LOS PLANES PERSONALES
Un plan personal es el camino para llegar desde donde estoy a donde quiero estar. Una vez definido el destino, debo trazar el recorrido en un mapa, etapa por etapa. Un conjunto de acciones para ir realizando una después de otra.
Será útil un pequeño cuaderno para llevarlo siempre contigo. Mejor escribir a mano que en un ordenador. Refuerza las ideas. Las hace más visibles, más presentes en todo momento.
En la cabecera se debe reflejar bien claro el objetivo, escrito con el menor número de palabras posibles. Para que funcione, debe cumplir cinco requisitos: retador, alcanzable, específico, medible y con un horizonte temporal razonable. Por ejemplo:
“Conseguir….en un plazo de….”
Los planes no sirven de nada si al final no se realizan las acciones, las etapas, en los tiempos acordados. Será necesario un sobre esfuerzo. Hacer mucho más de lo que uno haría habitualmente. Eso ya lo sabíamos: “No esperes resultados distintos si siempre haces lo mismo”.
Mejor empezar por las acciones más fáciles porque un logro, por pequeño que esa, nos pone en marcha. Esto también vale cuando algo no sale como queríamos, y nos perdemos.
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Para organizar cada acción de manera coherente con el objetivo final, debe estar todo escrito. Esto aumenta la sensación de control en los planes complejos.
Las acciones pueden ser muchísimas, pero deben estar presididas por pocas ideas, con prioridades muy claras para no dispersarse.
El horno le dijo a la lavadora: “Creo que le das a todo demasiadas vueltas”.
El éxito vendrá de la constancia y la frecuencia. “Partido a partido” como le gusta decir al Cholo Simeone. Las revisiones deben ser mensuales, semanales y diarias.
Cada día tiene su afán.
”Cada día me siento a escribir después de desayunar y allí espero la inspiración todo el tiempo que haga falta”. (Camilo José Cela).