Matar a la impostora para decir "¡Qué buena que estoy!"

Muchas veces a lo largo de mi vida, escuchando a mujeres o leyendo sus historias, me doy cuenta de que me resulta más fácil partir de los "así no" para reconstruir una historia profesional más potente. Y el hacer tantas preguntas como sea necesario para extraer del fondo de cada una, lo que no están viendo y yo tengo que mostrarles.

Alguna vez conté que me llena de satisfacción que, releyendo sus propios perfiles, o -en el caso de ser candidatas a #Lastop100- repasando las razones para ser elegidas, me pregunten “¿Esta soy yo?” y empiecen a sentirse realmente en sus pies, a gusto con el reflejo que ven en ese espejo.

“Esa eres tú, pero me ha costado encontrarla, porque estaba en el fondo y hablando con la voz muy bajita” les digo... y comienzan a mirarse de otra manera. 

Siempre -o casi siempre- hay una rémora del #síndromedelaimpostora, que tengo que ajustar. Y esto tiene mucho que ver con la capacidad -o la falta de ella- que tenemos las mujeres para contarnos.

Por supuesto que es mucho más grave no tener claro quiénes somos -nuestros valores, nuestros logros, nuestras fortalezas, lo que nos hace diferentes- para contarnos fielmente, para hacernos justicia. Y eso, tiene consecuencias en nuestro crecimiento profesional. Si no lo hacemos, nuestro liderazgo saldrá herido.

Nuestro relato, lo que somos y lo que hacemos con lo que somos

El #liderazgofemenino ha sido siempre un eje para mí, porque en los hechos siempre he visto un gap, una brecha, una falta de estatura. Y es lo contrario a esa foto en la que un gato se mira en el espejo y ve a un tigre. Muchas mujeres ven su estatura reducida cuando se miran al espejo

El domingo 3 de marzo tendré el honor de ser la primera invitada de mi hija Victoria a un espectáculo que inaugura conmigo y que irá los domingos a las 5 de la tarde en el Café Berlín. Hace lo que sabe hacer maravillosamente bien: contar historias.

Yo intentaré estar a la altura, pero la menciono porque, de uno de sus espectáculos en los que contaba relatos “literarios” o “cinematográficos” en clave erótica, rescaté esta mirada. El relato era de “Los puentes de Madison” y ella narraba como la tímida y pueblerina Fran (Meryl Streep), se duchaba antes de estrenar el vestido que había comprado para su primer encuentro con el forastero -Clint Eastwood-, mientras pensaba que sus actos la llevarían a arder en el infierno.

Lo que suelo decir a las mujeres -tanto en mis charlas o talleres, como cuando trabajo con ellas como mentora- es que se miren bien en el espejo. Lo que hacía Fran al salir de la ducha -en la magnífica versión de mi hija- era dejar caer la toalla y mirarse en toda su plenitud. Entonces no dando crédito, pero feliz, decía asombrada: “¡¡¡Qué buena que estoy!!!”

Me gusta como metáfora porque causa risas, pero hace reflexionar. Vernos con nuestro potencial y tener la certeza de quiénes somos -además de elegir el traje con el que nos vestiremos- define lo que proyectamos y hacia dónde caminamos: un espacio elegido y confortable sabiendo cuáles son nuestras fortalezas y qué skills debemos consolidar para estar a gusto.

Tenemos que desvestirnos para “vestirnos” por dentro y por fuera con un traje a nuestra medida que llevemos con absoluta comodidad.

Hablar de liderazgo es para mí dar algunas de las claves que reconozco en las mujeres con las que trabajo, y que no siempre ellas ven. Mi rol es alumbrarlas y presentarles lo que veo, quitando la bruma y poniendo el foco en su inexplorado potencial.

Dejo aquí algunas preguntas o reflexiones para activar respuestas que sean un punto de partida. 

●      Elige tu tipo de liderazgo

Cambian los tiempos y los estilos de liderazgo. Si no estamos cómodas con los modelos “instalados”, nuestra misión es derribarlos y empezar de cero para dar respuestas, no solo a las mujeres sino a una sociedad que cambia por minutos.

●      El tiempo es lo que haces con tu tiempo

Una de las respuestas más tristemente “populares” que recibo y combato es “no tengo tiempo”. Yo respondo que el tiempo es lo que hacemos con él. ¿Te has planteado cuáles son tus prioridades y qué cosas debes dejar de hacer para tener tiempo para las que realmente cambiarán tu estatus?

●      Las preguntas como disparadores

Tener tiempo es también encontrar el espacio para hacerte las preguntas indicadas, para encontrar tus respuestas o exponer tus ideas. Indaga, responde, aborda diferentes perspectivas y si te representan, fortalece tus argumentos y exponlos con seguridad. Pero siempre abierta a escuchar y a debatir para construir.

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