Los lunes, ¡en familia! ¿Cuentos o pantallas?
La escucha activa
Releía no hace mucho unas palabras publicadas en 2007 por Fernández Millán y Buela-Casal, pero cuya vigencia ha ido aumentando con el paso de los años:
Y prosiguen, de inmediato:
Para concluir:
Si no me equivoco, la clave de todo el texto, lo que permitiría revitalizar el tejido familiar y social, se encuentra al final, en las palabras resaltadas, que subrayan la necesidad de la escucha atenta y activa:
El mundo está lleno de charlatanes, pero lo que de verdad necesita son auténticos “escuchatanes”.
El cuento antes de dormir
Con todo, la nostalgia me ha devuelto más de treinta años atrás, cuando Tina y Alex —ignoro de dónde saqué esos nombres— cobraban vida en mi fantasía y en mi voz para encarnar cada noche, justo antes de que se entregaran al sueño, las principales hazañas de mis hijos a lo largo de esa jornada.
Imagino que los mayores iban siendo conscientes de mi inocente argucia y que no me ponían en evidencia por respeto y cariño a sus hermanos menores.
Pero me llena de alegría comprobar que todos los que a su vez tienen hijos de pocos años, sin excepción, se despiden de ellos, cada noche, leyéndoles o contándoles un cuento o algún fragmento de él.
Aunque las pantallas también están presentes en sus hogares, no han logrado desplazar la calidez de la transmisión oral y el resto de las ventajas ligadas al “cuento de despedida”.
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Las pantallas nunca deberían desplazar la calidez humana de la narración o lectura de cuentos.
Mayor capacidad de expresión y pensamiento
Y es que el contar y escuchar cuentas aporta, entre otros beneficios:
Al escuchar cuentos, nuestros hijos aumentan su vocabulario, la capacidad de expresarse y la de pensar o reflexionar.
La mitopoyesis
Además, desarrolla la imaginación de los pequeños, de manera también muy superior a lo que puede hacer cualquier “pantalla”:
La imprescindible transformación de la palabra oída en imágenes (mitopoyesis) es una suerte de antídoto contra uno de los mayores males de nuestra civilización: el aburrimiento.
Los lazos afectivos y el apego
Pero, sobre todo, “contar o leer cuentos” establece un estrecho lazo afectivo entre el adulto que narra y el niño o los niños que lo siguen:
A lo que habría que añadir, en parte como colofón de todo lo anterior, que en los primeros años el aprendizaje de los hijos se encuentra indisolublemente unido al cariño que se le brinda (la célebre realidad del apego):
Los diversos tipos de diálogo entre los miembros de una familia son insustituibles y aportan siempre un doble enriquecimiento: intelectual (en el sentido más amplio de este término) y afectivo.
Tomás Melendo