Los peligros del todismo en las empresas familiares

Los peligros del todismo en las empresas familiares

En todo este tiempo, he tenido el privilegio y el desafío de trabajar en varias empresas familiares, y puedo decir que estas organizaciones, comúnmente tienen una dinámica única y especial, a menudo tienen a los propios miembros de la familia y amigos en roles claves o directivos, confiando en la cercanía y los lazos sanguíneos más que en la experiencia y la preparación. Esta práctica, aunque puede fortalecer los lazos personales, también puede llenar la empresa de individuos incompetentes, líderes tóxicos y por ende tomar malas decisiones, erosionando la cultura y la efectividad organizativa.

Este entorno me ha llevado a observar patrones preocupantes que surgen cuando los dueños de estas empresas se resisten a soltar las riendas del poder y se sumergen en el peligroso terreno del todismo, resultado de la incapacidad para delegar y la resistencia a confiar en profesionales más capacitados. Sencillamente se aferran al control, participando en cada aspecto del negocio, desde la toma de decisiones estratégicas hasta las tareas operativas más básicas. Este enfoque, en lugar de fortalecer el negocio, lo debilita al privarlo de la diversidad de pensamiento, poniendo en riesgo el crecimiento sostenido en el tiempo.

Incluso cuando aparentemente se toman medidas para mejorar, como por ejemplo contratar a personal mejor capacitado o consultar a expertos externos (consultores), la tendencia persiste. Ya que las directrices bien fundamentadas a menudo caen en oídos sordos en favor de la opinión del familiar o amigo. Este ciclo de desconfianza perpetúa los problemas, llevando a decisiones erróneas y, en última instancia, a un círculo vicioso de culpas.

"Contratar a un experto solo para desoír sus consejos o recomendaciones, es como comprar un billete de avión y luego decidir conducir en auto hasta tu destino."

En mi travesía, he aprendido que la clave para el éxito sostenible en empresas familiares radica en la apertura al cambio, la delegación de responsabilidades y la disposición a confiar en profesionales competentes. Solo cuando los líderes reconocen y superan sus propios miedos pueden liberar el potencial total de la empresa y enfrentar los desafíos con una mentalidad abierta y receptiva.

La raíz de estos desafíos a menudo radica en el miedo a perder el poder y la relevancia. La reticencia a contratar profesionales competentes en roles gerenciales podría derivarse del temor de que la empresa funcione sin necesitar la constante intervención del fundador. Sin embargo, es crucial que estos líderes reconozcan que la verdadera fortaleza de una empresa radica en su capacidad para evolucionar y adaptarse, y no en la dependencia de un individuo.

Es hora de romper con la tradición de culpar a las malas contrataciones y aceptar que, en muchos casos, el verdadero obstáculo para el progreso puede encontrarse en la resistencia al cambio dentro de las propias filas de la dirección. Al abrazar la evolución y la mejora continua, las empresas familiares pueden liberarse de las cadenas de la mediocridad y prosperar en un entorno empresarial cada vez más competitivo.

La verdadera ironía radica en que, al final, cuando las cosas salen mal, la culpa recae en otros. Las malas contrataciones se convierten en chivos expiatorios convenientes, ignorando la realidad de que el núcleo del problema podría residir en la incapacidad de los líderes para soltar las riendas y permitir la entrada de habilidades frescas y perspectivas innovadoras.


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