recibe, puede o no hacer una experiencia en otra firma de la industria y luego comenzará a trabajar en el negocio familiar, el que liderará cuando el fundador se retire.

 

Raramente es tan ordenado, pero existe la posibilidad.

 

O lo que es peor, es así y bien desordenado, llevando a situaciones en donde el hijo llamado a continuar no sabe, no puede o no quiere hacerlo.

 

Si bien muy relevantes, hay cuestiones que, con el día a día de los negocios, quedan fuera de plano, no se conversan y tampoco se definen, dejando espacio a mucha incertidumbre, lo que genera ansiedad por la asunción de escenarios y posibilidades, ya que nada está claro ni regulado.

 

Nuevamente, nada tiene que ver con la propiedad legal, sobre la que no hay duda que algún día -a menos que se pacte algún esquema de opciones de compra por el resto de los socios o terceros- corresponderá a los herederos.

 

Se trata de la conducción del negocio en la operación, que habla de la cultura, el estilo y los objetivos de esa firma cuando el fundador decide -o no le queda otra que- empezar a dar un paso al costado.

 

¿Qué pasa si sus hijos son pequeños? ¿Qué pasa si aún están estudiando? ¿Qué sucede si son profesionales de otra carrera?

 

¿Y si no les interesa tomar las riendas del negocio?

 

En mi carrera profesional he acompañado a negocios que estaban definitivamente ocupados en regular estas posibilidades, no sólo por la conservación del negocio y la construcción de valor, sino por balancear la armonía en las relaciones con sus socios, la certidumbre, la estabilidad y el reconocimiento a cada uno de los involucrados.

 

Desde establecer requisitos para que los familiares y amigos entren a trabajar al negocio (profesión afín, entender qué tiene para ofrecer, priorizar las necesidades del negocio, definir un proceso de selección, regular el mismo tratamiento que el resto de los empleados), fijar condiciones específicas (cierta experiencia en otro lugar de similares características, título habilitante, cantidad de años en la profesión) hasta prohibirlo, para no generar las típicas “diferencias” con “el hijo de” que aunque se quieran evitar, en el día a día se hace muy complejo.

 

Otras empresas establecen categorías de cargos y seniority para aspirar a ciertos puestos, con el objetivo de evitar que un hijo recién recibido y sin experiencia se convierta en el gerente general al día siguiente de obtener su título, porque entienden que más allá del cariño familiar y las posibilidades que la empresa brinda, el negocio requiere equipos profesionales y capacitados, y la experiencia se construye con el tiempo.

 

Priorizar el negocio y sus necesidades con una estrategia es una buena práctica en la construcción de estrategias de sucesión y para familiares y amigos, dado que la conducción puede definir muy claramente el futuro del negocio.

 

Si los hijos no tienen interés y tienen edad y valentía -pese a las presiones familiares- para manifestarlo claramente, también es importante poder establecer esquemas en esa dirección, porque algún día serán los dueños legales y quienes tomen las decisiones más relevantes, así que entender de qué se trata y qué opciones existen para que el negocio no deje de existir administra mucho mejor las expectativas.

 

Existen múltiples ejemplos que se me vienen a la mente y seguramente a vos también, por lo que si estás atravesando alguna de estas situaciones y te interesa – o no te interesa- ser parte del negocio familiar, existen caminos que se pueden recorrer.

 

Es complejo, requiere tiempo, mucha energía y -lo he visto bien de cerca- innumerables angustias, pero se puede.

 

Y si tu negocio es nuevo, es una invitación a tomar acción, porque los negocios nuevos de hoy son las empresas de familia del futuro.

 

No le dejes el problema a tus hijos. Regulalo hoy y diseñá un esquema que permita que tanto la armonía del negocio como la armonía de la familia puedan coexistir.

 

Construir empresa y construir familia no tienen por qué ser enemigos.

 

 

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