#6: Meira Delmar, ángel sin alas
Homenaje a Meira Delmar en el Par Vial de la Carrera 50 de Barranquilla, Colombia.

#6: Meira Delmar, ángel sin alas

Una de las poetas colombianas más importantes del siglo XX es Olga Chams Eljach, barranquillera de padres libaneses, mejor conocida por el seudónimo de Meira Delmar. Hoy, Día Mundial de la Poesía, mi homenajeada es ella.   

Los ejes centrales de la obra de Meira Delmar fueron el amor, el olvido y la muerte, escribiendo siempre con un enfoque femenino y su forma de vivir en cada escenario. Ella escribía con melancolía y permanentemente nostalgia de algo, de lo que no pudo ser, de anhelos imposibles.

Reconocía en ella la influencia de Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, entre otras autoras, pero definía su obra con voz propia. Como muchas mujeres, se construyó a si misma desde la individualidad y gracias a la colectividad.

Maestra de las dicotomías, desafiante del machismo de su época al atreverse a escribir poesía y a la vez, una escritora de formas tradicionales -soneto, romance y décima-, configuró un mundo poético personal, para el goce de sus lectores y admiradores.

Después de publicar su primer libro, envió una copia de este y sus poesías a la poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou, para conocer su opinión sobre ellos. Tiempo después, Meira Delmar manifestó que la hermosa carta que recibió como respuesta fue la razón que la impulsó a seguir escribiendo. Saber de mujeres apoyándose desde siempre es una razón suficiente para contarles esta anécdota.  

Comparto con ustedes el hermoso poema de Meira Delmar que inspiró el título de mi artículo:

Ángel sin alas


Era fácil quererlo. Poseía
el don de ser feliz y hacer
              felices
a los otros.
               
Decía, por ejemplo: “Las rosas
abrieron todas juntas
para ti ¿No has visto
cómo inclinan la frente
cuando pasas?
O también:
La estrella de la tarde,
la primera,
ha llegado por verte.” 
              
Con una o dos palabras mejoraba
el rostro de la tristeza,
y conseguía a veces que del llanto
pasara al leve sol de la sonrisa.
Y ni siquiera eso: todavía
hubo momentos en los que una
sola mirada canceló la sombra.
Parecía lo suyo cosa de ángeles,
nunca oficio de hombres.  
              
Y ya entonces pensé y aún
                pienso ahora,
que algún día lejano
debió perder las alas
                en el vuelo
del azul a la tierra.         



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