MERCOSUR: ¿destruirse, congelarse o avanzar?
La reciente actuación del Gobierno argentino en el marco del Mercosur pone sobre la mesa un recurrente tema que afecta a los procesos de integración latinoamericanos y del cual el bloque sudamericano no es la excepción: el carácter Inter-gubernamental del mismo, es decir, su falta de supranacionalidad que sumada a los regímenes presidencialistas que tienen sus miembros, terminan generando que el éxito del bloque dependa en gran medida de la afinidad de sus mandatarios de turno.
El Mercosur es hoy en día una unión aduanera imperfecta, a diferencia de lo que su Tratado constitutivo (el de Asunción) y su propio nombre preveían, el “Mercado Común del Sur” no ha logrado conseguir este objetivo todavía. Las diferencias entre union aduanera y mercado común son que en este último, además de eliminarse los aranceles entre los miembros y establecer uno externo común, se permite la libre circulación de mercancías, servicios, trabajadores y capitales.
Se lo considera una union aduanera imperfecta porque no solo no alcanzan los objetivos que implicarían ser un mercado común, sino que también existen diferencias en el arancel externo común, aplicándose excepciones hacia algunos países extra-zona. En la Unión Europea por ejemplo, además de haberse logrado el mercado común, se ha logrado también (mediante el acta única europea) el mercado interior, el mismo no solo permite la libre circulación de bienes, servicios, trabajadores y capitales, sino que lo transforma en la práctica en una verdadero mercado integrado en el que hasta se han eliminado los controles aduaneros.
Para intentar cumplir sus objetivos, el Mercosur está dotado de unos determinados órganos que son los que gestionan su funcionamiento, estos son el Consejo del Mercado Común, el Grupo Mercado Común, la Comisión de Comercio del Mercosur, el Parlamento del Mercosur, el Foro Consultivo Económico-Social, el Tribunal Permanente de Revisión y la Secretaría Administrativa del Mercosur.
El Consejo del Mercado Común es el órgano superior y el encargado de llevar adelante la conducción política del bloque, el que “marca la agenda” de hacía donde debe ir Mercosur. Este, está conformado por los Ministros de Relaciones Exteriores y de Economía de los Estados parte y debe reunirse al menos una vez por semestre con la incorporación de los Presidentes de los cuatro países.
El Grupo Mercado Común es el órgano ejecutivo del bloque, se conforma por cuatro miembros de cada uno de los países en los que se deberán incluir representantes de los Ministerios de RREE, Economía y también de los Bancos Centrales.
Por otra parte, la Comisión de Comercio del Mercosur esta compuesta por cuatro miembros por país, es coordinada por los Ministerios de RREE y es la encargada de velar por la aplicación de los instrumentos de política comercial común para el funcionamiento de la unión aduanera, así como también regular el comercio intra-mercosur y con terceros países.
El Parlamento del Mercosur o Parlasur está integrado por representantes de los ciudadanos de los Estados partes que deberán velar pos los intereses de estos, aunque en teoría deberían ser elegidos directamente a través de sufragio universal según las Constituciones de los miembros, esto en la práctica no se está cumpliendo todavía, y además, el mismo no está dotado de una real competencia legislativa.
En todos estos órganos, las decisiones se tomarán por consenso y con la presencia de todos los Estados parte, es decir que para adoptar una, ninguno de los miembros deberá estar en contra.
Si analizamos la composición de los órganos de Mercosur en su orden jerárquico y sumamos a esto, el hecho de que las decisiones se toman por consenso, inmediatamente entenderemos el carácter intergubernamental del bloque, ya que los representantes de cada Estado serán directamente funcionarios de estos (incluyendo a los propios Presidentes) y que además no existe ningún interés en delegar parte de soberanía. Hacerlo, dotaría a Mercosur de la posibilidad de tomar sus propias decisiones, velando principalmente por los intereses del bloque y no directamente por los particulares de cada miembro.
Si a todos estos motivos propios del proceso de cooperación, le sumamos el hecho de que los regímenes de los cuatro miembros son presidencialistas, estamos ante una directa dependencia entre el éxito o el progreso del bloque, la importancia que cada gobierno de turno le de al mismo y la relación que tengan entre ellos los mandatarios.
Los órganos más importantes del Mercosur los componen representantes directos de cada gobierno, y al tomarse dentro de los mismos las decisiones por consenso, esto le da a cada país la posibilidad de vetar determinadas cuestiones o impedir el avance sobre determinados temas. Claramente con este poder, y estando en periodos de distanciamiento político-ideológico entre los miembros, el progreso significativo de la organización posiblemente se vea relegado o afectado notoriamente. Tenemos que entender en este mismo contexto, qué tanto Argentina como Brasil son dos de las economías más cerradas del mundo, y que Mercosur como uno de los tantos aspectos positivos que ha tenido, está el haber logrado que estas se conviertan en principales socios comerciales.
Por lo tanto, entiendo que estamos desde hace unos años en un momento de estancamiento del proceso y teniendo en cuenta la crisis que se nos viene por delante visualizo tres posibles opciones para el futuro del mismo:
1 - Que las diferencias políticas del momento (sean en el presente o más adelante) compliquen las negociaciones y terminen dejando a Mercosur “congelado”, como se temió días atrás luego de la postura tomada por el Gobierno argentino que preside Alberto Fernández, con su intento de abandonar las negociaciones y que con el correr de las horas parece haberse ido atenuando.
2 - Continuar de la misma forma, dependiendo de los intereses/prioridades de los Gobiernos de turno y los acercamientos/distanciamientos entre los mandatarios para impulsar o no a la organización.
3 - Dar un paso más y avanzar en la integración, dotar a alguno de los órganos existentes de independencia intergubernamental, darle al Parlasur competencias legislativas reales, definir los intereses comunes del bloque y ceder parte de la soberanía estatal en beneficio de estos y la integración. Esto no quiere decir que el principal órgano no siga siendo de carácter directamente intergubernamental, ni que dejen de haber representantes de los gobiernos en estos, pero es necesario dotar al bloque también de órganos independientes que velen por los intereses generales, sintiéndose realmente funcionarios de Mercosur y no solo representantes al servicio de sus gobiernos en la organización.
Estoy convencido de que la última opción es el camino, pero lamentablemente hoy parece algo muy complicado, diría casi una utopía, aunque quizás el acuerdo alcanzado con la Unión Europea (la organización líder si de “tecnología de integración” hablamos) sea el punto de partida hacia un camino de mayor integración, reformas estructurales necesarias y por qué no de expansión del Mercosur.