¿Malos o buenos momentos?
Analizamos la balanza de la economía mundial, oscilando por los continuos movimientos políticos.
Los tiempos son buenos o malos según se mire. Cada vez nos vemos más afectados por los momentos políticos, que repercuten en el ánimo de la economía mundial y en particular de la mexicana.
La semana pasada se anunciaron varias cosas desde el plano político, que tuvieron un impacto en, por ejemplo, el estado de los mercados y las valoraciones de las monedas.
Por un lado, las elecciones en Francia, y la posibilidad de que una victoria del lado más radical pueda contribuir a un incremento del estrés en la Unión Europea y un desafío más a su existencia. Afortunadamente, cerca del cierre de la segunda vuelta parece que esa probabilidad se ha reducido bastante, y evitaremos otro momento de tensión para el euro y la economía mundial, con lo que eso significa. Con un Brexit es suficiente, y durante un tiempo la posibilidad de un Frexit estuvo latente. La economía en México está, como todas, interconectada, y se resiente con todas estas distracciones. Distracciones que directamente pueden afectar a la inversión extranjera, o a las ganas de los inversores de aceptar papeles con más riesgo, como son los nuestros en determinados casos.
Por otro lado, el apuntalamiento del programa de compras de deuda del Banco Central Europeo. Por ahora, su presidente Mario Draghi no ve riesgos de sobrecalentamiento de la economía en la región, y considera necesario seguir insuflándole dinero, a expensas de que pueda en algún momento reflejarse en la inflación por el crecimiento de precios.
Países como España protagonizan las mejores noticias. No solo prevén los mejores crecimientos en la zona, sino que se estima que en 2020 el nivel de desempleo podría situarse en el 11%. Considerando de donde se viene y los años complejos que ha pasado esa economía, no está nada mal.
Y finalmente tenemos la incógnita de Estados Unidos, con la publicación de un nuevo programa fiscal que incentivaría la repatriación de capitales y la tentativa bajada del tipo aplicado a las empresas del 35% al 15%, lo que supondría un golpe de efecto bestial. Se busca competitividad y crecimiento.
Las dudas aparecen sobre todo en relación a cómo cuadrar el desbalance que se genera en un presupuesto de la administración ya de por sí deficitario. Existe una teoría, que defiende que el efecto de bajada de impuestos se compensa con la aceleración económica. En este caso parece complicado que suceda, porque según los números se necesitaría un crecimiento sostenido de al menos el 5% durante diez años para compensar la pérdida de recaudación. La Reserva Federal después de recibir todas estas noticias decidió no moverse por ahora y mantener tasas.
En cualquier caso, todo ese flujo que retorna a las empresas debe tener algún tipo de salida, para que realmente el dinero siga produciendo. Es por esto podríamos estar ante un tiempo de compras, con adquisiciones muy relevantes por la oportunidad de acumular cash. Otra alternativa es que se produzca algún evento no deseado, en términos de tensión bélica, que afecte a precios clave, como el del petróleo.
En paralelo a todas estas circunstancias globales, en México no hemos tenido muchas novedades en las semanas recientes. Se están dando los movimientos de inercia normales para nuestra economía en el mercado de capitales, y el peso va camino de recuperarse - un 16% frente a los momentos más oscuros de principios de año. Del resto de cuentas pendientes, la inversión en infraestructura se ha parado en seco, ya que el presupuesto federal no da para más. Por el lado positivo tenemos el primer trimestre de resultados de PEMEX, que da la vuelta a la comparativa del año anterior entrando en beneficios de nuevo; 88,000 millones de ganancia frente a una pérdida de 62,000 millones en 2016. También CFE, con resultados positivos que dan la vuelta a pérdidas históricas, y que en este caso también son importantes por los efectos que puede tener posteriormente al impulsar algún tipo de transacción en el mercado.
Parece por tanto que en la mayoría de las grandes economías, las políticas monetarias y fiscales no están actuando en consonancia – por ejemplo Estados Unidos o Europa -, y que mientras unos intentan empujar el carro otros lo frenan. En México, el trabajo de Banxico continua siendo serio y académico, pero nos falta ver más movimientos en el lado de la administración.
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