Necesidades psicológicas básicas
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Necesidades psicológicas básicas

A diario tenemos que enfrentarnos a constantes decisiones y a pequeños o grandes problemas que tenemos que resolver. Normalmente llevamos a cabo acciones y lo hacemos de forma casi automática, sin caer en la cuenta de que parte de esas acciones o decisiones las realizamos de forma racional, emocional o instintiva.

Con toda seguridad el resultado final de nuestros comportamientos se produce por la mezcla de estos 3 aspectos, ahora bien, cada persona dará más importancia a uno de ellos en detrimento de los otros dos. Y esto está muy relacionado con qué necesidad psicológica básica tendemos a satisfacer en primera instancia. Cada persona muestra una tendencia natural y, en la mayoría de los casos inconsciente, a actuar de forma más racional, emocional o instintiva.

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Es habitual representar la parte racional en la cabeza, la emocional en el corazón y la instintiva en el cuerpo. Incluso identificar cada una de ellas con las tres estructuras del cerebro triuno descrito por Paul MacLean: neocórtex, sistema límbico y cerebro reptiliano. Utilizaré esto, a modo de ejemplo, para representar gráficamente, la relación que existe entre cómo pensamos, sentimos y actuamos para satisfacer necesidades psicológicas básicas y qué emoción emerge en caso de no conseguirlo.

Cuando actuamos impulsados por nuestra parte racional, lo hacemos para satisfacer la necesidad psicológica de seguridad, entendida como la sensación de control sobre nuestra vida y sobre las circunstancias que nos rodean. Es un intento de tener cierto grado de certeza sobre lo que va a ocurrir, que nos conduce a buscar y analizar la información, valorar los hechos y contemplar diferentes perspectivas posibles.

Las personas más orientadas hacia este patrón centran su atención en el futuro, anticipando lo que pueda pasar. Será importante para ellas la confianza en sí mismas, en las otras personas y en las circunstancias. Cuando esta confianza no está satisfecha la emoción básica que aparece es el miedo que nos llevará a sentirnos asustados, indecisos, ansiosos, etc. Es importante entender que las emociones tienen la función de prepararnos para dar una respuesta adecuada a una exigencia concreta y que por tanto siempre nos transmiten un mensaje. En este caso, la utilidad del miedo es comunicarnos que existe una amenaza, frente a la cual lo más conveniente será protegernos o buscar recursos para enfrentar la situación.   

Cuando actuamos dando preferencia a nuestra parte emocional, lo hacemos para satisfacer la necesidad psicológica de estima, de relación con los demás, de amor (entendido en el amplio sentido de la palabra). En estos casos estar conectado y ser aceptado por los demás cobrará una especial relevancia, por lo que será importante lo que las otras personas puedan pensar de nosotros.

Quienes muestran orientación hacia este patrón centran su atención en el pasado, en qué podría haber hecho diferente, en cómo podría haberme comportado y qué imagen he causado. Para estas personas será importante la empatía y construir relaciones sinceras y auténticas. Cuando esta necesidad de estima y de amor no está satisfecha la emoción básica que aparece es la tristeza que nos llevará a sentirnos afligidos, apesadumbrados, avergonzados, etc. En este caso la utilidad de esta tristeza es la de alertarnos sobre la pérdida, frente a la cual lo más conveniente es aceptar y reorganizar las prioridades ante la nueva realidad.

Cuando actuamos dirigidos por nuestra parte instintiva, lo hacemos para satisfacer nuestra necesidad psicológica de libertad o autonomía para elegir las propias acciones de acuerdo a nuestros valores personales.

Las personas más orientadas hacia este patrón centran su atención en el momento presente en lo que está ocurriendo aquí y ahora. Será importante para ellas vincularse a la acción ya que son personas viscerales que confían en sus impulsos. Cuando la necesidad de libertad o autonomía no está satisfecha, la emoción básica que aparece es la ira que nos llevará a sentirnos enfadados, irritados, enfurecidos, etc. La utilidad de esta ira es advertirnos que se han transgredido nuestros límites, frente a lo cual lo más conveniente es establecer y clarificar con asertividad cuáles son estos límites.

Como en tantas otras cosas, lo ideal será encontrar el equilibrio entre la tendencia racional, emocional e instintiva y que cada actuación o decisión esté ajustada al objetivo y al contexto en el que se produce.

Para alcanzar o acercarse a este ideal, un primer paso será darnos cuenta y reconocer desde dónde estamos actuando. Y para conseguirlo es necesario invertir en el desarrollo del autoconocimiento, la piedra angular de la inteligencia emocional.

Imagina por un momento los beneficios de saber cómo estás actuando y, más aún, de conocer cómo están actuando las personas que te rodean. Y ahora, además de imaginarlo, ponlo en práctica y comprobarás cómo mejora la forma de relacionarte contigo mismo y con los demás. Si lo deseas, te acompaño en el proceso.

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