Los profesionales curiosos y multidisciplinarios serán los más necesarios

La llegada de los algoritmos cognitivos, o generativos, ha generado una gran expectativa y preocupación sobre todo acerca del futuro de los profesionales. Si un algoritmo puede elaborar una estrategia, o puede identificar riesgos en un párrafo en el que no son evidentes, es muy posible que con una aplicación cuidadosa y adecuada los algoritmos reemplacen muchos profesionales que hacen esas labores. Pero algo que todavía no pueden reemplazar los algoritmos es la forma estructurada de aprender a lo largo de toda la vida, y de generar sabiduría.

La forma de generar conocimiento no es igual en un algoritmo cognitivo que en un ser humano. El ser humano empieza a aprender desde antes de nacer, al entrar en contacto con su entorno. El aprendizaje muy leve del movimiento de sus manos dentro de la placenta es uno de los primeros aprendizajes y se va acumulando hasta llegar a los 30 años cuando hace decisiones complejas considerando el pasado y futuro de su vida, y es capaz de comunicarse con otros respecto a ese aprendizaje. La memoria estructurada (no detallada ni precisa) en un ser humano, es uno de sus mayores atributos.

A diferencia del ser humano, un algoritmo es entrenado con data que puede ser muy grande pero que es inferior a la que un ser humano recibe, digamos durante sus primeros 30 años. Además la manera de estructurar que tiene el algoritmo cognitivo no es facilmente actualizable, puesto que las estructuras lógicas que genera cuando entrena son estructuras bastante rígidas. Pueden ser muy complejas, pero son basicamente rigidas.

Esto no quiere decir que la tecnología no sea sorprendente. Es realmente disruptivo que una "maquina" pueda dialogar con nosotros. Pero es necesario considerar que esta máquina tiene limitaciones que distan mucho del entrenamiento que el cerebro humano ha hecho en todo su periodo evolutivo (300 mil años aproximadamente desde que pudo identificarse como cerebro humano), además de los años de entrenamiento de un individuo. Esto es lo que le da una riqueza de adaptabilidad y creatividad que los algoritmos aun no tienen.

Pero también debe considerarse que no necesariamente todos los seres humanos usan su cerebro en toda su capacidad. Muchos seres humanos, incluidos los profesionales, pueden generar un contexto de sus vidas que los empiece a anquilosar, que les haga pensar que han llegado a un estado de su situación que es el ideal o el último. Muchos seres humanos se acostumbran a un estado de cosas y por tanto a un nivel de aprendizaje en el que empiezan a comportarse como algoritmos. Muchos se sienten cómodos al no cambiar sus hábitos, sus estilos, no se sienten atraidos a aprender cosas nuevas, no reflexionan sobre cosas que podrían no saber.

Al otro extremo están los seres humanos que intuyen el esfuerzo evolutivo de la naturaleza al generar su mente. Se dan cuenta a menudo de sus propias limitaciones e intentan salir siempre de la caja, suelen tener mayor perspectiva que sus pares, suelen tener menos sesgos cognitivos, se atreven a hacer cosas que no están dictadas por su contexto actual, o su profesión o sus identidades sociales. Las personas que están preguntándose continuamente si hay otras formas de pensar, son diferentes a las personas que creen haber llegado a tener grandes certezas.

Estas personas que están en constante búsqueda de nuevos puntos de vista, generalmente no se conforman con ser profesionales de una sola profesión. Generalmente buscan contactos con otras profesiones. En mi experiencia, un signo de las personas curiosas, inquietas, buscadoras de explicaciones diversas, cognitivamente despiertas, creativas, felices de encontrar problemas no resueltos para tomarlos como reto, son las personas que explotan al máximos sus capacidades humanas.

Estas personas no tendrán ninguna dificultad de adaptarse a una nueva epoca de convivencia con algoritmos cognitivos. En cambio las personas que tiendan a creer que han llegado a un estado final de su conocimiento van a tener serios problemas porque muchas de las cosas que hacen o venden o creen que son su valor, serán fácilmente reemplazables por algoritmos progresivamente a medida que avance la tecnología.

Por tanto, intentando responder parcialmente a la preocupación de cómo debemos prepararnos como profesionales para afrontar la disrupción de los algoritmos cognitivos, que van a multiplicarse enormemente en estos meses, mi respuesta parcial todavía, pero bastante pensada, sería que tratemos de adoptar los hábitos de las personas cognitivamente alertas, sin tener temor y más bien dando la bienvenida a que las labores y actividades mentales que puedan ser reemplazadas por algoritmos lo sean. Esto contribuirá a tener (como tempranamente Russel y Norvig reflexivamente anticiparon) agentes humanos y computacionales construyendo juntos sociedades armónicas.