Los vientos sociales y sofocantes de la violencia sexual

A lo largo de la historia del ser humano, la violencia sexual fue determinante para provocar el intenso malestar en la mujer, en los niños/as, en un grupo, en la familia y en la sociedad.

La violencia sexual es una forma de terrorismo.

Cualquier violencia sexual, llamadas con diferente nombre indican la especificidad de lo violento; agresión sexual, violación en grupo, acoso sexual, abuso sexual, etc. dan cuenta del acto disruptivo, y las angustias de invasión, de muerte y sometimiento que sufre la víctima.

Las diferentes víctimas que han padecido terrorismo sexual sufren traumas sexuales. Los diferentes clases de traumas pueden estar hilvanados con el historial de cada paciente de allí la complejidad de la asistencia clínica.

En el aparato psíquico de cada ser humano se activan diferentes mecanismos de defensa cuando acontece un episodio de tensión excesiva. La disociación como mecanismo defensivo es específico para estos sucesos penosos, traumáticos. Por los estados disociativos la memoria queda alterada. La mayoría de las veces se recuerda poco a poco y en un lapso de tiempo largo.

Exigir a las víctimas que recuerden una y otra vez en diversas declaraciones judiciales y policiales el mismo guión es un sinsentido científico.

Numerosas investigaciones de memoria, trauma y estados disociativos dan cuenta de ello acompañados siempre desde la clinica rigurosa.

Además, agregar a las víctimas la cuota de la culpa por el cambio de una declaración roza en deshumanización e ignora lo mas básico de la naturaleza humana.