Los problemas actuales en la escuela.

Los problemas actuales en la escuela.

Porque la falta de interés de tu hijo en la escuela.

Marchesi (2005) nos propone una lista de factores que se relacionan con el contexto social, familiar, ético, político y económico que pueden producir la falta de motivación:

Pobreza.

Déficit cultural.

Escaso reconocimiento a sus valores y estilos de comportamiento.

Falta de confianza en sus propias capacidades frente a una constante comparación.

Baja autoestima provocada en su medio

No solo los factores sociales están inmersos en este problema sino también se encuentra el maestro en el cual se pueden encontrar aspectos que producen el desinterés de los alumnos y que sobre todo afecta la calidad de la educación en general estos son algunos de los aspectos que más llaman la atención...

Considerando todo lo anterior esto es parte de la realidad que se vive en el interior del aula de clases, los maestros deben empezar con sus propias actitudes, conductas donde se manifieste el interés que tiene por la asignatura, en cosas tan sencillas como: llegar temprano, asistir y preparar la clase. Así los estudiantes, podrán ver en su profesor comportamientos que muestren que es importante para él, las actividades académicas que se dan en el salón de clases serán entonces de atracción e interés de los alumnos.

¿Qué se puede hacer como maestro?

Cuando existe algún alumno que no esté interesado en los temas que tiene cierta asignatura, por más que el maestro prepare clase de animación y se ponga a explicar los temas, utilice nuevas estrategias para producir motivación, existen muchas probabilidades de que no logre hacer que el estudiante se incluya con interés en las actividades de aprendizaje.

Los educadores tenemos que empezar a pensar en encontrar la manera de que la familia y el colegio trabajen juntos a fin de lograr ayudar a los adolescentes para que comprendan el valor del estudio y del esfuerzo en pos de conseguir lo que se propongan. Para lograrlo es fundamental el rol de la motivación, que los psicólogos definen como la energía que nos mueve a proponernos objetivos y nos ayuda a lograrlos.

Factores para para motivar.

La autoestima y la resiliencia.

El primero es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento dirigidas hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser y de comportarnos, y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter. El segundo, se define como la capacidad de los sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas.

La autoestima y la motivación se retroalimentan, pero muchos adolescentes carecen completamente de autoestima y es necesario ayudarlos a comprender que todos y cada uno de ellos son capaces de lograr lo que se propongan siempre y cuando estén dispuestos a esforzarse y trabajar lo que desean.

Es de vital importancia que los docentes revisen críticamente qué es lo que funciona en la práctica y qué es lo que ya no sirve pero se sigue haciendo por comodidad o por inercia. De esta forma se podrá ver qué modelo de enseñanza podría reemplazar al modelo de institución tradicional.

Las prácticas pedagógicas deben adecuarse a la época que nos toca vivir y la escuela debe explotar al máximo las posibilidades que nos brinda la tecnología, debemos reconocer que el estudio, y por lo tanto el proceso de aprendizaje, implica esfuerzo y requiere tiempo y dedicación individual.

Los adultos nos quejamos de la apatía y de la falta de interés de los adolescentes, pero no debemos olvidar que el colegio es un microcosmo que refleja lo que sucede en la sociedad en la que está inserta. La costumbre de llegar a obtener lo que se quiere con el mínimo esfuerzo y lo más rápido posible se ha enraizado en todos los ámbitos y es lógico por lo tanto que también lo haya hecho en el colegio y, especialmente, en la etapa de la Educación Obligatoria Secundaria. La escuela ya no se posiciona como el lugar del saber, esto ha quedado para el pasado. Ésta se ha convertido en una especie de guardería de adolescentes cuyo único objetivo es alcanzar la nota de aprobado de cualquier manera posible (copiando, mintiendo, etc.), siempre que no incluya el esfuerzo individual que implica estudiar.

Los adolescentes no encuentran el sentido de tener que estudiar cosas que en nada se relacionan con sus propios intereses y que a su juicio, no les servirán para nada en la vida real, en un futuro que vislumbran incierto y sin horizontes. Los modelos que se les muestran como exitosos no son los científicos, los académicos, los esforzados, los perseverantes, los honestos. Por el contrario, triunfan en la vida “el vividor”, el que roba, el que traiciona o el que engaña según vemos en los medios audiovisuales. Los chicos tienen como modelo a imitar, en palabras de los mismos adolescentes, “a aquel que es joven, tiene dinero y hace lo que quiere”.

Por todo lo comentado hasta el momento, la escuela puede se el lugar desde dónde las distintas visiones del mundo que tenemos adolescentes y adultos se encuentren y dialoguen. La relación docente-alumno es por naturaleza asimétrica, y así debe ser, pero hoy la autoridad ya no se impone: debe construirse día a día por medio del respeto, que es un camino de ida y vuelta.

Comprender la situación actual exige observar atenta y reflexivamente un mundo exterior a la institución escolar que se muestra confuso y desorientado. En ese mundo interactúan padres, docentes y alumnos, con el mercado y los medios de comunicación más allá de los muros del colegio y sus ecos resuenan dentro de ella. Es común ver el desajuste de expectativas entre padres, docentes y alumnos, que muchas veces contribuye a desacreditar la autoridad y debilitar el rol formador de la escuela.

Por la parte que le corresponde, la didáctica intenta entender y dar respuestas válidas para estos tiempos de cambio vertiginoso a través de diversas propuestas pero sabemos que la escuela tiene sus propios tiempos y que las adaptaciones y los cambios dentro de la institución son lentos. Ante esta situación tan difícil que se da es necesario que cada institución cuente con la ayuda de profesionales idóneos en otros campos como la psicología, el psicoanálisis, la dinámica de grupos, etc., que orienten a los alumnos y trabajen colaborando con los docentes, quienes tendrán que adaptarse a los cambios y aceptar un nuevo rol de perfiles aún no muy bien definidos, ya que el contexto en el que vivimos es nuevo, al igual que muchas actitudes de los alumnos.

De algún modo debemos encontrar la forma de escuchar a los adolescentes; de ayudarlos a reflexionar críticamente sobre el uso de su tiempo libre, sobre el rol del estudio en sus vidas y sobre la influencia que sobre ellos tienen estos nuevos

agentes de socialización. Habrá que buscar estrategias para llegar a resultados positivos y destinar tiempo institucional para este fin. El colegio no puede competir con los modos tecnológicos que les aportan a los jóvenes otro tipo de saberes a través de Internet, la comunicación vía chat y los teléfono móviles, la inmediatez de la imagen en la televisión y la música de moda que llevan a todas partes. Pero sí se puede desde la enseñanza abrir un espacio para el diálogo, indagando a cerca de los nuevos contextos socioculturales, respetándolos y tratando de integrarlos, reconociendo que los productos que promueve el mercado a velocidad de vértigo y los medios de comunicación, son parte muy importante de la vida juvenil y sacando de ellos el mejor provecho posible.

Del fracaso escolar se culpa, según los intereses dominantes, al docente, a la institución, a los jóvenes o a la familia. Pero no debemos olvidar que de esta crisis también puede salir la oportunidad de hacer una institución atractiva y amigable nuevamente que cumpla con sus fines formativos y no sólo “contenga” a los jóvenes, no debe olvidarse el hecho incontrovertible de que la institución escolar sigue cumpliendo el mandato social de transmitir conocimientos y valores. Dar pasos hacia una mejor enseñanza que brinde a los adolescentes una óptima formación que los prepare para enfrentarse al mundo complejo, tecnológico y competitivo en el que viven.

M.C. Ericka Franco

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