Hay socios que no elegí ni elegiría ¿qué hago?
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Hay socios que no elegí ni elegiría ¿qué hago?

Si no compro con todos los socios, tengo que comprar con el proyecto.

 

Siempre habrá alguien con quien no esté de acuerdo y si ese desacuerdo muy profundo, tengo que estar alineada con la visión y el propósito del negocio, para que ese sea el verdadero motor de la sociedad.

 

Si no conectas con el proyecto y no hay espacio para desarrollar ideas, tus días en esa sociedad están contados.

 

Lo mismo sucede al revés, con las nuevas incorporaciones de socios.

 

Esto se ve mucho en los negocios entre profesionales, donde se hace carrera durante cierto tiempo, a veces décadas, para llegar a la asociación como la etapa más elevada del desarrollo profesional en esa organización.

 

Sin importar el tamaño de la estructura -lógicamente cuánto más grandes son, más gente hay y, por ende, más posibilidades de que suceda - siempre hay alguien con quien no conectamos del todo.

 

Ahí nos empezamos a dar cuenta que hacer el trabajo como colegas y gestionar una empresa como socios no son para nada lo mismo.

 

Nos hacemos mucho más conscientes de que no es suficiente con hacer bien tu tarea/prestación y que existen otras conversaciones y espacios en los que vas a tener que compartir temas que en el día a día de la operación no están presentes.

 

Probablemente esa o esas personas estén en la misma carrera que nosotros y tarde o temprano terminen siendo nuestros socios. Entonces, esa transformación de colegas a socios requiere que ocupemos otros roles y que asumamos otras posiciones.

 

¿Qué pasa si yo, en lo individual, no los elegiría como socios?

 

No tengo nada en común, no comulgo con sus principios, no compartimos casi nada y estemos o no juntos en el día a día operativo, la sociedad implica cierta línea de decisión colectiva, estratégica y a largo plazo, con lo que deberemos tener mínimos consensos, aunque no estemos de acuerdo.

 

Sucede a veces que, del desarrollo de la dinámica de la sociedad, nos empezamos a dar cuenta de que esos desacuerdos no soy aislados, que tienen más peso del que creíamos y que, aunque tenemos claro que jamás nos hubiéramos asociado con una persona así, no podemos encapsularlo y avanzar con la macro.

 

¿Por qué?

 

Porque, sencillamente, no estamos alineados con el espíritu de la organización.

 

Puede ser que la organización tampoco refleje al 100% las actitudes, conductas o agenda de esa persona, pero le da espacio, le permite crecer y eso marca un norte.


Claramente, la organización y sus dinámicas son aquello con lo que no estamos de acuerdo y por esa razón se hace mucho más notorio todo desacuerdo particular.

 

De lo contrario sería algo más anecdótico y no tendría la relevancia para mostrar un reflejo de lo general de la estructura.

 

Lo mismo sucede del otro lado, cuando la persona que se incorpora no está alineada con los objetivos, espíritu y propósito de la organización. Por más que haga muy bien su trabajo, que genere resultados e incluso aportes positivos -por algo la organización lo elige en sociedad- se empieza a notar el ruido.

 

Entonces, ¿qué hago?


Esta reflexión es una invitación a considerar los “no negociables” personales, profesionales y de negocio que tenemos y a “testearlos” contra quien está del otro lado: sea que somos parte de una organización que va a incorporar nuevos socios a su estructura, toma de decisiones y construcción de cultura, o sea que somos nosotros lo que nos incorporamos a una organización que ya existe.

 

Esto aplica incluso aunque vengamos prestando servicios en esa organización, porque al cambiar los roles cambia la perspectiva, y los “anteojos” con los que tenemos que ver la realidad de esa dinámica son diferentes.

 

El cualquier caso, este filtro debería ser una de las primeras cosas a tener en cuenta.

 

Cualquiera sea la “vertical”: propósito, visión de futuro, transparencia en la gestión, legado o cualquier otro, tenemos que pasarla por las gafas de los “no negociables”, porque eso es lo que refleja el ADN, tanto personal como de la organización, permite hacer comparaciones y chequear la alineación.

 

Poder hacer preguntas claves que a veces se ven en el día a día (y las tapamos) o que no las sabemos porque se trata de una alianza nueva (y no se compartieron), es fundamental.

 

Lo contrario te puede llevar a una asociación que no tiene demasiado futuro, porque no estamos en línea con esa visión de futuro y en lo que queremos construir. Estar en el mismo universo -en las partes más elementales- y en la misma sintonía en lo fundamental es la base de una relación a largo plazo en un negocio.

 

El desacuerdo que aporta y suma para el cambio y la mejora, desde el respeto y el desafío es positivo, necesario y debería ser fomentado. Pero mínimos consensos sobre el norte del proyecto, por lo menos durante un cierto tiempo, son cruciales para sentar el fundamento del negocio.

 

Definí tus “no negociables”. Tené claro tu norte. Aplicá el filtro.

 

Si hay una o más personas a las que no elegirías como socios, pero tampoco elegirías ese proyecto como la sociedad que permite desplegar tu máximo potencial e impulsar a los demás a que también lo hagan – siempre que eso sea lo que querés para vos y para tu negocio- no es por ahí.

 

No te engañes ni te mientas. No es por ahí.

 

Lo bueno es que existen muchas otras posibilidades que podés explorar, para no ajustar tu visión a un lente que no es el tuyo.

 

 

 

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