Nueva democracia
Los antiguos griegos encontraron la fórmula para ser dueños de nuestro propio destino, de poder examinar, aprender, imaginar y diseñar una vida mejor, que teníamos el potencial si actuábamos juntos, le llamaron DEMOCRACIA; esta innovación política nos liberó del miedo y empoderó a nuestras mentes, protegió la libertad, nos permitió limitar el poder y estableció su tendencia natural a la maximización del poder y la riqueza. Ahora observamos la evolución -o involución- de la democracia, del fracaso del liderazgo en la política y en la economía; el sentimiento colectivo es que no formamos parte del proceso, que hemos sido excluidos, que no podemos hacer frente a los desafíos que se presentan y que la política está camino al fracaso. En la actualidad, la democracia viene enfrentando duros momentos, se enfrenta a la falta de transparencia, falta de rendición de cuentas, crisis de gobernanza, el Estado al servicio de los grupos económicos, evasión tributaria, medios de información y de comunicación capturados por intereses particulares, desconfianza generalizada; ahora ya no son los militares los que se levantan en armas, son los mercados los que se imponen con la intención de escatimar las vulnerabilidades en el sistema económico global, el mismo que repercute, inevitablemente, en la vulnerabilidad de nuestra democracia. Nuestra democracia forma parte de un sistema mucho más grande que no puede -ni debe- fallar, pero que es difícil de controlar; dependemos de la economía global, con agentes económicos que pueden evadir las leyes, evadir impuestos, evadir normas ambientales o laborales; nuestra democracia se ve socavada por la desigualdad, la concentración de poder y riqueza, los grupos de presión, la corrupción, los mercados internacionales o los desastres naturales; limitada la democracia, se limita nuestra capacidad de imaginar y de utilizar el potencial para encontrar soluciones, con una sensación de entrampamiento o de estar en un callejón sin salida.
Con optimismo podríamos decir que esta crisis representa una gran oportunidad para hacer transformaciones democráticas fundamentales en nuestras instituciones, dejando de lado posiciones ortodoxas, guiándonos por la sabiduría colectiva de nuestra sociedad, invirtiendo en soluciones creativas, haciendo verdadera política. Los líderes políticos muchas veces siguen patrones cuando se presentan problemas estructurales, abandonando el poder colectivo de imaginar nuestro potencial, actuando motivados por el temor, sacando a los ciudadanos del proceso en vez de construir el proceso con la ciudadanía. Se ha perdido la confianza en nuestra propia gente y la gente ha perdido confianza en los políticos, las protestas y rechazos en contra de los parlamentos es cada vez más común en todo el mundo, esta es una muestra que algo muy malo hay en nuestra democracia.
La política es el poder de imaginar y utilizar nuestro potencial, debemos intentar que las personas vuelvan al proceso, hagamos que la democracia se encargue de los problemas, hagamos como los antiguos griegos: confiemos en la sabiduría de la multitud. La democracia no podrá funcionar sin que los ciudadanos deliberen, debatan y asuman responsabilidades públicas de los asuntos públicos, debemos volver a los orígenes: eduquemos para la participación, potenciemos a nuestros ciudadanos, en la antigua Grecia solo los idiotas (“idio” = uno mismo, ensimismado) rechazaban la política, los ciudadanos participaban en el ágora, en este lugar confluían el mercado y la deliberación política, ambos transparentes y accesibles. Lo expresado podrá parecer utópico, pero debemos poner nuestra fe en el poder y en la sabiduría de la gente, seamos pragmáticos, las cosas deben cambiar, revivamos la política como el poder de imaginar, reimaginar y rediseñar un futuro mejor; la disrupción no vendrá de la política tradicional, vendrá de nosotros, de quienes participemos en el intercambio de ideas, en privado o en público, personalmente o en línea, enfrentemos la injusticia y la desigualdad, reemplacemos al racismo por la empatía, al dogma por el pensamiento crítico; empoderemos a la ciudadanía. ¡No seamos idiotas!