Noviembre: Descansar

Noviembre: Descansar

Nada. No pude escribir nada. La invitación ni siquiera era a buscar momentos para descansar, era simplemente pensar qué me gustaría postergar un poco para poder hacerlo. Nada. No pude ni siquiera soñarlo. Es que el título de este newsletter, si las palabras no estuvieran ya fijadas, hubiera sido “Noviembre: Mudarse”. Como imaginarme dejar de hacerlo si a pesar de la alta demanda de energía que sabía que la mudanza iba a requerir, lo que había del otro lado del movimiento valía todo esfuerzo.

Mudarse es una de las principales causas de estrés, me dicen. Encuentro buceando en internet todo tipo de historias, teorías y raccontos personales. Hay del esfuerzo de poner toda tu vida en cajas, de explicar el movimiento a infancias, de los costos del tipo de servicio (y su relación con la energía consumida), de duelos e incertidumbres. Como siempre tengo la camarita prendida apuntando hacia mí, me invité a ensayar mi propia explicación. En inglés, se usa la misma palabra para moverse, mudarse, y conmoverse. Un significante con tres significados. Mi intuición me llevó por ahí.

A veces un lugar es simplemente un lugar. El primer tiempo postdivorcio lo sentí así. De a poco le fui poniendo mi impronta, y se fue convirtiendo en espacio de reunión. En la pandemia, fue casa, oficina, estudio de danza, gimnasio, y hasta restaurante de cenas virtuales. Durante los dos años que viví arriba de un avión, cada vez que volvía a Buenos Aires tenía la sensación de que me tiraba a la pileta y apenas tocaba el fondo subía nuevamente a la superficie. Es simplemente una imagen: tocaba base y a los pocos días estaba nuevamente arriba de un avión hacia un nuevo destino. Estar en movimiento es adictivo para una persona que vive la vida intensamente, que elige vivir la amistad, el amor, el trabajo, y todo lo que tiene la vida con profundidad. Tal vez por entender que se llevan cada segundo de la energía vital que disponemos. Cuando el mundo a mi alrededor se calmó, entendí que ya no quería quedarme. La llamita dentro mío me decía que tenía que moverme. La agilidad me trajo preferencia por los pequeños pasos, los cambios más a modo kaizen, que se viven con mucha más tranquilidad. Sin embargo, a veces hay que hacer grandes saltos, cambios en modo kaikaku, que si me preguntás a mí en realidad son la parte visible de una sucesión de pequeños pasos, pero que implican hacer las cosas de otra manera. Lo que no quiere decir que se encaren de forma tradicional y que volvamos al gantt chart (tenía que decirlo). 

El lugar se convirtió en búnker. Sus paredes se llenaron de papeles de colores (alias post-its) para dar vida a eventos de la comunidad ágil. En esos metros cuadrados de algún lugar de Villa Crespo creamos lo inimaginable mientras reímos, discutimos, consensuamos. ¿Cómo se habitará este sitio que sentía tan mío? ¿Qué nuevas cosas nacerán en este punto geográfico? ¿Cuánto tardaré en hacer de mi nuevo espacio un hogar? ¿Seremos capaces de que el alma del búnker renazca ahí? ¿Qué nuevo futuro estoy creando? Mudarse tiene más de hacerse preguntas que encontrar respuestas, de incertidumbre que de tener certezas. Por eso creo que es vital prepararse y tener herramientas para navegar la incertidumbre. Para bajar ansiedades, para que la posibilidad que está del otro lado nos llene de ilusión en vez de miedos. Me siento un poco una vendedora de autos usados, pero de nuevo: si transitar situaciones de no saber te nubla los días, la agilidad es el camino. Es por acá.

El viernes a las ocho de la mañana un equipo de siete al comando de Junior entró como un aluvión al recinto, comenzó a embalar las grandes cosas y llevarlas al camión. Fui espectadora de cómo se iba vaciando el espacio y, tal vez afectada por el sueño de las pocas horas dormidas la noche anterior, nada parecía conmoverme. Hasta que embalaron el piano. Casualmente, o no, fue de las últimas cosas en irse. Tal vez porque Junior entendió del cuidado y quiso hacerlo personalmente. Quizás porque ellos llevaban cosas al camión y yo toqué las últimas melodías en ese lugar. Se me caían lentamente las lágrimas. Algunas personas piensan que podría ser por un afecto personal a ese instrumento que tengo desde los doce o trece años. Yo creo que podría ser ese piano u otro, que se podría cambiar el objeto como significante y aun así que el significado sería el mismo. El piano me acompañó a reinventarme. Cuando el lugar dejó de ser una casa de dos y yo perdí las etiquetas que me habían definido hasta el momento, las canciones me permitieron encontrarme y expresarme. Como si fuera un ave fénix, renací de las cenizas. Siempre digo que lo hice en forma de otro animal mitológico: un unicornio de colores. 

Un día antes, a las nueve de la mañana, parte de mi tribu de amistades apareció por última vez en el búnker para ayudar con el primer movimiento de la mudanza: llevar algunas cosas a un departamento temporal. Hubo una última marea de post-its en esas paredes. Armar y desarmar valijas debe estar en el top de mi ranking personal de situaciones estresantes, así que hacerlo para cinco meses se me presentó como una película de terror. Armé un último mapa de las cosas por hacer y, en un esfuerzo de producción, pedí y acepté ayuda. La necesitaba. Fueron las manos, los ojos, y la fuerza que me hubiera encantado tener de más si fuera una superheroína, pero no lo soy. Con la confianza plena en esas personas que elijo día a día para compartir la vida, pude soltar. Quien no pudo estar mandó energía, aliento y hasta comida para que no tuviera que preocuparme por eso. En esa red amorosa que me sostiene y me hace sentir la persona más bendecida del planeta, pude descansar.


🫰🏽 Gracias por llegar hasta acá!

📝 Me encantaría leer en los comentarios ¿cuál es tu relación con el descanso?

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🚀 Nos leemos en la próxima edición con la invitación a suceder.


Sobre esta publicación

En enero de 2024 finalmente ejecuté las acciones que me llevaron a dejar la vida corporativa. Había pensado mucho, conversado otro tanto, y tomado la decisión. Fue entonces cuando me tocan el timbre y me llega un regalo. Tres personas maravillosas pensaron en algo que me acompañe en mi nueva etapa: una agenda muy especial llena de propuestas. Aceptando esas propuestas nace esta publicación mensual. Cada mes una palabra hecha invitación. Ojalá se convierta en una conversación.

Me di el lujazo de que Virginia Lingiardi me acompañe en este proceso con sus hermosas ilustraciones. Para conocer más de su trabajo, te invito a seguirla en su cuenta de Instagram.

Kattia Venegas

Senior HR Business Partner l Employee Relations l Talent Management

1 semana

Después de la tormenta llega la calma! Esos “paraguas” son base importante para llegar. Me encantó leerte.

Pablo Tortorella

Kleer co-founder // Agile Coach + Speaker + Facilitador

1 semana

Diciembre de leer tu post y agradecerte.

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