A mis compañeros y compañeras... En cada dificultad un rostro, en cada piedra del camino un corazón que late.

Cerramos un nuevo año plagado de éxitos y de fracasos, de certezas e incertidumbres, de sonrisas y de lamentos. Trescientos sesenta y cinco amaneceres diferentes que nos han hecho mas fuertes al final del trayecto y que, en ocasiones, a punto estuvieron de hundir nuestras rodillas en el suelo.

Hemos querido tirar la toalla muchas veces, tantas como nuevos retos hemos asumido, uno por cada dificultad detectada. Por que tras cada dificultad hay un rostro, tras cada piedra en el camino un corazón que late. Un corazón que sufre, un rostro que llora o se contrae de la angustia. Vuestra labor es elevada, no por ser mejores, ni mas capaces, sino por estar donde estáis, por dedicaros a lo que nos dedicáis, y por hacerlo sin mirar nunca atrás, por hacerlo con un pellizco en el alma. Por que nunca miráis con desdén, ni hacia arriba , ni hacia abajo.

Vuestro super poder es no saber mirar para otro lado, sois incapaces de hacer ajeno el sufrimiento que no os pertenece, ese que desaparecería fácilmente solo con cambiar de canal, cruzar de acera o cerrar los ojos. No podéis, no sabéis... vuestros super poderes os conducen hacia él con el firme propósito de ayudar, de hacer la vida de aquellos que os rodean un poco mejor. No necesitas una capa, os tenéis a vosotros mismos, nos tenemos los unos a los otros.

En nuestro pequeño e insignificante círculo de realidad todo es un poco mejor por que hay un equipo de personas que cada mañana se levanta para hacer mejor todo aquello que tocan. Personas que saben lo que hay que hacer y que nunca se esconden.

Otro año compañeros, uno mas compañeras. Sigamos cambiando el dolor por bienestar, sigamos limpiando los caminos de piedras. Miremos directamente a los ojos de esos rostros que tocan a nuestra puerta mientras sus corazones laten acelerados...

Al menos otro año mas.