Modelos pedagógicos, ¿historia o presente?

Modelos pedagógicos, ¿historia o presente?

Algunas corrientes académicas consideran que los modelos pedagógicos y educativos no han evolucionado, esto se podría explicar por medio de dos circunstancias:

La primera se debe a la poca aceptación en las diferencias existentes, en el sinnúmero de individuos, personalidades y, por ende, la inclusión de la nuevas tendencias pedagógicas a la escuela. Este es un tema muy complejo. En muchos casos es más fácil tener aceptación y cambiar modelos tan banales como las nuevas tendencias musicales, digitales y de género. Sea como sea, es un proceso que debe ir de forma paulatina, como defienden varios autores, entre ellos Domènech Francesch en Elogio a la Educación Lenta (2009). Este no es un tema para tomar a la ligera, ya que aborda procesos cualitativos, en los cuales se involucra profundamente la personalidad de los individuos.

Es claro que no debemos dejar que se haga una brecha tan grande entre los modelos clásicos y las nuevas pedagogías, el problema sería mayor. Lo que se debe realizar es un plan de acción que conlleve en principio a concientizar sobre la existencia de diferencias tanto en ideologías como en comportamientos y crecimiento físico.

Ahora bien, la segunda circunstancia que se pone en consideración es que es un poco atrevido pensar que la educación es un negocio industrial en donde se entrega una persona poco analítica a la sociedad, con falta de criterio para cuestionarse por esto o aquello... un producto perfecto para aquellos que dominan y mueven los hilos de la economía de un país: personas que como autómatas se preparan para seguir el ritmo consumista de una sociedad en la que el desarrollo personal no es más que una posibilidad alejada de toda realidad cercana.

Si desde la escuela se implementan modelos de integración y aceptación, los niños crecerán sin diferencias y la tolerancia sería total. Es un ejercicio, en principio difícil, pero que a cada momento se debe robustecer más con la participación de todos los actores de la educación, permitiendo democratizar las diferencias y dejando en claro que implementar las nuevas pedagogías conduce a formar unos mejores ciudadanos, respetuosos de las diferencias y generadores de un aire de paz y participación general.

Una de las críticas más justificadas es aquella en que se deja ver el modelo educativo como algo que entregar, un producto ya hecho y predestinado a ser inyectado indistintamente a sujetos que quizás no estén interesados en recibir esa carga educativa. Es claro que no todos los estudiantes tienen la misma capacidad de aprendizaje, de ahí se desprende mi crítica directa, no somos un producto homogéneo, hacemos parte de un gran conjunto de posibilidades de raciocinio e inteligencia. Por tal motivo, la educación y más directamente los modelos pedagógicos se deben acomodar a ciertos factores de su entorno (época, lugar y personajes), de esta manera no será lo mismo educar a niños del campo que a niños que el único verde que ven es de sus colores de madera.

Como lo dice Freire en la Pedagogía del oprimido (Freire, 2005), “la superación académica no se logra con el acto de consumir ideas, sino de producirlas y transformarlas en la acción y en la comunicación”. En este contexto nos vemos involucrados los pertenecientes al triángulo de la enseñanza–aprendizaje (docente, saber y estudiante). Siempre trabajamos en pro de un resultado numérico mas no de un resultado académico real que refleje el verdadero conocimiento adquirido por los estudiantes. Esta crítica es justificada, ya que las instituciones con los procedimientos de evaluación, malinterpretados con la calificación, dejan en el camino muchos estudiantes que ante los resultados numéricos son descabezados y relegados en muchos casos a impedir su normal crecimiento académico, quizás traumando sus posibilidades de crecimiento académico.

Una crítica sin justificar es aquella que cree que la educación debe ser perfecta. Por ninguna razón se puede asimilar este comentario, ya que la educación y el acto pedagógico es algo subjetivo, enseñamos para qué, cuándo y dónde. Estos serían unos interrogantes atractivos para desenmascarar esta crítica. Cada uno de nosotros es el resultado de varios factores académicos que llevaron a el crecimiento mismo de nuestro intelecto, pero cada uno es resultado de un ambiente totalmente diferente, ya sea por el entorno estructural, los docentes, la misma institución y, sin irnos tan lejos, en las diferentes edades y familia. Por consiguiente, la consideración de que la pedagogía y la educación debe ser perfecta es un sueño.

 

Referencias

Domènech Francesch, J. (2009). Elogio de la educación lenta (Grao, Ed.).

Freiré, P. (2002). Pedagogía del oprimido (X. X. I. Siglo, Ed.). Buenos Aires.

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