¿Qué acciones concretas pueden servir para mejorar la salud mental de los docentes dentro de la escuela?

Lo primero es formar en salud mental escolar. Esto permitirá distinguir los distintos estados: salud mental, malestar, problema de salud mental, enfermedad mental. También nos permitirá conocer los factores personales, escolares, organizacionales y estructurales que aumentan o disminuyen la salud mental. Hacer una evaluación de esos factores nos permitirá identificar la dureza, controlabilidad y alcance de esos factores. Debemos trabajar con los menos duros, más controlables y con mayor alcance (que afecten a la mayoría). Hay que trabajar tanto en disminuir factores relacionados con el malestar (e.g., sobrecarga innecesaria, liderazgos autoritarios, conflictos latentes, falta de espacios de descanso) y aumentar aquellos relacionados con el bienestar (redes de apoyo, habilidades socioemocionales, autoeficacia docente, reconocimiento laboral, participación en las decisiones, dedicar un tiempo a "estar con otras personas", a "estar con uno mismo"). Las primeas acciones se van a llamar preventivas y las segundas promocionales, y como estarán dirigidas a todas y todos se llamarán universales. Estas acciones están destinadas a personas que se encuentran en el estado de malestar o salud mental y solo serán efectivas si están bien diseñadas, sustentadas en bases sólidas y se ajustadas a las características únicas de las escuelas.

Hay personas que no se beneficiaran de estas acciones, pues a pesar de manipular los factores que afectan a todos, estas personas están expuestas a otras situaciones que requieren de atención más focalizada. Habitualmente tienen dificultades para resolver los problemas que enfrentan, ya sea porque estos son muchos, son muy complejos o son muy duros, o porque no saben cómo enfrentarlo o les cuesta reconocer las habilidades que tienen para hacerlo.

De nuevo estas acciones solo serán efectivas si se ajustan a las personas, si están bien diseñadas y si aplican correctamente. No se puede aprender a tocar guitarra en una sesión de 20 minutos, aunque la clase sea hecha por el mejor maestro. Mucho menos podemos ayudar a alguien a enfrentar los complejos problemas que atraviesa o a fortalecer sus habilidades con talleres de unas pocas sesiones aisladas. Hasta aquí, aun seguimos en la escuela. Estas actividades son grupales, puedes ser talleres, tutorías, consultorías, pero a diferencia de las primeras, están destinada a algunas personas son intensivas y frecuentes. Sin embargo, a pesar de que puede parecer que hemos ayudado a todos, aún quedan unos pocos que están atravesando una enfermedad mental y que requieren derivación, psicoterapia y en ocasiones medicamentos.

Lo mismo que en el caso anterior, la psicoterapia solo será efectiva si esta brindada por especialistas competentes y sensibles a las diferencias culturales y personales. Aquí estamos fuera de la escuela, pero dentro de ella mientras las personas está en tratamiento y después de él, podemos acompañar, apoyar, adecuar el trabajo, no estigmatizar, incluir. Lo más rápido es seguir el modelo detectar, contener y derivar, pero no es efectivo y genera la frustración que hoy sentimos en las escuelas, el incendio que percibimos. Lo más efectivo es instalar este sistema de salud mental escolar a través de procesos de gestión de cambio e implementación activa.

Tal vez están pensando que esto no lo puede hacer solo una persona y que mientras tanto parece que estamos en una crisis que no da para más. Es verdad. Pero las crisis se gestionan y se gestionan de esta misma forma. Y una persona comprometida y convencida de seguir el camino correcto es capaz de transformar el mundo, contagiando entusiasmo y esperanza a otras personas. Y esa acción individual de optimismo, convicción y confianza en uno mismo y en los demás, es la estrategia más poderosa y efectiva ¿Tuvieron alguna vez un profe, una profe, un colega que les cambio la vida con palabras llenas de este espíritu? Seguro que la respuesta es sí. Eso es trabajar en salud mental escolar.