Nueva Cultura. Creando Capital Social
Muchas personas ignoran que la vida no se explica por las componentes bioquímicas que la forman. Es obvio que sin ellas no existiría la vida, pero sólo con ellas tampoco. La vida es el resultado emergente de las relaciones que se dan entre ciertos elementos bioquímicos en un entorno determinado. Componentes y entorno son igualmente necesarios. Sin la presencia de ese contenedor mágico, de esa cachito de espacio tiempo con características particulares, los elementos bioquímicos que sostienen la vida no hubieran podido encontrarse de esa manera única que dio lugar a la vida. Una vez en marcha, la vida siguió nutriéndose de su entorno para prosperar y florecer, pero también fue cambiándolo a su gusto evolucionado juntos desde entonces. Todavía hoy sabemos muy poco del contenedor que hizo posible la vida, pero sabemos bastante de cómo debe ser actualmente el medio actual para que ésta florezca.
Si pensamos ahora en equipos, organizaciones y comunidades humanas, todos ellos sistemas vivos sociales cuyas principales componentes son las personas, una visión reduccionista nos llevaría a pensar que estos sistemas funcionarán tanto mejor cuanto mayor sea el nivel educativo, los conocimientos adquiridos, las habilidades desarrolladas, la experiencia acumulada de las personas que los forman. No es así. Al igual que ocurre con la vida, las características de las personas son importantes para crear equipos, organizaciones y comunidades con un alto potencial expresivo, pero no son suficientes para que estos sistemas prosperen y den lo mejor de sí. Necesitan un entorno adecuado en el que poder contar con los recursos necesarios, intercambiar conocimientos y experiencias, relacionarse y compartir en profundidad, aprender y crear juntas.
Son muchos los factores que influyen en la capacidad de un determinado contenedor para favorecer y sostener relaciones profundas y generativas entre diferentes elementos. En sistemas sociales humanos, de todos estos factores la cultura es uno de los más importantes. Entendida como el conjunto de reglas y relatos que condicionan en fuerte medida la manera de pensar, de hacer y de relacionarse de las personas que conforman un sistema social, la cultura tiene el poder de convertir un equipo o una organización en una exuberante red de relaciones, atravesada por una comunicación efectiva y transparente, con múltiples sinergias y apoyos mutuos, o, por el contrario, en un espacio vacío de palabras amables, parco en favores inesperados y con escasa capacidad generativa.
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Una cultura basada en la confianza, con un propósito y valores compartidos, que favorece la participación y la autonomía, impulsada y sostenida por un liderazgo facilitador y transformador es clave para amasar, a través de una rica y diversa red de relaciones, un enorme capital social capaz de multiplicar en mucho la efectividad de equipos y organizaciones. De acuerdo con esto, el reto para una organización no debería ser acumular capital humano adquiriendo talento en un mercado con precios que pueden llegar a ser prohibitivos. Mucho mejor sería desarrollar su capital social a partir del talento existente y utilizar el valor creado para conseguir mejores resultados. Para conseguirlo, bastaría instalar en la organización los principios de la #NuevaCultura.
Existen numerosos elementos positivos que se derivan de la existencia de un nutrido capital social y que tienen un gran impacto en la efectividad de un equipo u organización. De todos ellos quiero destacar aquí el “bonding” o conjunto de vínculos afectivos entre las personas de un sistema social, y la “inteligencia colectiva”, o la capacidad del sistema para dar una respuesta adecuada a los retos que debe abordar en el presente o se lo pueden presentar en el futuro. Existe una gran evidencia empírica para afirmar que la afectividad positiva que recorre un sistema social basado en la confianza y en buenas y nutridas relaciones personales tiene un gran impacto en la capacidad del sistema para acoger y respetar la diversidad. A su vez, un sistema que contiene y gestiona adecuadamente suficiente diversidad está mejor preparado para encontrar respuestas inteligentes y adaptativas a sus retos inmediatos y futuros.
Más allá del capital humano, el capital social creado por la Nueva Cultura aporta un plus de valor para empresas y organizaciones que las hace más competitivas a la vez que se mejora el bienestar de las personas que las forman. ¿De verdad alguien piensa que se puede renunciar a él?
Director de Fabrika
2 añosMuy interesante Uli! Me ha encantado esa mirada tan clarificadora sobre el tremendo potencial de un adecuado capital social y de relaciones para la efectividad de la empresa 👏
Executive & Team Coach, Life Coach, Cultural Transformation Consultant/Facilitator, Associate Founder in EQUILIA
2 añosMuchas gracias por tu inspirador artículo Uli! Me ha gustado especialmente la distinción que haces entre Capital Humano y Capital Social. A tenerlo muy en cuenta cuando trabajamos las Nuevas Culturas de las organizaciones. Me quedo con tu última reflexión:"más allá del Capital humano, el Capital social creado por la Nueva Cultura aporta un plus de valor para empresas y organizaciones que las hace más competitivas a la vez que se mejora el bienestar de las personas que las forman. ¿De verdad alguien piensa que se puede renunciar a él?"