MIRAR HACIA TODAS PARTES SIN PERDER LA ORIENTACIÓN.
Sin perder la calma o con una ansiedad galopante, vemos que estamos saliendo de lo que, al principio de la pandemia, intuimos sería lo peor. El confinamiento, la interrupción de la actividad, la incertidumbre del ¿hasta cuándo? y la enorme dificultad de poder plantearse un calendario concreto de reactivación.
A pesar de empezar a superar este primer escenario, no conseguimos ver el cómo nos tendremos que desenvolver en las próximas semanas.
La activación de los generadores de ropa (Hoteles, restaurantes, gimnasios, hostales, etc.) se está haciendo tan lentamente y con tanta falta de confirmación sobre sus ocupaciones para los días que siguen, que el poner en funcionamiento las instalaciones se nos convierte en todo un dilema.
La actividad sanitaria sí mantiene y acrecenta su funcionamiento, siendo, además, de una regularidad comprobada.
Teniendo en cuenta las circunstancias que hemos vivido y que estamos aún atravesando, entiendo que sería bueno que además del mercado hospitalario, tuviéramos en cuenta la posibilidad de incorporar como clientes a las actividades que utilizan uniformidad.
Si el mercado, más sensibilizado actualmente con la correcta higienización de las piezas de ropa, entra a estudiar las ventajas de un servicio profesional desde unas instalaciones industriales, podría suponer un complemento importante en el volumen necesario que se necesita para arrancar en manera rentable la lavandería.
Considero que algunas empresas pueden acomodar esta nueva línea de producción sin modificaciones importantes en sus instalaciones y otras, con pequeños cambios, la podrían incorporar.
Será igual de ineludible el realizar correctamente todo el estudio correspondiente para llegar al cliente con un servicio que, además de contener la calidad que hemos comprometido, tenga un precio que nos permita avanzar en el logro de cifras de negocio rentables.