Más allá de los globos y la torta

En el mes de marzo, la mayoría de las empresas hace planes de marketing y/o de comunicaciones internas para celebrar el Día de la Mujer con las mejores intenciones. No obstante, de la celebración muchas veces sólo quedan los globos y la torta; esto hace que nos olvidemos del origen y el significado que tiene la conmemoración de la lucha de las mujeres (que aún continúa) por su rol en la sociedad.

El Día de la Mujer es una fecha en donde reconocemos todos los avances que hemos logrado, pero también debe ser un momento en el que hagamos visible la desigualdad de género, que aún está latente en nuestro diario vivir. ¿Qué tanto hemos avanzado en este cierre de brechas, limitando los esfuerzos a un mes, o a una celebración de un día? 

La respuesta a esta pregunta no está en criticar los esfuerzos que se hacen desde las empresas para que, por lo menos en un día, semana o mes, se trate de resaltar la importancia de crear y mantener ambientes laborales igualitarios. La solución real está en trabajar por generar una visión de largo plazo de estas acciones, para que se vuelvan el punto de partida, en el que líderes (hombres y mujeres) fomenten la equidad de género con acciones tangibles, pedagogía e iniciativas que la promuevan, para que todo no se quede sólo en un fondo de pantalla o el envío de un correo electrónico.

Según el Ranking PAR de 2021 publicado por Aequales “es fundamental garantizar que la equidad de género sea un trabajo permanente y no simplemente una meta a alcanzar”. Los resultados del ranking, alentadores por cierto, destacan que los verdaderos cambios en las organizaciones “se traducen en la capacidad de establecer una visión común que permita una acción colectiva efectiva”. Todo esto se traduce en la implementación de medidas considerables como la puesta en marcha de comités permanentes, planes de igualdad, grupos de trabajo y política de equidad de género. Todas estas son iniciativas que reflejan un compromiso formal con la igualdad.

Llegar a este tipo de decisiones toma su tiempo. Por eso, el análisis de variables como la participación de mujeres en el número total de empleados de la empresa, su aporte al crecimiento de la misma, el presupuesto, la proyección de un trabajo hacía la equidad y la igualdad de derechos y oportunidades, deben estar fundamentadas en una mirada sostenible de largo plazo. Esta será la única manera de alcanzar efectos tangibles que empiecen a mover la aguja en los índices internacionales, mediciones y rankings.

Teniendo este panorama en el radar, la invitación es clara: todas las empresas, sin importar su sector, su tamaño, tipo de operación, etc., deberán procurar construir un camino estratégico de largo aliento, que permita tener resultados contundentes y una apropiación real de sus colaboradores para hacer a un lado varios de los lineamientos sociales antiguos y lograr así la igualdad entre hombres y mujeres.

El camino sigue, pero ya somos más las empresas y personas que nos subimos a este barco, pues como agentes de cambio, identificamos que lograr la igualdad entre hombres y mujeres es una necesidad real. Esperamos que cada vez sean más los negocios que lleguen a sumar, rompiendo las barreras que nunca debieron existir.

Juliana Cadavid

#8M