Los Infartos y la Obesidad.
Los infartos de corazón y derrames cerebrales se producen cuando deja de pasar sangre a estos órganos por una arteria tapada. Aparentemente las arterias se obstruyen porque acumulan mucho colesterol, sin embargo el mecanismo es bastante más complejo.
De hecho, actualmente se conoce que una arteria se obstruye como resultado de una respuesta inflamatoria. Y como la obesidad es un estado inflamatorio de larga duración, el exceso de peso es un factor de riesgo de infartos cardíacos y derrames cerebrales.
De hecho, Actualmente sabemos que hay una asociación significativa entre la obesidad y la enfermedad coronaria y los accidentes vasculares encefálicos, (*1) más conocidos como infartos cardíacos y derrames cerebrales.
El interior de las arterias se lesiona desde la infancia en todos los seres humanos, eso es lo “normal” o al menos común. Y aunque estas lesiones inician en la infancia, se diseminan y desarrollan en la edad avanzada.
Estos vasos sanguíneos sufren daños en regiones donde tienen un flujo de sangre turbulento como en las ramificaciones de las arterias. Las lesiones en el interior de estos vasos inician una respuesta inflamatoria.
La inflamación es un mecanismo de defensa de nuestro cuerpo frente a una agresión (como en el caso de organismos infecciosos) o un daño mecánico como la lesión que puede producir el flujo sanguíneo turbulento en las ramificaciones de las arterias. Podríamos pensar en la inflamación como nuestro propio ejército protector.
Supongamos que el interior de una de nuestras arterias se lesiona. Inmediatamente el tejido dañado produce sustancias (llamadas citoquinas) que pasan a la circulación y les dicen a los soldados de nuestra sangre (los glóbulos blancos) que deben ir a la zona dañada.
Las citoquinas son como mensajes que envían los tejidos dañados. Estos mensajes avisan a nuestros glóbulos blancos que deben ir a una zona destruida y así pueden reconstruirla. De esta manera una arteria se regenera (normalmente) frente a un daño.
También, Como las membranas de todas las células están formadas por colesterol, cuando una arteria se lesiona, un poco de colesterol debe llegar a la zona dañada para que se pueda regenerar la arteria de forma normal.
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Además, Las arterias tienen un componente de tejido fibroso. Así que cuando una arteria se lesiona, normalmente un poco de tejido fibroso debe acumularse en el área dañada. Como cuando hay un corte en la piel y posteriormente queda una señal, esta señal no es piel sino tejido fibroso.
En una persona saludable, una arteria se regenera sin causar inconvenientes. En cambio en una persona obesa existe un estado inflamatorio de larga duración que no se resuelve y continúa en el tiempo produciendo muchas citoquinas y activando glóbulos blancos.
Esta respuesta inflamatoria anormal hace que una arteria lesionada no se regenere de la manera habitual sino acumulando mucho colesterol, glóbulos blancos, tejido fibroso y en última instancia hasta calcio.
Esta zona dañada queda muy debilitada, fácilmente se rompe y sangra. Esta sangre puede producir coágulos que obstruyen el paso de sangre en esa misma arteria. Estos coágulos también pueden viajar por la circulación y obstruir el paso de sangre en otro vaso sanguíneo.
Cuando un coágulo obstruye el paso de sangre en el corazón o en el cerebro se produce un infarto cardíaco o un derrame cerebral.
Es así que los infartos no se producen simplemente porque una arteria acumuló mucho colesterol. Actualmente sabemos que la causa primaria es un estado inflamatorio generalizado que acumula en las arterias demasiado colesterol, glóbulos blancos, tejido fibroso y hasta calcio.