Mi primera poesía

Comparto mi primera poesía, surgida de vivencias verdaderas y fuertes emociones en un viaje revelador por el sur de Argentina.

Todo empezó con un proto poema que escribí a mi regreso la experiencia Caminar 2024, organizada por Experiencia Raíz, y como una de las acciones para procesar una “travesía” muy intensa de caminata en comunidad y en la naturaleza, plena de vivencias que abrieron mis poros a emociones que hacía mucho tiempo que no sentía.

Tras concluir ese escrito originario, sentí las ganas de compartirlo en complicidad con mi amigo y maestro Santiago Kovadloff, lúcido pensador, ensayista y poeta, y dueño de una sensibilidad infrecuente. Él empatizó inmediatamente tanto con el contexto que me llevó a escribirlo como con mi inexperiencia en el complejo arte de la poesía.

Yo solo quería que me brindara su punto de vista, una breve opinión, tal vez alguna sugerencia; algo que es impensado para Santiago, por el compromiso con el que ha respondido siempre todos los escritos que le he compartido y a las aventuras profesionales a las que lo he invitado a integrar.

Él partió de la distinción esencial respecto a que “La posibilidad de expresar con veracidad un sentimiento no equivale a la posibilidad de expresarlo con verosimilitud reveladora para el lector”. Desde allí me guió para que, en tres eficaces intercambios, pudiera componer a una pieza literaria que conservara los momentos de mayor potencial expresivo del texto original.

Fueron los tres movimientos de una gloriosa sonata. Una clase magistral introductoria a la poesía que conservaré en mi memoria, en los audios y en sus textos en el chat. Su ayuda me permitió reorganizarla, reelaborarla, y llevarla a las palabras y frases justas, de mayor impacto sensorial y representativo para el lector.

Este asertivo intercambio fue para mí no solo un un desborde de belleza, sino también, una resignificación del peso del lenguaje. Porque aunque he trabajado toda mi vida con la palabra, me permitió redescubrir la gravitación que cada una de ellas tiene, y consecuentemente, nuestra responsabilidad cuando construimos vínculos y a nosotros mismos en el lenguaje. El minimalismo al que pude llegar me mostró la personalidad, densidad y contundencia de cada una de las palabras y sentencias.

En fin, una experiencia demasiado rica, ya desde la travesía que me motivó a escribir originariamente, hasta esta poesía, mi primera verdadera poesía, que comparto con inmensa felicidad.

La única flor

Ella me confío su tarde

y su noche,

ambas plenas de luz.

Me regalo mi propia Ítaca,

un norte hacia el cual

camino.

Descubrí en el sur

mi tiempo y en él,

la flor más exquisita.

Una flor

que tanto puede darme.

¿Es mi “primera” poesía porque podré crear otras? Me encantaría y estoy abierto a ello, aunque no lo sé. Solo las Ítacas lo saben.

Pilar, Buenos Aires, Argentina | 6 de febrero de 2024.