Los siete principios Sioux

Los siete principios Sioux

Los habitantes de este siglo solemos creer que somos los creadores originales de las técnicas de Management. Sin embargo, los estudios acerca de culturas aborígenes nos muestran que la Con ducción y el Desarrollo de Recursos Humanos ha sido una preocupación ligada a la sobrevivencia de los hombres en todos los tiempos.

En el caso de los indios sioux según nos cuenta Erick Erikson en Infancia y Sociedad[1], la cacería y la defensa constituían sus actividades centrales. Todo el resto les resultaba claramente secundario. Por lo tanto, su “Política de Desarrollo” tenía un objetivo preciso y un tiempo limitado. Dentro de los doce a catorce años de nacido un varón, debía lograr alcanzar las habilidades y conocimientos propios de los cazadores-guerreros. El proceso transitaba por tres fases.

Cuando el niño llegaba a la etapa en que podía realizar y coordinar movimientos voluntarios, el padre o el adulto que resultara su instructor, le proveía de un arco y flechas adecuados a sus dimensiones y a su fuerza. A partir de allí comenzaba el entrenamiento hasta lograr su completo dominio. Dada la oportunidad, salían a hacer la cacería del ratón. Cuando el niño traía su primera presa, toda la familia lo agasajaba, lo halagaba y lo alentaba a seguir desarrollando sus aptitudes. A partir de esa ceremonia, se disparaba la segunda fase. Con un arco y flechas más poderosos y más difíciles de manejar, comenzaba un nuevo período de entrenamiento que culminaba con la cacería del ciervo y recibía un agasajo similar al finalizar la prueba. La tercera fase requería el manejo de las armas del cazador-guerrero y llegaba a su fin cuando el joven volvía a la aldea con su primer bisonte. En ese momento, se constituía como integrante adulto de la tribu, con todas sus obligaciones y derechos.

Reflexionando sobre esta descripción, extraje siete principios esenciales de la educación sioux que me resultaron interesantes para comparar con nuestras modernas teorías de Desarrollo de colaboradores. Estos son:

1)    El sentido de finalidad. Ninguno de los aprendices desconocía la relación directa que su educación mantenía con el éxito o el fracaso en su propia vida.

2)    La ausencia de acciones avergonzantes. los instructores evitaban hacer sentir vergüenza a los aprendices. En consecuencia la herramienta ofrecida para aprender siempre mantenía relación con sus posibilidades reales de dominio.

3)    La tutoría. La referencia de un humano que facilitaba el aprendizaje era indispensable.

4)    La división del proceso de aprendizaje en etapas. El proceso se dividía en objetivos intermedios que facilitaban el tránsito hacia el objetivo final evitando el peligro de jugar a todo o nada.

5)    La valoración relativa. Los sioux no consideraban más valioso cazar un bisonte que un ratón. La valoración estaba relacionada con las capacidades evolutivas del aprendiz

6)    La celebración social de los éxitos personales. Todo éxito era considerado como un aporte al sostenimiento del cuerpo social de la tribu y por eso era alentado por todos.

7)    El cuidado de la autoestima del individuo. Para promover la confianza en sí mismo evitaban cualquier situación que pudiera abochornar al aprendiz, pero no otorgaban premios que no tuvieran que ver con logros verdaderos.

El movimiento espiralado de la historia hace que en nuestros días la captación, el desarrollo y el cuidado del Recurso Humano Estratégico sean factores tan críticos para el éxito de nuestras empresas como lo eran para los sioux en su lucha por sobrevivir. Esta coincidencia me hace pensar si sus mismos principios no son válidos también hoy para producir el desarrollo, la confianza y el compromiso que decimos requerir.


[1] Erick Erickson Infancia y Socidad. Editorial Horme


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