Los restos transformadores de la Educación Superior
La Universidad no puede dar la espalda a la cruda realidad del contexto global con el cual está estratégicamente comprometida. Los esquemas de educación no pueden circunscribirse a lograr altos niveles de calidad, sin antes precisar qué objetivos debe perseguir en la formación que imparte desde sus aulas: si aquellos de contenido jacobino o academicista de tendencia individualista propio de competencias sin sentido y sin objetivos claros o, por el contrario, aquellos de contenido formal que buscan una particularidad exigente y profunda que investiga y fortalece los factores que contribuyen al desarrollo humano.
- Debemos revisar el enfoque que le hemos dado a la ciencia, la tecnología, la cultura y la investigación.
- Debemos preguntarnos si estamos contribuyendo a construir de manera inconsciente un planeta sin un desarrollo social sostenible o, por el contrario, estamos comprometidos en la construcción de estrategias para alcanzar los Objetivos del Desarrollo Sostenible definidos por la ONU.
- Debemos ser claros en la definición del papel que juega la Universidad en la construcción de un mundo diferente para las actuales y futuras generaciones y crear una red de desarrollo de conocimientos como el que ha propuesto recientemente el Papá Francisco con el: “Pacto mundial por la Educación”.
No podemos desconocer que, justamente por su naturaleza universal, la Universidad debe convertirse en un factor de tensión dialéctica para superar, desde la ciencia que imparte, los obstáculos que los cambios derivados de la tecnología y el calentamiento global le imponen a un orden social global para el bienestar de la humanidad.
Nuestras universidades tienen el deber histórico de impulsar una generación de hombres y mujeres que recuperen la esperanza por un mundo mejor a partir de un mandato de valores y principios, sin liberar lo político de lo moral, sin anteponer las voluntades individuales a las realidades objetivas profundas, sin reducir el orden social a un equilibrio inconsciente y sin sentido humano y sin sustituir el hábitat por la indiferencia en el “cuidado de la casa común”.
Las universidades deben estar vigilantes para no permitir la construcción de sociedades con modelos de convivencia bipolar en donde en un extremo esté la cultura de la opulencia y el consumo y, en el otro, la miseria, la indiferencia y abandono; un modelo sin preocupación por las complejas interacciones de la economía, la salud, la educación, el cambio climático y la sociedad y todos los componentes básicos para un real desarrollo sostenible.
Y hoy, cuando estamos viviendo momentos de incertidumbre derivados de la pandemia, como académicos hemos entendido muchas cosas, aprendido otras y, seguramente, identificado espacios que nos están exigiendo transformaciones profundas, nuevos modos de proceder y análisis sociales, económicos y ambientales muy diferentes.
Después de la pandemia el mundo no será igual, los valores éticos, las vivencias interculturales, la conciencia de una sociedad global derivada de la tecnología, las orientaciones de las políticas públicas, los derechos de las personas y todos los fenómenos sociales derivado de la pandemia nos conducirán a actuar de manera diferente.
Y como ciudadanos del mundo tenemos como desafío ayudar a construir una comunidad global que supere la connotación feudal del tiempo que nos ha correspondido vivir. Una sociedad en donde la interculturalidad y el respeto por lo diverso, sea el fundamento de la libre determinación de los pueblos.
Como Universidad estamos llamados a contener las diferencias culturales y a crear sistemas multiculturales para al bien común; estamos llamados a orientar todas nuestras acciones hacia el humanismo y a ver con claridad las oportunidades y los retos derivados de un modelo de educación que conduzca a las personas, como lo afirma Michael Sandel, Profesor de Derecho en la Universidad de Harvard, en su libro La tiranía del Mérito: “a reflexionar sobre los propósitos fundamentales de la vida”, si pretendemos que las actuales y futuras generaciones afronten con dignidad el cambio que necesita nuestra sociedad global.
Secretario General en Pontificia Universidad Javeriana. Directorio de TELESCOPI Iberoamérica. Global Compact on Education
3 añosExcelente comentario del padre Luis Fernando Álvarez Londoño que coloca en términos de las urgencias humanas y sociales de hoy el rol que está llamada a cumplir la universidad. El reto de la universidad, como institución social, de instaurar un nuevo modelo cultural signado por el respeto inquebrantable a la dignidad humana, la solidaridad y la sensibilidad social como criterios de convivencia y la búsqueda de desarrollo sostenible de la humanidad.