Mujer y Delegada Sindical
Tengo 60 años y desde hace 7, más-menos, soy delegada sindical por CCOO del Ayuntamiento de Madrid. Soy mujer, tengo este estigma-delegada sindical- asociado al de mujer. Y me siento poderosa porque escribo y formo parte de un grupo luchador.
Soy mujer porque nací con el género asignado, sin opciones, y soy delegada porque he querido, podía optar no serlo, y lo soy y he sido por una razón convincente: el apoyo del sindicato a los logros en materia laboral en este ayuntamiento y en concreto por la reivindicación, que durante muchos años exigimos, respecto a la creación del cuerpo de gestión que no existía en este ayuntamiento.
Y sigo siendo delegada sindical porque, como mujer me siento cómoda estando ahí, y porque veo que el trabajo de las personas, que han sido y son parte de este sindicato, ayuda al resto del personal a mejorar, y puedo asegurar que no es un trabajo fácil.
Las instituciones son complejas y, en materia de personal difíciles de gestionar, y no acompaña la suspicacia de una parte del personal respecto a la labor sindical o la descarada utilización por parte de otros sindicatos, como pasa en la política por lo demás, de los medios más bajos para conseguir votos y su cuota de poder.
Tampoco ayuda que la parte “patronal” negociadora, se aproveche de la situación de poder con la que cuenta, en términos de profesionales dedicados a la negociación, del conocimiento, fuerza e información, para abusar de la otra parte que no cuenta nada más que con activistas y voluntarios, a veces liberados y otras muchas ni eso. (Parte de la negociación patronal-sindical, en todos los niveles de las AAPP, ha ayudado a crear estructuras de mayor poder para la alta función pública, cuyos miembros, luchan y miran por sus propios intereses y sus bolsillos o posición).
Dentro del sindicato soy crítica cuando creo que puedo y debo ser, también en mi puesto de trabajo, y no pasa nada, me siguen respetando por ello, nunca he comulgado con ruedas de molina sea quien sea quien me las ponga en mi camino. Por lo tanto no hay ningún peligro en trabajar, militar, ayudar, colaborar con un sindicato con perspectiva. Y si lo hubiera, el diablo no lo quiera, es la valentía y el esfuerzo lo que ayuda a las sociedades a prosperar. Sabemos y debemos protegernos, toda vez que este trabajo es difícil y muy desagradecido.
He visto en mis compañeras y compañeros de CCOO, cómo el trabajo realizado con ese esfuerzo va dando ciertos frutos, nadie te regala nada, no te lo creas, hay que luchar para conseguir mantener los derechos adquiridos y crear un modelo más justo de asignación del trabajo y retribuciones, pues de uno en una se puede conseguir algo personalmente, pero lograr mejoras para los grupos más vulnerables tan solo se consigue con el apoyo de todas y todos.
Cuando hablo de vulnerables no me refiero a un grupo de trabajadoras o trabajadores en concreto, cada momento determina la vulnerabilidad de grupos distintos o personas concretas que, por la razón que fuere, están en una situación de debilidad que impide su total desarrollo o una vida laboral digna y confortable. Ahí incluyo a las personas que por su posición más cercana al poder tienen mayores riegos.
Ahora mismo en el Ayuntamiento de Madrid, aunque a veces no lo parezca, estamos viviendo un buen momento con una administración receptiva y con personal técnico cualificado cuya intención, deseo, espero y creo, es honesta.
Sin embargo aún queda mucho por hacer, seguimos teniendo una administración pública endogámica aunque se haya abierto a otras AAPP, de la que han venido familiares y amigos de los primer llegados, además el estigma sindical, aunque sutil, sigue pesando sobre aquellas personas que hemos dedicado un tiempo a estas labores, y eso produce miedo a quienes nos querrían echar una mano para desarrollar esta labor de una forma más desahogada. Somos muy pocas.
Y lo digo en femenino porque, si unimos la condición sindical a la condición de mujer la cosa aún se complica un poco más. Veamos:
La composición de la fuerza de trabajo en las AAPP con carácter general y en su mayoría se nutre de mujeres: ordenanzas, auxiliares, administrativas y técnicas, pero no siempre ni mayoritariamente ocupamos los puestos decisorios.
Según el informe de impacto de género, unido al presupuesto 2018 del Ayuntamiento de Madrid, recientemente aprobado, cuya lectura te recomiendo (aunque podría ser más claro, contundente y conciso), la plantilla municipal se distribuye de acuerdo a la inoperante estructura municipal vigente heredada del gallardonismo, en nueve Áreas de Gobierno más los servicios de la Alcaldía y Pleno con 17.173 personas trabajando, el 65,8% del total del personal municipal, con 5.846 mujeres un 34,0% del total. Según los datos que constan en el informe las 21 Juntas Municipales de Distrito a las que están adscritas 5.629 personas, es decir un 21,6% de la plantilla, cuentan con 3.358 mujeres, el 59,7% del personal lo que supone una fuerte presencia laboral femenina y por ahora dejada a su propia suerte.
Las estructuras de trabajo con menos volumen de personal adscrito son los Grupos Políticos Municipales que cuentan con 139 trabajadores, 0,5% del total de la plantilla, y se distribuyen por sexo de forma bastante similar: 72 hombres y 67 mujeres, y los 5 Organismos Autónomos que cuentan con 3.151 personas en total y que representan el 12,1% de la plantilla municipal, de las que 2.032 son mujeres, un 64,5% del personal de Organismos. Si no me equivoco de las 26.092 persona de plantilla, 11.303 somos mujeres.
Qué nos dicen los datos. Primero que somos una administración masculinizada, tan solo el 43,3 de la plantilla somos mujeres. Bien es un primer paso para reconocernos. En clara consecuencia vemos cuáles son las estructuras que se feminizan, aquellas más vulnerables y que tienen menos cuotas de poder, dónde reside el poder de hacer y decidir siguen dominando los hombres incluso aunque nominalmente la cabeza directora, a veces, sea una mujer.
Y qué nos dicen los porcentajes de mujeres adscritas a núcleos de poder y decisorios, pues que, como siempre, la mujer está en clara minoría, más clara aún habida cuenta que el porcentaje total de mujeres, en el general de las AAPP, es superior al de hombres, aunque en el Ayuntamiento de Madrid, sea a la inversa: con bomberos solo hombres y una clara tendencia en la policía municipal a la disminución del personal femenino por razones que nos tendrían que explicar, el futuro no se nos hace halagüeño.
Y qué nos dice ese dato unido al porcentaje de afiliación a los sindicatos corporativos como son los policiales, claramente que los hombres siguen ganando y no tiene la más mínima intención de rebajar su cuota de poder, ni, al parecer, la mujeres de participar.
Si somos conscientes de nuestra situación es posible que algún día cambien las cosas, mientras tanto las mujeres seguiremos ocupándonos de ser parte de un lumpen proletariado que ni siquiera es consciente de su posición en la sociedad y sobre todo en los núcleos del auténtico poder, a la vista o en la sombra. Ahora el sindicalismo también lucha por reconocernos como fuerza de trabajo y de poder, en mi opinión esencial, para el correcto desarrollo social y de las instituciones.